Capítulo 20

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Hace 3 años en San Calafia

Lekai hacia su entrenamiento básico de relajación, escuchando a los pájaros y sintiendo la brisa fresca de la mañana, intentando alcanzar ese punto de meditación donde todo era paz y armonía.

Lo único que ensombrecía su estado de tranquilidad era la persona a su lado.

La pequeña elfa respiraba pesado y tomaba agua en exceso, en la frente comenzaban a formársele gotas de sudor.

– ¿Por qué demonios es tan difícil? Quiero decir ¡es solo una postura! ¿Por qué no la puedo hacer?

– Porque estás pensando como maestra agua – le dijo Lekai sin abrir los ojos.

– ¿Tal vez porque soy una? Es como decirle a una vaca que deje de tener pensamientos de vaca, quiero decir ¿las vacas tienen pensamientos? Si es así ¿serán sobre como los granjeros les tocan sus senos? Porque...

– Te saliste del tema – le dijo Lekai frunciendo el ceño – lo que necesitas es pensar como elemental, si sigues pensando en solo el agua nunca podrás hacer técnicas de otros elementos, en especial del fuego.

La pequeña elfa pareció suspirar y volvió a comprometerse con la técnica, la décima vez le salió mucho mejor y Lekai la dejo ir a que se duchara y descansara.

Una vez solo se concentró en respirar, llamó a su elemento y comenzó a moverse, primero su fuego paso por sus pies, picando en sus plantas, haciendo que una serpiente de fuego saliera de la tierra como fuego artificial, después una danza ligera subió esas serpientes, destellando en el aire en forma de remolino, pronto se volvió un fuego liquido extremadamente pesado, pero de movimientos ligeros, las ráfagas venían de una en una, golpes aquí y golpes haya.

Pronto el fuego se volvió azul.

Lekai recordó aquellos tiempos donde era un niño indefenso, donde pasaba de casa en casa, sin familia, sin hogar... sin amor.

Pero ahora en su cabeza se encontraban destellos de su realidad, él tenía amigos, una casa, un sueño y un futuro. De repente, como una luz incandescente abrió los ojos y notó la chispa en su mano, fue tan sorprendente que la lanzó hacia unos arbustos que se empezaron a quemar en el acto.

– ¡Dioses de los incendios! – gritó Luna y lanzó una culebra de agua para cesar el fuego.

Lekai veía sus manos que aun lanzaban pequeñas chispas, no sabía si debía sentirse eufórico, él... ¿Lo había logrado? ¿Realmente había llegado al nirvana de su poder?

– Demonios Kai, creí que ya no cometías errores de novato, mira que venir a quemar un pobre....

La voz de la pequeña elfa se desvaneció cuando vio los dedos de Lekai, el mismo no sabía que decir, que hacer. De repente el patio trasero se llenó de silencio, Lekai podía incluso decir que los pájaros que cantaban tan alegremente hace un rato se callaron solo para verlo a él, observar lo que había logrado

– Kai te das... ¿Te das cuenta de lo que acabas de hacer? – Preguntó la pequeña elfa – eres probablemente el único maestro fuego que ha podido realizar un rayo ¡un rayo Kai!

Lekai comenzó a asimilar ese hecho y se sintió eufórico en cuanto el conocimiento de ello se le asentó bien en el cerebro, tomó a la pequeña elfa de la cintura y la hizo girar en el aire, cuando la bajó le beso ambos cachetes y la frente

– Lo hice, realmente lo hice... ¡Lo logre elfa!, tengo que... tengo que contárselo a Tony y a su mamá, y tal vez debería contárselo a Fredo, pero entonces el no entendería lo que le digo ¿Me estoy volviendo loco? Porque así es justo como me siento.

Legionarios: El Nacer Del Fénix (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora