Pasajes de Gray Butterfly

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•La última siesta a tu lado.

Ella había estado tan cansada ese día, tanto que ni la pierna robótica le sostenía el peso de los años. Ya estaba acostada, Jasper solía arroparla siempre, pero esa noche ella misma tuvo que hacerlo de las ganas que tenía de dormir.
Por más que a su marido le extrañó el gesto, decidió no darle importancia y se metió bajo el edredón junto a Maeve. Dejó un beso sobre sus labios y se acomodó en el colchón.

—Jazz. - Le llamó con vocecita débil.

—Dime, mariposita. - Sí, llevaba casi setenta años llamándola por ese apodo.

—¿Te arrepientes de haberte casado tan joven y una sola vez? - Él arrugó la expresión y se enderezó a su dirección.

—Para nada ¿Por qué lo preguntas?

Maeve le dedicó una sonrisita frágil, acogiendo una de sus manos entre las suyas.

—Ya no tengo veinte años, Jasper, y estos días he estado tan cansada, amor mío. Quiero que sepas algo. - Le puso la mano cautiva en la zona del corazón. —Eres lo más preciado que tengo en la vida. Me diste dos hijas, tres nietos y la posibilidad de no acabar conmigo cuando no tenía idea de siquiera lo que era sonreír. Te amo, mucho.

Jasper le dejó otro pico en los labios, conmovido y con las lágrimas a punto de salir. La última semana había estado temiendo por ese día, y ahora que finalmente estaba ahí, lo que más deseaba era pasar esas últimas horas escuchando el palpitar de su amada. Hacerle saber que todos esos años su amor fue correspondido, sin importar las veces que se lo había demostrado con más acciones que palabras.

—Vamos a dormir entonces, cariño, te amo. - El canoso acogió una de las manos de Maeve entre las suyas, iban a dormir así. —Dulces sueños, mariposita.

A la mañana siguiente Jasper seguía sosteniendo su mano, sin embargo, lo primero que hizo fue llorar. Su sueño se veía tan pacífico que iba a ser inútil despertarla, se había dormido ya para siempre, y el anciano no pudo hacer más que acoger el cuerpo sin alma entre sus brazos, como tratando de no dejarla ir, por más difícil que fuera retener un alma libre en un cuerpo que ya no recordaba los Te quiero.

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