12 de junio de 2019, Argentina.
Después de haber estado ocho horas conduciendo, Alexander paró en un hotel para comer y también, para dormir.
Estaban en una zona medio desértica, y hacía bastante frío. Ámbar tomó su abrigo y se apresuró para entrar al restaurante del hotel.
Le dolía la cabeza —por haber estado leyendo toda la tarde—, y estaba agotada. Física y mentalmente agotada. Tenía miedo, ansiedad, y sentía que su vida estaba yéndose al carajo ¿Y todo por qué? ¡Por tener aura púrpura!
Se sentó en la mesa mientras esperaba que Alexander pagara su estadía y hablara con el mozo.
—¿Estás bien? —preguntó Samantha.
Ella asintió.
—Fue un día largo.
—Sí. Lamento que tengas que pasar por todo esto.
—Tengamos. Somos un equipo, Sam —vio que la fantasma sonrió—. Cuando esto termine, deberíamos encontrarle la vuelta para que puedas hacer música.
—¡Eso sería genial!
Conversaron unos minutos, hasta que Alexander regresó.
—Ya encargué una habitación.
—Bien...
En ese momento, llegó el mozo para traer la carta. Ámbar ordenó pasta, y Samaras le copió el menú.
—También un vino tinto Malbec. El mejor que tengas para ofrecer.
—No es necesario... —empezó Ámbar.
No estaba acostumbrada a que alguien pagara todo por ella. Él le había regalado media casa y ahora, costeaba un viaje completo ¡Hasta con la comida incluida!
—Sí, es necesario. Si yo no me hubiera metido en tu vida, esto no habría pasado...
—Esto habría sucedido de todas formas, Alex. Vos lo sabés. No puedo cambiar el color de mi alma. Tarde o temprano, me hubiesen encontrado. Y si vos no estuvieras a mi lado, sería una presa demasiado fácil.
—Lo hablamos cuando estemos solos en la habitación ¿De acuerdo?
Ella asintió, desanimada.
* * *
Comieron, y se dirigieron al cuarto. La habitación era sencilla: paredes blancas, una cama grande con un acolchado gris y negro, un mueble y una televisión.
Ámbar se duchó y se colocó un pijama holgado (era una remera blanca y un pantalón verde con dibujos de paltas) y se sentó en la cama, obviamente habiendo preparado la daga que Alexander le había regalado, en caso de que algún inmortal quisiera atacarlos.
Samantha se había ido a dar una vuelta por los alrededores del hotel, para dejarles privacidad. Decía que "iba a hacer guardia nocturna".
Samaras pensó que, ya que había un cementerio cerca, podía socializar con otros espíritus, y distraerse un poco. Aunque sería difícil pensar en otra cosa que no fuera ir al cielo cuando sos un alma incorpórea ¿Verdad?
—¿Podemos hablar ahora? —un mechón de cabello mojado se resbaló de su oreja.
Alexander sintió el impulso de acomodárselo, pero permaneció inmóvil. A pesar de que se sentía increíblemente atraído hacia Ámbar, no se atrevía a invadir su espacio.
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MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)
RomanceAlexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta. Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...