Capítulo 5: "Mates con la suegra".

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Europa. Siglo XVII.

En una choza, se encontraba una bruja pelirroja junto a un Cazador de tez cobriza, musculoso y muy, pero muy alto.

—Eurico, ¿Sabías que descubrimos un hechizo para ver el futuro?

—Ah, ¿Sí? ¡Ni siquiera Dios tiene ese poder!

—Exacto. Usaremos eso para nuestro favor. Nuestro señor está planeando algo muy grande, y va a necesitar bastante mano de obra.

—De acuerdo ¿Qué debo hacer?

—De acuerdo ¿Qué debo hacer?

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29 de marzo de 2019, 2.35 a.m.

Esa noche, Matías terminó bastante ebrio. Prácticamente no la ayudó a limpiar la mugre que habían hecho sus compañeros de trabajo.

Ámbar odiaba la suciedad y el desorden. Si bien la lavadora le dio una mano, ella se había visto obligada a barrer, trapear los pisos y ordenar las vajillas y los restos de comida.

Se acostó a las dos y media de la madrugada, completamente exhausta. Lo peor era que ella no era ese tipo de persona que se dormía con facilidad. Mientras daba vueltas en la cama, se puso a pensar en su conversación con Alexander, lo cual desembocó en sus libros.

Nunca había aceptado un trato con una editorial porque las mismas solían pagarles una miseria a los autores. Ella ganaba mucho mejor siendo escritora autónoma en Booknet, pero ¿Y si se arriesgaba? ¿Y si empezaba a poner en orden su vida...?

En ese momento, Matías se giró para abrazarla.

"Está borracho", pensó, y permitió que él se quedara allí... hasta que empezó a acariciarle los senos.

Le apartó la mano. Se sentía agotada, y no tenía ánimos para tener sexo con él.

Matías insistió. Sus dedos se deslizaron por debajo de las sábanas, buscando levantar el camisón de su esposa. Ella lo volvió a apartar.

Él se pegó la vuelta, ofendido, y se volvió a dormir.

La señora Boyer sintió una profunda tristeza ¿Cuánto tiempo hacía desde la última vez que había tenido sexo con su esposo? ¿Seis meses? ¿Un año? ¿Un año y medio?

Las últimas veces lo había hecho sólo por pena, para consentirlo. Pero ahora ya ni siquiera se esforzaba en ello ¿Por qué? Porque simplemente no le atraía más como hombre. Le parecía una persona con defectos y virtudes, pero era muy desatento y egoísta como pareja. No eran el uno para el otro.

Ámbar lloró silenciosamente. Deseó poder contarle a su madre cómo se sentía y que la aconsejara, ya que ella había sido capaz de permanecer al lado del mismo hombre durante toda su vida. Deseó que le acariciara el rostro y le dijera que todo estaría bien.

Dios, qué sola se sentía. Cuánto extrañaba a sus papás. Cuánto necesitaba que alguien que la amara le diera un abrazo sincero.


MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora