Alexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta.
Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...
—No quiero mentirle —confesó la más joven de las hermanas—. No quiero que se ilusione y que después...
De sólo pensarlo, se le encogía el corazón. Ya había visto demasiadas atrocidades y había cometido demasiados errores.
—Debemos hacerlo. Debemos hacerle creer eso. Sólo así él sobrevivirá.
—Es cruel. Él nunca nos perdonará.
—Si no lo hacemos, no podremos vengarnos. Tampoco podremos ser libres.
—¿Vale la pena el precio a pagar por todo eso? —la menor de las muchachas se encogió de hombros.
La verdadera pregunta era: ¿Algún día serían libres? ¿Algún día podrían volver a ser felices?
—Espero que sí. Espero que valga la pena la espera. No soporto un día más de esclavitud. No soporto un día más de impunidad.
—Ojalá que el peso del Cielo no caiga sobre nuestras cabezas... ni sobre la de nuestro hermano.
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Buenos Aires. 24 de abril de 2019, 7:20 p.m.
Alexander pasó a buscar a Ámbar en su auto al atardecer. Notó que ella no llevaba su típica ropa deportiva, sino un jean negro ajustado, unas botas largas marrones y un abrigo largo de color gris, con un sweater que combinaba. También se había soltado el cabello y se había maquillado. Se veía muy bonita.
Ella se subió con timidez, y lo saludó con una sonrisa.
—Hola ¿Cómo estás?
—Bien ¿A dónde querés que vayamos a hablar? —preguntó, toqueteando su reloj.
—¿A tu casa? Me gustaría conocer al famoso Zeus.
Las mujeres de almas púrpuras me llevarán a la perdición. Si Dimitri llegara a aparecer por mi vivienda y viera a Ámbar... podría costarme mi trabajo. Él ya no me tendrá más paciencia.
Ámbar puede estar en peligro. Ámbar puede ser como Mía.
—Estoy bien... Sólo que hoy tuve mucho trabajo. El señor Pérez me mantuvo todo el día haciéndole sus papeles —no mencionó que su esposo aparecía a cada rato por la oficina, temeroso de que Alex le robara el posible ascenso.
—Parece un señor trabajador.
Tan trabajador que, en este momento, se encuentra con su amante. En este momento, ningún Cazador lo atará. Aún no ha llegado el día elegido por Dios. Sin embargo, no podía perderlo de vista durante mucho tiempo. Nunca sabía cómo podían actuar los Cazadores.
