Capítulo 5

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A la semana siguiente el lunes, Lekai se levantó temprano y dispuso en su maleta lo que necesitaría para la competencia. Ropa, cosas del aseo personal, libros y su celular. Probablemente se lo quitarían, pero no quería dejarlo en casa.

Pese a que sus ahorros seguían siendo modestos, aun eran mayores a comparación de hace años, así que pudo rentar una casa más grande que la de aquella vez. Si, era a las afueras de la ciudad, pero esta no tenia goteras por si llovía y el vecindario era más colorido que el otro donde las casas de aluminio podrido daban aspecto de contener enfermedades.

Salió temprano dispuesto a tomar el transporte público hacia el centro del capitolio cuando su celular sonó. Su cara, que normalmente era una capa antártica, se volvió suave y relajada.

– ¿Hola?

– ¡Cariño! – Gritó una voz femenina desde el otro lado – ¿Cómo estás? ¿Todo bien? ¿Desayunaste? espero que te vaya maravilloso en tu primer día, haz amiguitos e intenta no matar a tus enemigos ¡te quiero!

Lekai, ya poco acostumbrado a mostrar sus emociones, sonrió un poco y negó con la cabeza.

– Si, todo bien, ya desayuné, no quiero amigos y dudo que pueda matar a alguien... al menos hoy no.

– ¡Oye! Te falto algo – dijo la voz indignada del otro lado

– A si... yo también te quiero.

Después de un rato mas charlando el chico subió al transporte y miro la ciudad de forma un tanto rara.

Ciertamente un lugar como el capitolio sería diferente después de 7 años, pero por alguna extraña razón sintió como si solo hubieran pasado algunas semanas, aun podía ver su antiguo yo recorriendo las calles rumbo a la biblioteca, o trabajando como mandadero para ganar el dinero de la renta y la cuota de la academia.

En aquellos momentos se había sentido débil, que estaba todo haciéndolo de forma automática y desesperada. Ahora se sentía tranquilo, relajado y con la suficiente confianza para saber que saldría de esa competencia siendo un legionario.

El autobús llego a la estación del centro y Lekai bajó, a pocos metros de ahí se encontraba la fuente donde se había derrumbado por primera vez en público, donde creía que ya no podría continuar. Recordó entonces a la pequeña elfa que había llegado a decirle que debía seguir luchando, sonrió ligeramente por ese recuerdo y tomo su maleta dispuesto a llegar a su destino.

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Luna se paseaba por la pequeña cocina de la casa tarareando una canción, había terminado de desayunar y quería arreglar la cocina antes de ir a hacer sus mandados del día. Un toque en la puerta la detuvo en lo que estaba haciendo.

Abrió para ver a Tony pegado a la puerta con una canasta de frutas y otra de panes

– Hola, hola – se atrevió a pasar sin permiso alguno – mi madre me dijo que te trajera estas cosas, ahora que casi te vas, dice que el capitolio es un lugar muy caro y que una chica debe mantenerse nutrida, come esto y ahorra él dinero.

Luna sonrió ante eso y agradeció los regalos, no hacía mucho se había ido a vivir ahí y Tony había sido de los primeros en darle la bienvenida.

Era un chico muy peculiar, tenía una tez pálida y cabello rojo, con pecas y de aspecto sensible. Él y su madre vivían juntos a unas cuantas casas de ahí y eran vecinos que se frecuentaban.

– Por cierto ¿ya hay un comprador? – preguntó Tony cuando vio que los pocos muebles de la casa habían sido embalados.

– Pues si – sonrió Luna de forma angelical – llegará dentro de poco para ver la casa y haremos trato directo.

Legionarios: El Nacer Del Fénix (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora