Ámbar despertó por un sonido extraño que sintió en el exterior. Levantó, y aguzó sus sentidos. Volvió a escucharlo: parecía que alguien estaba caminando por la nieve en el exterior de la cabaña.
—¿Samantha? —preguntó, pero sabía que la fantasma era silenciosa.
Alexander, quien parecía estar en un constante estado de alerta, despertó y se puso de pie.
—¿Qué pasa? —inquirió, caminando hasta colocarse a su lado, y miró hacia el ventanal.
Todavía en boxers, clavó la mirada en el vidrio.
No había nada.
Se acercó a la puerta balcón y la abrió. Salió descalzo a la nieve. Ámbar no pudo evitar pensar que él estaba loco.
Al cabo de un par de minutos, él volvió. Entró y cerró la puerta, temblando de frío.
Ámbar se apresuró a buscar una manta y envolverlo con la misma.
—¿Estás bien? ¡No tendrías que haber salido a la nieve descalzo! ¡Los inmortales también tienen que cuidar sus cuerpos!
A pesar de que él estaba tiritando, le dedicó una sonrisa, y le dio un beso rápido con sus labios morados.
—¿Qué...?
—Eso es por cuidarme.
Ámbar se sonrojó.
¿Por qué se ruborizaba por un besito, y no por tener sexo desenfrenado con él? ¿Era porque el besito era una demostración genuina de "afecto"?
—Sentate. Voy a preparar dos tés, así calentás tu cuerpo.
Puso la pava eléctrica, y preparó dos brebajes de frutos rojos. Se lo llevó a Alexander hasta el sofá, y se sentó a su lado.
—¿No viste nada?
—No.
—¿Huellas?
—Tampoco. Quizás estamos paranoicos, y sólo fue el viento.
Ámbar sabía que él le decía eso para consolarla, pero su "paranoia" era totalmente justificada.
Le tomó la mano a Alexander, que todavía seguía fría.
—Sos un loco... ¿Cómo vas a salir sin abrigo?
—Estaba apurado, pero no te preocupes. Tengo a una hermosa mujer cuidándome para que no me resfríe —sonrió, apretándole la mano.
Quizás él también necesitaba amor tanto como ella, pensó Ámbar.
No pudo evitar acariciarle el rostro.
—Tenés que cuidarte.
—Sí, por eso estoy tomando un té de frutos rojos, a pesar de que no me gustan.
—No puede ser ¡Perdón! ¡Pensé que te gustaban!
—De hecho, sólo tomo té negro porque los demás brebajes me parecen un poco empalagosos... pero por vos, tomo todos los tés que quieras.
A pesar de todo lo malo que les estaba sucediendo, logró que Ámbar soltara una carcajada.
Ella se dio cuenta de que ya no podía controlar lo que sentía por Alexander. Su corazón latía con violencia cada vez que él la miraba o le decía algo tierno.
—Bueno, contame: además de mover el reloj cuando te ponés nervioso, de coleccionar reliquias, y de ser un inmortal bisexual que sólo toma té negro ¿Hay algo más que deba saber?
ESTÁS LEYENDO
MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)
RomanceAlexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta. Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...