A pesar de que sus instintos inmortales les pedían a gritos que no se moviera del lugar, Alexander se animó a acercarse a la mujer cuya aura púrpura probablemente significaría su perdición (aprovechando que su alma se había ido a telefonear a su amante y sabía que tardaría un buen rato).
—Buenas noches, señoras. No esperaba encontrarlas acá.
—Hola, Alexander ¿Cómo estás? —preguntó Ámbar. Tenía los ojos brillosos ¿Acaso había estado llorando?
—Vine a acompañar a mi jefe a cenar —porque Mateo no quería estar solo esa noche y de paso, él debía vigilarlo—, pero ahora está ocupado con una llamada telefónica. Va a tardar un buen rato.
—Sentate con nosotras —los ojos de Lucero brillaban con picardía—. Te podemos tutear ¿No?
—Claro, si a ustedes no les molesta...
—Me resultaría algo incómodo que siendo casi vecinos y de la misma edad usáramos tantas formalidades —Lucero esbozó una sonrisa y miró a Ámbar.
¿Por qué la miraba así?
—Tengo treinta y cinco años —comentó Alex—. ¿Ustedes? —era consciente de que Ámbar sabía su edad, pero Lucero, no.
—Yo treinta y tres, y Ámbar, treinta y dos. Somos todos millenials. Y como sos millenial tengo que preguntarte: ¿Mirabas el laboratorio de Déxter cuando eras chico? ¿La vaca y el pollito? ¿Johnny Bravo? —la rubia se veía curiosa—. Yo tenía un crush con Johnny Bravo.
—¿Un crush con ese tonto? —Ámbar enarcó una ceja.
Alex sonrió, a pesar de que no sabía sobre quiénes estaban hablando.
—No, no miraba dibujitos animados. Solía leer libros cuando era niño. Por eso es que estoy tan entusiasmado con la novela "Un amor rebelde" —miró a Ámbar, y ella lo estaba escuchando con atención.
—Yo también prefiero leer, pero cuando era chica miraba muchas caricaturas —acotó la escritora de Booknet—. Era fanática de las Chicas Superpoderosas y me identificaba más con Bombón.
—Aunque te parecés más a Bellota —comentó Lucero, divertida.
Ámbar le pegó un codazo en broma.
Hablaron de sus gustos durante un largo rato, hasta que Mateo salió del baño.
Alexander se puso de pie, pero su jefe le hizo una seña para que no lo hiciera. Se acercó a la mesa.
—Señora Greco, un gusto saludarla... me alegra que estén entreteniendo a Alexander, porque yo debo abandonarlos.
Se va a ver a su amante en lugar de recuperar su relación con su esposa.
Paciencia, Alexander. Y tranquilo, los Cazadores no lo atacarán. Aún.
—Que tenga buenas noches —lo saludaron.
—Conduzca con cuidado —agregó Alexander, y el señor Pérez hizo un gesto con la mano para que se quedara tranquilo.
El inmortal no se iba a poder quedar por mucho tiempo allí, porque debía vigilar el alma de aquel sujeto. Sin embargo, tampoco podía salir corriendo detrás de él. No debía exponerse.
Pronto, Lucero fingió recibir una llamada (sí, fingió, porque la pantalla estaba en negro cuando simuló atender el teléfono).
—Si hija, ahora voy para allá —"colgó" y miró a su amiga—: me tengo que ir. Rocío no quiere quedarse más con el papá.
ESTÁS LEYENDO
MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)
RomanceAlexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta. Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...