Capítulo XLVI

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Estaba frustrado, no sabía si tirar el teléfono a un rincón o contar hasta diez por cuarta vez. Le habían enviado fotos nuevas, las dos igual de reveladoras y repugnantes: eran sobre Maeve dormida, casi desnuda y obviamente, sin ser consciente de que estaba siendo fotografiada. Se pasó las manos por el rostro, encerrado en la jaula que le impedía contarle a sus padres o a las autoridades a petición de su novia.
En medio de su enojo escuchó las chancletas de Maeve resonar contra el suelo, al parecer porque venía corriendo y bastante emocionada.

—¡Jasper, Jasper, Jasper! - Ella se alabanzó sobre él, chillando de la emoción.

—Cálmate, mariposita, dime que pasa. - Le dijo cuando la vio tratando de explicar y la emoción enredando sus cuerdas vocales.

—¡Aceptaron mi solicitud para estar en la exposición de arte por año nuevo de esta noche! - Ella exclamó, agitando las manos casi como una foca.

Jasper se quedó en shock por unos segundos, todavía teniendo en la cabeza las fotos que le hablan mandado; pero miró a Maeve tan emocionada y realmente tuvo que seguirle la corriente para no echarle abajo el sentimiento.

—¡Eso es genial, mi amor, felicidades! - La abrazó, ella todavía chillando. —¿Pero será esta misma noche? - Maeve asintió.

—Básicamente envié mi pintura en físico hace unos días y hoy me llegó la invitación VIP. Se siente como un sueño hecho realidad, Jazz. - Se dejó caer en la cama, moviendo brazos y piernas como una estrella de mar.

El muchacho la miró un momento, realmente valorando si decirle lo de las nuevas fotos. Oh, no le cabría en la cabeza el cargo si cambiara el mohín entusiasmado por una mueca frustrada.

—¿Necesitas que te lleve a la galería? - Ella le lanzó una mirada traviesa.

—Claro que me vas a llevar, si te estoy invitando a una cita. - Jasper la miró con sorpresa, no pudiendo sostener la carcajada ni esquivar los manotazos de Maeve. —¡Es en serio! Que tú seas el hombre de la relación no me quita autoridad para invitarte a salir.

—Es sólo que...creo que los baños de burbujas te hacen bien. - El sonrojo le cubrió toda la cara a Maeve, que directamente agarró una almohada y comenzó a pegarle con la misma.

—¡Yah, prepárate que en cuatro horas tenemos que estar allá! - Jasper miró el reloj.

—Pero si son las tres de la tarde, mujer.

—Sí, pero todavía tengo que seguir propagando mi emoción en la casa y darme un baño; así que... - Comenzó a irse, y antes de hacerlo por completo se asomó por la puerta. —Nos vemos en un ratito. - Y le lanzó un beso que él atrapó.

Jasper se rió cuando escuchó los chillidos en el piso de abajo y después aplausos y elogios. Se miró el tatuaje y después a su estante con las guitrras, se miró hacia sus adentros y luego al cuadro de Maeve. No tenía ni idea de en qué estaba pensando, pero se había olvidado del correo sin remitente.
A las tres horas, Maeve salió de su cuarto actuando un caminar coqueto, pavoneándose con las manos en la cintura mientras las sandalias hacían tac - tac - tac en el piso. Toda la familia estaba en la sala, esperando para ver a la artista llegar. Jasper no podía evitar volverse loco cada que la veía, no importaba la ropa que tuviera puesta.

—¿Me veo bien? - Preguntó Maeve, dando una vuelta en su lugar.

Tenía el cabello suelto, el vestido era marrón, de mangas largas y pegado al cuerpo, le llegaba más menos hasta la mitad del muslo  -  inicios de la prótesis. Era sencillo sin llegar a lo banal, elegante sin resaltar. Por supuesto, no podía faltar una chaqueta para no morir congelada.
Jasper se acercó a ella, tomándola de la cintura y dejando un beso en la punta de su nariz.

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