Capítulo VI

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Ni un perro llegaba más rápido a la puerta que Amelia cuando esuchaba que alguien estaba en casa después de un largo día. Jasper abrió la puerta y tiró su mochila para agacharse a la altura de su hermanita sonriente.

—¡Jape! - Le llamó la niña que aún no sabía hablar demasiado bien, pero a leguas se notaba que ese yape estaba lleno de emoción.

Él la cargó en brazos, dándole vueltas en el aire sólo para escuchar su risa. Aquel sonido inocente fue capaz de lavar todas las preocupaciones o amarguras que tuviese albergadas en el pecho, sólo su hermanita era capaz de darle un afecto tan sincero.

—Bájala ya, que la mareas. - Dijo Agnes, la abuela de ambos mientras cargaba a la niña en sus brazos.

—No hagas fuerzas, puedes lastimarte.

Agnes dejó a la niña en el piso y esta automáticamente se fue dando trompicones hasta su alfombra con juguetes. La anciana se acomodó en una posición menos erguida para la comodidad de su espalda adolorida, pero no pasó desapercibido el crujir de esta, lo que preocupó a Jasper.

—Abuela, no deberías cargar tanto a Amelia, un día terminarás haciéndote daño y nadie quiere eso. - La anciana negó.

—¡Que va!, Amelia es una niña muy tranquila, todos los días me siento en un sillón junto a ella y le hago peluches a crochet mientras conversamos de cualquier cosa que se le venga a la cabeza.

Eso no era menos cierto, desde que la niña nació vestía principalmente ropitas tejidas por Agnes y poco a poco la niña comenzó a querer esa textura en sus juguetes y adornos de tela. Eran de lana desde sus peluches hasta las cintas que se ponía en la cabeza.

—¿No necesitas que me quede esta noche?

—Ya hiciste suficiente por hoy, abuela, ve y descansa.

Jasper le alcanzó su bolso y la escoltó hasta la puerta donde le dio un abrazo y cerró la casa con llave después de que Agnes se fuera. El mayor de los Herst miró a los lados con las manos metidas en los bolsillos delanteros de su pantalón, no viendo nada que hacer en la casa salvo esperar a que fuera la hora de comer para alimentar a su hermana.
Teniendo a la pequeña en la cabeza fue a buscarla, esperando encontrarla en su cuarto de juegos sentada en la alfombra. Cuando la niña lo vio entrar al cuarto fue gateando hasta él, aferrándose a su pierna pidiendo estar en sus brazos. Jasper la cargó y esta comenzó a jugar con su cabello castaño, sonriendo mientras jalaba los mechones castaños de su hermano.

—Yitala. - Pidió la niña mientras seguía jugando con las hebras marrones.

—¿Quieres que toque la guitarra? - Amelia asintió y Jasper la dejó en el suelo para ir a buscar el instrumento, bueno, uno de los que tenía.

A sus dos años, la niña era fanática de escuchar a su hermano tocando cualquiera de las guitarras que este poseía, pero sin duda mostraba un favoritismo por la guitarra eléctrica. Jasper en secreto había tocado para ella canciones de rock relativamente suaves como I was made for loving you de Kiss o New Divide de Linkin Park.
Amelia aguardó sentada en un cojín amarillo con temática de patos que siempre utilizaba para esuchar las melodías de su hermano. Aplaudió brevemente cuando lo vio entrar con la guitarra que ella misma le había decorado con sus crayolas y él, aunque casi se le sale el alma cuando la vio pintando la guitarra, ahora sonríe más sabiendo que es edición limitada.

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