Capítulo XLVII

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Jasper aparcó en el teleférico de la ciudad, prácticamente desierto por la hora que era. Maeve lo miró rebosante de ánimos, nunca había visitado esa atracción de Northfall, por lo tanto, tampoco sabía lo que aguardaba en la cima del cable.
El castaño la llevó de la mano hasta la estación donde cada dos minutos llegaba una cabina, no tuvieron que esperar mucho para conseguir una. Maeve miraba con fascinación la forma en que el pueblo se hacía más chiquito por cada segundo que pasaba, como una ciudad de hormigas iluminada y con un gran árbol de navidad brillando en medio del parque central.

—¿A cuántos lugares fuiste antes del accidente? - Preguntó Jasper de repente.

—No más que el hospital, el parque de diversiones y algún que otro restaurante. Jamás vine a sitios como este, y créeme que me arrepiento de ello. - Cuando terminó la respuesta devolvió su vista a las ventanas de la cabina, prestándole más atención a las montañas de la lejanía.

—Entonces supongo que será divertido enseñarte a patinar sobre hielo. - La cara se le puso de quince colores a Maeve.

—¿Te diviertes haciéndome pasar vergüenza? - Protestó, sabiendo que se estaba riendo para sus interiores.

—Puedo garantizarte que a esta hora, por experiencia, no hay nadie en la pista.

Cuando el teleférico llegó hasta su punto máximo los jóvenes salieron de aquella jaula metálica, encontrándose inmediatamente la pista, que como Jasper prometió, estaba vacía. El frío los golpeó como un tren.

—¿Seguro que quieres realizar la ardua tarea de invitarme a bailar? - Juguetó ella mientras se acercaban a la pista.

—La última vez que bailamos te besé por primera vez, estoy dispuesto a tomar el riesgo.

Se colocaron los patines rentados a la entrada de la pista, Jasper siendo el primero que se lanzó al hielo a dar piruetas sencillas como giros o simplemente caminar marcha atrás en lo que Maeve lo miraba aferrada al arco donde estaba. El muchacho se acercó a ella, tomando sus manos e introduciéndola hacia la lisura bajo el.

—Inclínate hacia adelante para avanzar y haz como si estuvieras corriendo cada que quieras tomar impulso.

A la primera que Maeve trató de ir hacia adelante se cayó en el hielo, estallando a carcajadas mientras Jasper la levantaba esa y todas las demás que se fue abajo. No lograba hacer nada por más que lo intentara, limitándose a ser arrastrada por el muchacho, y sólo así, logró dar algún que otro deslizamiento que acabaron de igual manera con ella en el piso.

—Intentemos otra cosa. - Jasper volvió a levatarla, aproximadamente siendo esa vez la novena caída.

—Te agradecería si fuera una actividad que no lleve cuchillas en mis pies, ya para tener metal en ellos tengo una pierna robótica.

—Un último intento, te lo prometo, pero primero debes quitarte los patines.

Maeve los soltó a mitad de la pista, quedándose en su calceta y plataforma desnuda. Sin esperarlo, Jasper la puso sobre su espalda tal y como solía hacer cuando usaba ella muletas. Así le dio vueltas, las mismas que daba él pero ahora permitiéndole a ella también disfrutarlas. La muchacha reía sin cesar, sintiendo que volaba entre las estrellas que tan cerca parecían estar.
Cuando volvió a tocar tierra con sus tenis lo único que percibía eran sus latidos felices mientras miraba a Jasper atarse los cordones.

—Te compensaré estas clases fallidas. ¿A dónde quisieras ir? - Le dijo cuando alzó la cabeza.

Sus ojos avellana encontraron a Maeve revoloteando, dando vueltecitas infantiles y pasos sin sentido aparente. Era una danza aniñada lo que estaba haciendo.

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