Capítulo 1

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Me encontraba en la biblioteca copiando los apuntes del cuaderno de Luna Lovegood. Hace unos días que había estado faltando a clases y debía ponerme al día.

-Enserio gracias por prestarme tus apuntes Lunita- dije, mientras le sonreía amablemente y tomaba más tinta para mi pluma.

-No hay problema isa, sabes que puedes pedirme lo que quieras- respondió Lovegood, devolviéndome la sonrisa.

Luna y yo llevábamos siendo amigas desde que entramos a Hogwarts. Nos conocimos en primer año, luego de que ambas quedáramos en Ravenclaw.

Luna no era una chica normal antes los ojos de los demás estudiantes. Según muchos de ellos, ella era considerada una friki, bueno así es como la llamaban. Me gustaba pensar que ella no estaba enterada sobre las cosas que decían a sus espaldas, incluso desde el día que la conocí siempre trate de cuidarla, sabía que ella no se merecía ese trato. Era tan dulce y atenta, cariñosa, amigable; simplemente era diferente y por eso era mi amiga, mi mejor amiga.

Unas horas más tarde, la mayoría de los estudiantes ya se encontraban en sus salas comunes o en sus habitaciones.

Yo aun seguía en la biblioteca y Luna estaba sentada frente a mí, de vez en cuando, levantaba mi vista y veía como ella a fuerzas intentaba no dormirse sobre la mesa.

Solté mi pluma y dije.

-Luna... puedes irte a dormir si quieres, mañana te devuelvo los apuntes.

Luna me miro un poco indecisa.

-¿Estas segura?-pregunto.-Puedo quedarme a esperarte.- dijo aun haciendo un esfuerzo para no cerrar los ojos.

Sonreí gentilmente y negué con la cabeza.

Ella dudo un poco al principio, pero segundos después sonrió aliviada y feliz de por fin poder ir a su habitación a descansar; junto algunas de sus cosas y salió por la puerta de la biblioteca.

No tardó más de 10 minutos que el sueño me invadiera a mí también, así que junte mis cosas y comencé a caminar por los oscuros pasillos de Hogwarts.

Sinceramente, la oscuridad nunca fue de mi agrado. Me atemorizaba el hecho de no saber con pura certeza que es lo había en ella, pero a pesar de eso siempre solía caminar por los pasillos de noche cuando no lograba conciliar el sueño. Mamá decía que era mejor tomar a los miedos de la mano.

Cuando me estaba acercando a mi sala común, sentí un fuerte tironeo del hombro, que hizo que me estampara contra la pared más cercana.

Al principio mi presión se disparó y mi cuerpo comenzó a temblar. Quería gritar, pero siempre me paso que en situaciones de miedo y pánico, nunca se cómo reaccionar, me quedo inmóvil y es como si mi voz desapareciera.

Una mano cubrió mi boca y el cuerpo de esa persona se acercó a mí.

-Lo siento.... no quería asustarte.- esa voz... la conocía bien. Él sonrió con arrogancia al ver mi cuerpo temblando. -Te necesito mañana en mi habitación, a las 11pm-dijo quitando su mano de mi boca, pero sentí como tomo mi cintura y me acerco a su cuerpo.

-30 galeones-dije soltándome de su agarre y alejándome de él.

Sonrió muy levemente y se acercó a mi oído.

-Hazme el favor y usa el vestido ese negro y escotado que tienes- susurró. -Nos vemos ojitos verdes.

Luego de eso, comenzó a caminar muy despacio lejos de mí.

𝐎𝐉𝐈𝐓𝐎𝐒 𝐕𝐄𝐑𝐃𝐄𝐒 | 𝑻𝒉𝒆𝒐𝒅𝒐𝒓𝒆 𝑵𝒐𝒕𝒕Donde viven las historias. Descúbrelo ahora