Capítulo 30

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Dory terminaba de calentar cuando vio entrar al ala de entrenamiento a Lekai, su corazón martilleo irregularmente y sus mejillas se calentaron un poco.

Era de esas chicas que adoraban ver un buen cuerpo masculino, pero sentía que con Lekai era diferente, no sabía si era su aura poderosa que la hacía sentir segura o esa forma metódica de hacer las cosas que la tenía tan fascinada.

Dory estaba empezando a sentirse atraída por Lekai.

– Cuidado Dory – señaló Sienna mientras estiraba las piernas – creo que se te está cayendo la baba

– En efecto pequeña – secundó Tai poniendo su dedo en la comisura de la boca – justo ahí en esa parte, pareciera que viste un buen trozo de carne.

– Cállense los dos – espetó Dory, pero aun así se limpió la boca como si realmente se le hubiera escapado algo.

Sienna y Tai solo pudieron echarse a reír.

Lekai comenzó a calentar ajeno a la mirada abrazadora de Dory y esta contempló como grácilmente movía su cuerpo estirando esos músculos definidos. Ella sabía, sin que nadie le dijera, que bajo ese traje el chico se debía ver muy bien.

– ¿Listos?

Dory escuchó la voz de Gustaf y se sobresaltó, por un momento había olvidado que estaban por empezar a entrenar.

Se acercó a la mesa de armas para tomar la guadaña que iba a utilizar cuando alguien fue más rápido y la tomó segundos antes que ella, dejándola con el brazo estirado en el aire.

– Oye ¿Quién te crees que...?

Dory quedó a media frase cuando vio a Lekai con la guadaña en la mano. El chico volteo a verla, su cara sin emoción alguna, y entonces estiró el brazo entregando el arma.

– Lo siento ¿La querías tú? – Preguntó con ese tono de voz grave que a ella le empezaba a encantar

– No, no, puedes... puedes tomarla tu

– No es necesario – insistió Lekai – solo estaba observándola, realmente no trabajaré con ella.

Dory estaba por decirle que podían entrenar juntos si quería, pero alguien más le ganó la palabra.

– Pero si es nada más y nada menos que nuestro fénix – sonrió Gustaf mientras pasaba un brazo por los hombros de Dory – justamente estábamos por entrenar ¿te nos unes?

Dory intentaba salir de su abrazo hasta que escucho el sí de Lekai y dejó de moverse ¿Realmente había dicho que sí?

– Bien niño bonito – dijo Gustaf complacido – elige tu arma.

Ella tuvo que rodar los ojos, Gustaf le decía niño o jovencito aun cuando solo se llevaban un año y pocos meses de edad. No sabía si lo hacía para acentuar el hecho de que él era un legionario y Lekai no, o solo lo hacía para molestarlo.

Cualquiera de los dos casos a Dory le parecía muy infantil.

Lekai observaba la enorme mesa que contenía todas las armas disponibles y se encogió de hombros con indiferencia

– Me da igual el arma, mejor elija usted.

Para este punto Opal, Sienna, Tai y algunos legionarios más se habían acercado para tomar armas también y se quedaron callados cuando escucharon al novato hablar con tanta confianza. Si, era el primer estudiante en la historia en ir a la central aun sin haberse graduado, pero ¿era necesario presumir?

Gustaf entrecerró los ojos, pero no se veía enojado, por el contrario, solo sonrió de lado.

– Así que sabes usar todas las armas ¿he? ¿Quién eres? ¿La reencarnación de un Dios?

Legionarios: El Nacer Del Fénix (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora