Capítulo 2: "La cena".

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Matías Greco volvió a medianoche, emanando un asqueroso hedor a alcohol.

En otra época, Ámbar le hubiera hecho un reclamo. Le hubiera dicho: "Ya tenés treinta y cuatro años, no podés ser tan pelotudo para emborracharte así". Esa noche, no tenía ánimos para soportarlo. Lo ignoró.

Había llegado al punto en el cual no le importaba si él la engañaba o no. Deseaba estar sola, pero no se atrevía a tomar decisiones. No se atrevía a dejarlo ahora porque tenía miedo. Miedo de encontrarse a sí misma llorando aún más de lo que lo hacía.

Hojita le hizo compañía mientras ella sacó su laptop y se puso a escribir en el patio de su casa.

Su hogar no era muy grande, pero se encontraba en el microcentro de Capital, y a pesar de que Buenos Aires era bastante peligrosa, su vivienda era segura. Por ese motivo, no le daba miedo salir al jardín durante la noche.

Durante esas horas, escribió sobre hombres atentos y considerados. Escribió sobre familias cariñosas. También sobre el espíritu de un papá protector y una mamá guardiana. Y, principalmente, escribió sobre una mujer empoderada que no tenía miedo de tomar decisiones drásticas para su vida.


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—Ámbar, invité al gerente de la empresa y a varios compañeros a comer ¿Podrías darme una mano para preparar la cena? —le dijo al día siguiente: veintiocho de marzo.

No tenía vergüenza ¿Luego de lo que había sucedido el día anterior le pedía favores?

—¿Vos me ves cara de empleada doméstica?

En otra época, Ámbar hubiera recibido invitados con gusto. Sin embargo, no podía perdonarle a su esposo que hubiera dejado escapar a Hojita y que no hubiera corrido a por ella. Tampoco toleraba que jamás la ayudara con los quehaceres del hogar y que fuera tan desconsiderado con ella. Mucho menos soportaba a su madre, pero ese era un tema aparte.

—Vamos ¿Qué tenés que hacer hoy a la noche? ¿Mirar doramas? ¿Escribir tu novelita?

¿Por qué era tan despectivo? Se contuvo para no mandarlo a freír espárragos, y respondió con firmeza:

—Mi novelita trae más plata a la casa que tu trabajo de esclavo. Por cierto, si es tan fácil escribir un libro ¿Por qué no lo hacés vos?

Él abrió la boca para contestar, pero ella no lo dejó.

—No vuelvas a denigrarme, porque algún día te vas a encontrar todas tus cosas tiradas en la calle. No me interesan tus reuniones, si querés juntarte con tus colegas, encárgate vos de preparar la casa.

—Ámbar —se paró frente a ella y la miró con ojos de cachorrito. Sólo hacía eso cuando quería conseguir algún beneficio—. Te pagaré por tu ayuda, pero dame una mano... Es posible que ascienda en la empresa. Por favor.

MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora