Capítulo XXIV

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Sobre el colchón suave tiró el libro que estaba leyendo. Maeve frotó su rostro con sus manos luego de haber pasado horas leyéndose lo que debía ser una guía con técnicas para mejorar su habilidad de pintura que al final resultó ser una basura. Como ese tenía otros libros que los Herst rescataron, pero sus ojos pedían un descanso de tanto fijarse.
Por otro lado, su estómago estaba pidiendo atención y a Maeve le daba tremenda vergüenza ir a pedir algo de comer, aunque de igual forma la cena no debía demorar mucho porque llevaba al menos media hora oliendo un delicioso aroma a pollo y condimentos. Agarró las muletas en un subidón de confianza y se dispuso a recorrer el pasillo hacia el comedor.
Atravesó la sala y lo primero que vio fue a Jasper colocando los cubiertos y platos en la mesa de madera vestida con un precioso mantel que no estaba cuando ella llegó.

—La comida estará lista en nada, puedes ir sentándote si quieres. En aquella silla. - Jasper le señaló un puesto.

Ella murmuró un gracias que él pudo escuchar para después retirarse a la cocina para ayudar a traer las fuentes de comida. Maeve se permitió elogiar internamente lo servicial que se veía Jasper ayudando en la casa, aunque de cualquier forma, seguía siendo un caballero baboso.
Mientras esperaba, Coraline llegó con Amelia y la puso en una sillita frente a ella, al lado de donde se sentaba la matriarca. La mujer le dedicó una sonrisa a ambas y se fue a la cocina para después volver con un gran tazón de arroz y detrás suyo, su marido con un tazón del mismo tamaño con piezas de pollo y patatas, por último, Jasper se aproximaba también con una fuente llena de vegetales en una mano y en la otra una jarra con lo que parecía jugo.
En silencio dejaron todo sobre la mesa mientras se aseguraban de que no faltase nada, luego tomaron asiento.

—¿Oras antes de comer, Maeve? - Le preguntó Elliot, a lo que ella negó. —Supongo que entonces podemos comenzar la cena.

La muchacha vio como todos comenzaron a servirse de los manjares sobre la mesa, siendo ella incapaz de agarrar siquiera un cubierto. Estaba estática mientras veía a los Herst llenar sus platos, su comportamiento no pasó desapercibido ante ninguno, inlcuso Amelia se dio cuenta.

—¿No tienes hambre? - Le susurró Jasper, que estaba sentado a su lado.

—Me da vergüenza servirme. - Le devolvió ella el murmullo.

—Dime lo que quieres y yo te lo serviré. - Maeve comenzó a negar.

—¡No!, eso me daría más - Fue interrumpida por Jasper.

—No te quedarás sin comer, dime lo que quieres. - Ya Maeve estaba derrotada, con el rostro colorado y con los ojos avellana del muchacho sobre ella.

—Arroz, pollo y patatas. - Le respondió con un hilo de voz.

Maeve sentía que se le iba a caer la cara en la mesa mientras veía como Jasper agarraba su plato para servirle una porción moderada de cada cosa. Trataba de ignorar el hecho de que estaba en una mesa familiar, pero no podía sacarse de la cabeza que habían personas mirándola así tan tímida, tan inútil.
De un momento a otro comenzó a tener dificultades para respirar, nada grave, ya era algo que había vivido, pero seguía siendo desagradable sentir como la ansiedad cerraba su pecho como quieriendo encoger sus pulmones por cada segundo que pasaba.

—Maeve, si te sientes incómoda puedes comer después de nosotros. - Le dijo Coraline en un susurro.

—Estoy bien, son sólo nervios.

Coraline se sintió bien cuando vio la forma en que la muchacha comenzaba a restarle atención a temas como ese, ver que estaba aprendiendo a controlar sus emociones o al menos tratando de hacerlo. Desde el otro lado de la mesa, Elliot también sonrió mientras compartía una mirada con su esposa.
Cuando Maeve tuvo el plato frente a ella se animó a agarrar el tenedor, aún mirando la comida como si de un enemigo se tratase. Se llevó a la boca un bocado, abriendo los ojos en demasía ante el sabor delicioso que sólo había probado en los restaurantes donde Eloise solía llevarla antes de convertirse totalmente en la bruja de su cuento. Agarró otro bocado con más confianza, su paladar pidiendo más del deleite culinario ante ella.

—Elliot es prácticamente el chef de la casa, cada vez que hay una cena especial es él quien cocina el menú. - Comentó Coraline para elogiar a su esposo.

Maeve les sonrió a ambos aún moliendo comida en los cachetes, no dejando de pasar por alto lo de "cena especial".

—Mañana te quedarás en casa con Amelia y mi madre, Agnes, ella es desde siempre la cuidadora de los niños. - Comentó Elliot a Maeve. —Sólo quería que lo supieras, estoy seguro de que se llevarán bien entre las tres.

—Está bien, de todos modos, mañana comenzaré a buscar trabajo para poner mi grano de arena mientras estoy aquí. - Le respondió Jenkins.

—Si trabajas que sea por un gusto tuyo, no queremos que te sientas alquilada cuando eres nuestra invitada.

—Estaba pensando en vender pinturas en línea. - Le dijo a Elliot, a la vez mirando a Jasper. —De igual forma, no es como que pueda aspirar a grandes pasos desde donde estoy. - Comentó Maeve, tratando de hacer un chiste.

Ninguno en la mesa entendió la indirecta, Jenkins sintió que su figura se reducía al tamaño de un guisante. O eso pasó hasta que Jasper soltó una risa nasal, logrando reconfortarla un poco y devolverle el brillo que estaba ganando en los ojos. El humor negro había sido para Maeve una forma de reírse de sus propias desgracias una vez más, sólo que era más fácil encontrar chistes de discapacitados, que de madres que no se ocupan de sus hijas.

—Sigo pensando que el humor negro no es divertido. - Comentó Coraline mientras cortaba un pedazo de pollo.

—¡Vamos, ma! ¿A que no sabes lo que es una persona con lepra en una piscina? - Ese chiste se lo había enseñado Maeve, la cual ya se estaba aguantando la risa a su lado. —Una pastilla efervescente.

La joven estalló en risas cuando escuchó una vez más su propio chiste. El sonido contagió a todos en la mesa, incluso la bebé desde su sillita se rió con tal de seguir la corriente de su familia. Ese momento logró establecer un ambiente que perduró hasta el final de la comida, un ambiente donde Maeve sintió que encajaba en un lugar, en una familia.

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