Capítulo X

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La melodía de Snuff era producida por la guitarra eléctrica, Amelia movía su cuerpecito al ritmo de la voz de su hermano completada por la cuerdas. Agnes se encontraba en la cocina, ajena del concierto de Slipknot que había en el segundo piso de la casa mientras preparaba la cena. De repente, el móvil de Jasper comienza a sonar. El contacto Mamá 😘 estaba en la parte superior de la pantalla, obviamente contestó.

—Hola mamá ¿Ya vienen en camino?

—En realidad necesito pedirte que me traigas una serie de documentos que necesito para acabar el día. - Jasper frunció el ceño, a su madre prácticamente nunca se le quedaba nada.

—Está bien, dime lo que necesites. - El mayor de los Herst se levantó de la cama y dejó la guitarra en su respectivo lugar.

—Es una carpeta azul que tengo sobre mi escritorio, la olvidé hoy y realmente la necesito.

—Sin problemas, dame unos veinte minutos. - Jasper ya estaba en la oficina que compartían sus padres en casa, viendo la carpeta en el escritorio mencionado.

—Muchas gracias, cariño, te espero. - Cayó la llamada.

El muchacho agarró la carpeta, y así vestido con una camisa vieja y unos pantalones de chándal bajó al primer piso para avisarle a Agnes sobre su misión. La anciana obviamente no se presentó en contra de ello, sólo le deseó que tuviese cuidado mientras lo escuchaba tomar las llaves de su auto.
Jasper condujo hasta el hospital a cierta velocidad, su madre estaría probablemente agotada y con ganas de llegar a casa. No es que el edificio estuviese tampoco demasiado lejos, como mucho a unos cuatro kilómetros de su hogar; le tomó unos diez minutos llegar.
Una vez estuvo en la recepción del primer piso fue directamente al ascensor hacia la sexta planta. Con la carpeta bajo el brazo dio pasos apresurados hasta el lugar donde su madre lo esperaba, al abrir la puerta vio su rostro cansado y a la vez feliz por verlo llegar.

—Aquí está la carpeta. - Coraline la recibió y revisó, con cuidado de que su hijo no viese el contenido dentro de la cartulina.

—Muchas gracias, en serio no sé cómo se me pudieron haber olvidado documentos tan importantes. - La mujer dejó el pedido sobre el escritorio.

—Supongo que puedo esperar hasta que salg - Coraline lo interrumpió.

—De hecho, quisiera que revisaras a una paciente por mí, que le hagas llegar unas pastillas de mi parte. - Jasper arqueó una ceja, oliendo definitivamente el gato encerrado de aquella orden.

Sin darle tiempo a aceptar o negar, la cirujana puso en la palma de su hijo una tableta blanca de quién sabrá qué y le dio unas palmaditas en los hombros.

—Habitación sesenta y siete. - Jasper se dio media vuelta, pero detuvo su paso cuando su madre le dio una nueva indicación. —Si puedes habla un poco con ella, es una paciente que necesita más un abrazo que una pastilla.

El muchacho ahora sí se marchó, repitiendo en su cabeza el número del cuarto al que había sido mandado. En su mano apretaba la tableta sellada dentro de un paquetito de nylon mientras jugaba a adivinar para qué sería la pastilla (Que sinceramente se veía igual a cualquier otra). Sus pasos lo llevaron escaleras abajo hasta el segundo piso en el pasillo de internados, no pudo evitar recordar a la muchacha que unos días antes había auxiliado para caminar, recordar el cielo sin estrellas de sus ojos preciosos.
Buscó hasta llegar a una de las puertas, la que tenía el número que le había sido indicado. No se molestó en tocar, con su característico atrevimiento entró a la habitación. Fue grande y complaciente la sorpresa que se llevó al ver a Maeve Jenkins una vez más.

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