Capítulo XLI

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El primer comprador de Maeve recién se había ido con un cuadro de naturaleza muerta que había hecho la joven hacía poco. Los billetes en sus manos parecían lo más limpio que había visto en la vida, sonreía sabiendo que los había ganado bajo su propio pincel y que no podía estar más feliz con eso.

—Estamos muy contentos de ti, Maeve. - Le comentó Elliot, viendo que la adolescente todavía miraba el dinero como lo más bonito del mundo.

Las manos del médico llevaban unos pocos minutos haciendo pruebas de sensibilidad en el muslo amputado, poniendo sobre él artefactos con vibraciones, calor o cualquier otra cosa a hacer.

—Cicatrizas rápido. Quizá dentro de una semana podremos ya ponerte la prótesis. - El comentario sacó a Maeve se su trance.

—¿No debía esperar seis meses?

—No cuando el estímulo en la zona ya no es tan horrible para ti. - El hombre se levantó mientras rascaba su barba. —Antes de marcharse, Eloise pagó la prótesis, así que no debes preocuparte por eso.

A la cabeza de Maeve llegó el recuerdo de las fotos, ya había pasado una semana desde ello y esa mujer no volvió a mostrar signos de vida. Aún así, ninguno de los dos jóvenes dijo algo o bajó la guardia.

—Esta última semana has estado extraña ¿no sucedió nada entre Jasper y tú?

—No, hemos estado bien. - Respondió con simpleza, guardando para sí misma el hecho de que le incomodaba hablar de su relación con su...¿padrastro - suegro?

《Dios, soy un cliché barato en persona》, se burló internamente mientras agarraba las muletas para volver a su habitación a mirar el techo o cualquier otra cosa no interesante. O al menos eso pensaba cuando a mitad del pasillo vio a Jasper en la segunda planta dirigirse a una habitación - que siempre le habían dicho que estaba en desuso - con su guitarra eléctrica colgada del hombro.
《¿En serio va a tocar en el trastero de la casa?》 No se podía mentir, obviamente subió las escaleras para seguirlo y ver qué diablos hacía allá con la guitarra. Por más que se acercaba no escuchaba nada de nada, ni siquiera un calentamiento de voz o a él afinando las cuerdas. Pegó el oído a la puerta, de repente cayéndose con todo y muletas cuando Jasper la abrió desde dentro.

—¿Cómo sabía que ibas a seguirme? - Le preguntó él, burlándose de ella mientras la ayudaba a levantarse.

—Quizá porque llama la atención que te metas al... - Se le cortó la voz cuando vio el interior del supuesto trastero.

Era una habitación tan pulcra como las demás, incluso contaba con una ventana. No habían cajas ni antigüedades, sólo organización, un colchón puesto en suelo con cojines encima, un puff a un lado, una estantería en una pared y luces decorativas - apagadas en ese momento - en los bordes del techo. Pero de todos modos, eso no fue lo que dejó boquiabierta a Maeve, sino el hecho de ver las primeras pinturas que hizo en el hospital colgadas en las paredes, con todo y su marco.

—¿Debería preocuparme por esto? - Indagó ella mientras avanzaba, mirando los cuadros como si fuera su propia exposición de arte. —O sea, tienes un cuarto lleno de pinturas que hice en medio de una depresión severa. ¿Es sano ver esto como arte? - Siguió con su tono jocoso, detenida delante de una pintura de una muchacha derritiéndose en una sartén.

—Es lo que sentías en ese momento, así que sí, es arte.

Maeve se atrevió a sentarse en el colchón, sintiéndose el centro de todo mientras estaba rodeada de sus propios trabajos. Jasper se sentó al lado de ella.

—Pensé que los habían donado o algo así.

—Mi mamá tuvo esa idea, pero digamos que los tomé sin decirle mis intenciones. - Se colocó la guitarra en el regazo.

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