Capítulo XIII

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A Maeve se le había concedido ponerse una prótesis provisional cada vez que quisiera para que se fuera adaptando, hoy sería la primera vez que la usara. Allí estaba ella, de pie frente al lienzo en blanco que había pedido y con una serie de pinturas junto al caballete. Jenkins no sabía lo que iba a pintar, solamente sabía que su alma imploraba por ello.
Sumergió un pincel en pintura gris, en un tono del mismo que la hacía pensar en sus problemas, un tono que seguramente sería el color con que se maquillase el espíritu de tristeza que abrazaba su corazón tan a menudo.
El primer trazo fue curvo y sin sentido, dandole pie a otro del mismo tamaño y forma, una serie de trazos sin organización en medio del lienzo blanco. Sin embargo, sentía que mientras más enredase esos hilos más bello sería el resultado.
Así lo hizo. Tomó a su madre y le plasmó en un trazo, otro para su padre, otro para su pómulo herido, su pierna, el bulling, la bulimia con las pastillas, los cortes y la sangre derramada por placer. Todo aquello que atormentaba su cabeza lo dejó en líneas disparejas y sin forma alguna que formaban un cúmulo gris, seguramente era el mismo aspecto que tenían dentro de Maeve.
Una vez se agotaron las emociones grises pasó al verde, a aquel representante de salud y felicidad tan escasa. Dos picos tuvo en su vida, dos momentos de felicidad melancólica capaces de emborracharla de confusión, por supuesto eran la ida de sus progenitores aquellas que pintó como dos lunas llenas en medio de aquel cúmulo, dos lunas que bordeó con dorado y destellos del mismo color, su vida mejoraba un poco cada vez que una de luna de su vida obtenía la fase plena.
Pero al final, ambas partidas dejaron en ella un vacío, puntos negros en medio de la felicidad. Manchas de la luna con la capacidad de almacenar dentro la inseguridad visible en los gestos constantes de Maeve. Aquel pincel de deslizó cien veces más, todas las veces necesarias. La muchacha llenó de luces y oscuridades la pintura, sombras por aquí y por allá, en el medio que había entre las dos lunas. En ese medio floreció un tronco, un árbol vacío que sólo mostraba lo que en verdad era: una estructura desnuda que no necesitaba hojas para llamar la atención.
Can you help me not to hurt anymore? You saw brilliance when the world was asleep. Maeve ni siquiera había visto el cuadro, pero sentía que debía escribir eso bajo el cúmulo con lunas.
La joven soltó el pincel cerrando los ojos, no se atrevía a ver el resultado de su arrebato emocional. Antes de todo se vio los brazos y la bata, llena de pinturas salpicadas y estaba segura de qje tendría un poco también en el cara. Su cara, Maeve no se dio cuenta pero lloró mientras pintaba, mientras exprimía su corazón en el blanco frente a ella.
Se miró hacia sus interiores antes de ver la obra, encontrando la misma paz que obtenía cuando la navaja cortaba en sus muñecas. Tenía paz y plenitud, pero oh, no, no podía darle todo el crédito al llanto liberado en el proceso. Fue suficiente con alzar la mirada para darse cuenta de la fuente de calma que irradiaba del cuadro.
Las preocupaciones grises formaban una mariposa, dentro de ella las dos lunas eran ojos y el árbol invernal era una nariz. Maeve sin darse cuenta había pintado los ojos de Jasper.

—Maldito seas, Jasper Herst, te ha sido tan fácil reemplazar a una cuchilla. - Dijo Maeve en voz alta.

Los versos bajo la mariposa los conocía tanto como el tatuaje en el antebrazo de aquel muchacho. One more light, Maeve había distorsionado la letra dando a entender que él había sido capaz de encender una farola perdida en las tinieblas.
Era un cuadro hermoso, pero no hacía falta ser un genio para saber que tenía un dueño y un propósito. Maeve dejó el lienzo secar durante horas que pasó reflexionando sobre por qué de tantos caminos posibles su corazón comenzó a reconocer a los Herst como un jardín de paz donde Jasper era una rosa blanca simple pero atrayente.
Horas más tarde, Coraline entró a la habitación, encontrando un desorden de pinturas por el suelo y una Maeve evuelta pacíficamente en el abrazo de Morfeo. Se extrañó al no ver el lienzo y aún más cuando encontró la bolsa donde venía el mismo cerrada y llena, en la parte exterior del saco había una nota con un destinatario.
What I've done; para Jasper.

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