Capítulo XLIII

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Maeve balanceaba su único pie en la camilla de la oficina. Elliot estaba a unos metros de ella en su escritorio viendo unos papeles con Coraline en lo que Jasper estaba sentado al lado de ella, entrelazando disimuladamente su meñique con el de la muchacha. Maeve estaba nerviosa por varias cosas, necesitaba alrededor de una mano para contar los motivos por los que su pie se balanceaba ansioso.
Lo primero era que había tenido que usar un short para la colocación cómoda de la prótesis, una prenda  - a sus ojos -  reveladora. Lo segundo es que se colocaría de una vez por todas la maldita prótesis y probablemente tendría que volver a su antigua casa, algo que realmente no la emocionaba. Tercero...no tenía idea, pero la ponía nerviosa, lo mismo con la cuarta y quinta razón.
La puerta se abrió, lo que parecía ser un enfermero tenía una caja de gran tamaño en manos. Las entrañas de Maeve se sacudieron cuando Elliot agarró el paquete con sumo cuidado y el hombre se retiró. La oficina quedó sumida en un silencio indescifrable que fue roto cuando la cinta adhesiva cedió ante la cuchilla.
Primero sacó la pieza de cacucho (O silicón, la verdad Maeve no tenía idea de qué era pero se veía gomoso) que iba en su muslo. Seguido de eso sacó la pierna articulada. Maeve palideció. Era muy similar al miembro que una vez tuvo, la parte que completaba el muslo era negra al igual que la pantorrilla, lo que eran las articulaciones era simple y plateado, la parte del pie era del mismo color y con una forma extraña que perfectamente podría ser el pie que pintó un artista abstracto.

—¿Estás lista, Maevie? - Le susurró Jasper, apretando el agarre de los meñiques.

—Supongo. - Le respondió a la vez que soltaba una risa nasal rebosante de nerviosismo y emoción.

Elliot colcó con cuidado la funda en el muslo amputado, después ensartó la unión y la aseguró todo lo posible. Maeve no despegó la vista de cada movimiento que hizo el médico, todavía en shock cuando se suponía que debía levantarse e intentar caminar. Jasper se levantó y se situó a unos metros de ella, abriendo ligeramente los brazos para animarla a caminar.
Nadie atrevió a decir algo, ni antes ni después de que Maeve diera un brinquito torpe para quedar en pie. Hizo unos movimientos simples para comprender cómo funcionaba la articulación y después miró hacia adelante, todo su ser yéndose abajo cuando vio a su familia expectante a sus "primeros" pasos.
Los ojos se le enrojecieron al primer paso, el pecho se le llenó de aliento propio y el corazón ¡oh! Que rápido latía ese desgraciado. Se lanzó a los brazos de Jasper con una carrera corta que la terminó de romper, dio vueltas en el aire a puro llanto de felicidad cuando el muchacho la cargó. Todos la aplaudían, sus padres estaban orgullosos de ella. Sus verdaderos padres.

—¿De verdad debo volver a casa? - Preguntó entre llantos la castaña.

—Tú te quedarás donde esté tu casa, Maeve. - Le respondió Coraline con tono dulce.

La muchacha no dejaba de llorar entre sonrisas, las lágrimas podían ser saladas pero no tenían más que azúcar y dopamina.

—Lamento interrumpir el momento, pero debo explicarte como funciona ese trasto. - Dijo Elliot y todos callaron después de una risa nasal. —La articulación funcionará según lo que tu cuerpo haga, es una pieza que si haces el amago de arrodilarte ella cederá, si corres la prótesis lo entenderá también como descubriste hace unos minutos. - Maeve asintió. —El tema de darle mantenimiento no es nada especial, sólo chequea su funcionamiento cada un tiempo.

Otra vez silencio, sólo el asentimiento de Maeve.

—Elliot y yo debemos volver al trabajo y Jasper tiene que irse a la academia. ¿Quieres que alguno te acompañe a casa?

—Estoy bien, si tengo algún problema los llamaré. - Prometió Maeve mientras se echaba su bolsito al hombro.

Se fue confiada, segura de sí al ver que la gente la miraba. Le miraban las cicatrices, le miraban la pierna y alguno que otro le silbó inlcuso al pasar. 《¿Entonces así se siente ser bonita?》. No podía mentir, todavía le era incómodo estar en un lugar tan...lleno de gente.
En la casa no tuvo ni que abrir la puerta (Porque sí, ya Maeve tenía hasta su propio par de llaves) , Agnes y Amelia la habían estado esperando sentadas en el jardín delantero.

—¡Bot! - Fue la primera reacción de la niña cuando la vio con la prótesis. —¿Y muetas?

—Ya no tengo que usar muletas, ahora puedo caminar.

La niña volvió a su juego en el césped, según ella, estaba construyendo una ciudad de pitufos a base de legos.

—Felicidades, Maeve. - Le dijo la mujer mayor en un abrazo.

Ella se fue directo a su habitación, queriendo ponerse cómoda y retomar el sueño que había interrumpido a las seis de la mañana. Blusa fuera, sujetador fuera, Maeve planeaba dormir sólo con las bragas aunque muriera de hipotermia. 《De igual forma, la calefacción está puesta》
Se sentó en la cama para quitarse la pierna, accidentalmente levantando la cabeza y encontrando su reflejo entero. Todavía no se había retirado el soporte; se levantó, así con su figura cruda ante el espejo.
《¿Esa soy yo?》tuvo que incluso tocar el vidrio para darse cuenta de que era ella misma, de que era Maeve. Se miró las cortadas en el espejo, cada una de ellas, desde las muñecas hasta los antebrazos y el torso, por supuesto, sin olvidar la del pómulo. Era la curva en su cara notable, pero ahora la línea que formaban sus labios resltaba más. 《¿Mis tetas siempre han sido así?》 Maeve se manoseó los senos, tocando lo poco que sabía de ellos, pero sin duda los veía más bonitos, raros pero bonitos. El abdomen mutilado seguía sin ser plano, y poco le importaba, le pareció sexy ver su cuerpo medio llenito. 《Jasper sin duda tiene buen gusto》 no pudo evitar reírse de su propio pensamiento.
《Jasper...》 el nombre se le quedó en el aire y los ojos se le fueron hasta las bragas. Todos esos sentimientos positivos y alentadores se le fueron al caño cuando pensó en lo que había bajo la tela que cubría su entrepierna. Estaba arruinada en ese sentido, se sentía sucia cada que recordaba el par de garras con ponzoña que la tocaron ocho años atrás.

—¿Me seguiría él queriendo si supiera lo que me pasó? - Se preguntó en voz baja, acogiendo su cuerpo entre sus propios brazos.

《¿Estará él dispuesto a tocarme sabiendo que alguien más ya lo hizo?》. Maeve se bajó las bragas y se aseguró de que la habitación estuviese totalmente cerrada. Se volvió a parar desnuda frente al espejo, colocando su banquito de pintura frente al mismo. 《Dios, espero perdonarme por esto》se dijo antes de sentarse. Estuvo unos segundos mirándose, en su cabeza debatiendo si era correcto lo que estaba pensando. Con un fuerte suspiro comenzó a abrir las piernas lentamente, agarrada a la parte trasera del asiento. Cerró los ojos con fuerza, no se atrevía a mirarse como vino al mundo. 《Carajo, Maeve, eres tú misma》.
Abrió los ojos de poquito a poco, primero uno y después el otro. La mirada le fue directo al entrepierna expuesto. Se quedó estática, con la mente vacía mientras fijaba la vista en los pliegues que nunca antes se había animado a ver, o siquiera interesarse en ellos. Se vio la vulva como un pedazo de carne rosa, nada más, era una ignorante de su propia anatomía. 《¿Se supone que es esto bonito?》 No era tampoco nada especial, sólo...algo que por algún motivo atraía a los hombres.
Echó los ojos atrás, levantándose de su lugar y volviéndose a poner las bragas para meterse abajo de las sábanas. Se durmió mosqueada con la idea de haberse visto como vino al mundo, o al menos de la forma más explícita en que alguna vez se había admirado. 《¿Me he yo alguna vez admirado?》 Pues también fue eso un logro, Maeve por primera vez en mucho tiempo se había visto como algo más que una mariposa a la que le faltaba pigmento y un ala.

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