Capítulo 32

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– Una vez más – suena en la habitación.

Las respiraciones pesadas caían una por una en la silenciosa cabaña, tres cuerpos sudorosos intentaban con todas sus fuerzas seguir el ritmo de la bestia frente a ellos sin lograrlo en absoluto.

– Es solo un corte después del primer golpe – señaló Lekai mientras volvía a mostrarles la postura extraña que asemejaba un movimiento de aire con uno de tierra.

Él creía que Mako y Silver tendrían ventaja sobre Ren en esto, pero ni ellos podían hacer un corte limpio.

Los tres se volvieron a erguir e intentaron la postura, fracasando estrepitosamente como lo hicieron toda la mañana.

– Sus cerebros están intentando saber de qué facción es la postura porque les han enseñado a pensar así, pero aquí en mi sala de entrenamiento las facciones no existen, aquí el único elemento que resalta en su fuerza espiritual – continuó Lekai con paciencia a pesar de sentirse decepcionado.

Él había creído que en la semana de su ausencia habría un gran avance, pero, por el contrario, pareciera que habían retrocedido.

Los chicos no se perdieron la desilusión que bailaba en los ojos del maestro y se sintieron mal por ello. Lo que menos querían era decepcionarlo, pero parecía que era justo lo que estaban haciendo.

Después de unos intentos más, donde no pudieron hacer la postura de forma limpia, Lekai los dejó descansar y después los sorprendió pidiéndoles que salieran con él al patio.

Los tres miraban confundidos a Lekai cuando este les ofreció tres hojas de árbol que tenía en el puño. Cada uno de ellos tomó una, notando que eran de diferentes tamaños.

– Quien tenga la hoja más grande peleara conmigo, aquí, ahora.

Tres pares de ojos casi se salen de sus cuencas mientras observaban con urgencia quien tenía la hoja más grande.

– Mierda – maldijo Ren al ver que era el elegido.

Lekai se puso en posición de combate y esperó a que Ren se posicionara.

– Suerte – le dijo Silver

Mako parecía estar rezando oraciones para él.

Ren, sin ningún tipo de confianza, se posicionó y esperó que Lekai atacara.

Una llamarada, que pareciera estar en estado líquido, salió de las manos de Lekai y rodeó a Ren antes de que pudiera hacer algo, entonces comenzó a cerrarlo como si fuera una cadena.

Ren se tiró al suelo y rodó para pasar a tomar agua del subsuelo y apagarla, pero descuidó su costado izquierdo y Lekai lanzó una patada que lo hizo volar y golpearse con un árbol.

– Regla número uno: mantén la vista en tu oponente – señaló Lekai mientras seguía soltando ataques que Ren solo podía desviar con apuro.

En uno de los desplantes de su contrincante, Ren vio un hueco donde podía atacar y lanzó un látigo lo suficiente fuerte para desestabilizar el pie de Lekai, pero aun con eso no pudo detener el ataque que golpeó su estómago.

– Regla número dos: no subestimes a tu enemigo, aun cuando lo tocas con tu ataque.

Lekai lanzó más golpes contundentes, llamaradas que procedían a salir como lluvia una tras otra, todas en perfecta sincronización.

Ren, por su parte, buscaba la forma de desviar los ataques, lanzar los suyos propios para que llegaran a su oponente y de no morir en el proceso. De preferencia.

Llegó un punto donde Lekai parecía despiadado y siguió enviando más golpes.

Ren se comenzó a sentir acorralado hasta que vio una enredadera del árbol tirada, las gotas de roció daban a entender que tenía agua.

Legionarios: El Nacer Del Fénix (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora