Capítulo 16

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Luna había pedido permiso en la escuela para faltar, porque Kai ya le había mandado un mensaje diciéndole que hoy era su día de ocio. Así que, mientras sacaba del horno el pollo al cilantro que había hecho, la puerta se abrió.

Rápidamente se quitó los guantes de cocina y corrió a la entrada para abrazar al chico que había llegado.

– Oh cariño, te he extrañado mucho.

Sintiéndose renovado con el abrazo de Luna, le sonrió un poco y revolvió su cabeza.

– Yo también te he extrañado ¿Cómo va todo? ¿Te has adaptado bien a la academia?

Sonriéndole aun más, lo beso en los labios.

– Sí, me va estupendo, mis compañeros son increíbles, y mis maestros son muy sabios.

Kai la observó durante unos segundos, pero la chica parecía realmente feliz, así que dejo el tema por un rato.

– ¿Qué hay de Tony? ¿Le gustó su visita al capitolio?

– ¿Bromeas? – cuestionó mientras regresaba a la cocina – ese chico quería quedarse dos semanas, pero su mamá se lo prohibió y tuvo que regresarse con su clase.

Observando el pollo en la barra de la cocina, Kai alzó un poco las cejas – ¿Y esto?

– ¿Quién crees? – Rodó los ojos Luna – la mamá de Tony lo mandó, no tengo ni la menor idea de cómo convenció al chofer del autobús escolar que subiera la caja con el pollo y las especies dentro.

Escuchando la historia Kai se rio imaginándolo, pero después su sonrisa murió por completo.

– Debes estar muy cansada con ir a la academia de día y trabajar en la tarde.

– No empieces Lekai – espetó Luna apuntándole con el cucharón – estuve viviendo en tu casa por 3 años y ahora también vivo en un lugar tuyo. Necesito ayudarte con los gastos.

Luna amaba ayudar en la economía de la casa, Kai se había puesto a pensar lo que pasaría cuando el entrara a la competencia y la dejara sola, pero ella le había dicho que encontraría trabajo y que la venta de la casa en San Calafia les daría también un margen para respirar. El capitolio era un lugar caro para vivir, realmente hacían su mejor esfuerzo.

Luna, queriendo olvidar el tema del dinero, le pidió que se lavara las manos para comer mientras disponía la mesa.

Durante la comida hablaron de la competencia, de cómo le iba a Luna en sus clases, a pesar de que realmente ella no quería hablar mucho del tema, y de otras trivialidades en perfecta armonía.

Kai decidió empezar su conversación con las malas noticias, y le contó lo sucedido el día de ayer con el anuncio del rango.

– Idiotas, todos ellos no saben más que causar problemas, por cierto ¿Ayudaste a alguien? ¿No te dolió? – sonrió de forma picara – eso quiere decir que estás haciendo amiguitos, te dejo estar en compañía femenina, pero nada de contacto físico y nada de llamarte Kai ¿De acuerdo?

Kai solo rodó los ojos y tomó un sorbo de su bebida antes de hablar.

– Lo ayudé porque me dieron una tonta carta de "misión personal" en la cual decía que fuera más sociable, pero realmente no funcionó.

Luna rápidamente vio las sombras bailar en los ojos de Kai y supo que había algo más que lo inquietaba, su intuición siempre solía ser atinada.

– Así que no puedes socializar con tus compañeros ¿Verdad?

– No – murmuró Kai – y ahora no dejo de pensar que algún día 19 de ellos serán con los que tendré que trabajar. No sé cómo enfrentarlos.

Luna consideró que debía ser difícil para Kai intentar abrirse con las personas. Toda su vida le fue enseñado a estar por su cuenta. Había visto a los niños ser adoptados y él nunca lo fue, luego al crecer la gente lo evitó e incluso se burlaban de él. La confianza y autoestima que Kai debió desarrollar en su infancia y adolescencia nunca llegó y se cubrió de introversión y desinterés.

Legionarios: El Nacer Del Fénix (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora