Él la contempló con una expresión extraña antes de decir:
—Mi nombre es Alexander Samaras, no sabía que usted era la esposa de Matías. La casa huele muy bien ¿Puso sahumerios?
Él vestía una camisa, un pantalón de vestir y un reloj de plata en su muñeca, el cual no dejaba de toquetear. Olía a bosque.
Qué tipo hermoso, por el amor de Dios.
¿Qué hacía un hombre así trabajando en esa empresa? ¡Tendría que ser modelo o actor de televisión!
—Sí, aunque ya se están apagando. Prenderé más —replicó, tratando de no tartamudear—. Pase. Por cierto, soy Ámbar Boyer.
—Un gusto conocerla, señora. Con permiso.
Sus compañeros de trabajo comenzaron a regañarlo por haber llegado tarde.
—¡Llevás ese reloj de plata todo el tiempo y no sos capaz de llegar a tiempo! —exclamó uno de sus colegas.
Ella se sentó con los compañeros de su esposo para el brindis, y luego se levantó, con la excusa de juntar los trastos.
Le molestaba tener que fingir que todo estaba bien, cuando claramente no era así.
Mientras llevaba algunos platos a la cocina para ponerlos en el lavavajillas que había comprado Matías, miró hacia afuera. Creyó ver una ráfaga de fuego atravesar el tapial que daba a la casa vecina.
Casi se le cayeron todos los platos. Se apresuró para depositarlos sobre la lavadora, y corrió hacia el patio para ver qué había sucedido... no fuera a ser que su casa se incendiara. Ella le tenía pavor al fuego, por eso evitaba usar la cocina. No había superado el incidente que había vivido cuando niña. Aún tenía las cicatrices en el codo como recordatorio.
En ese momento, se llevó una nueva sorpresa: una figura atlética y esbelta se encontraba en el patio. Se relajó al darse cuenta de su identidad.
Alexander Samaras estaba de pie, escaneando con la vista su jardín. Se veía preocupado.
—¿Qué hace usted aquí afuera? —O, mejor dicho: ¿Cómo había llegado al patio antes que ella? ¡Ni siquiera lo había oído llegar! Además ¿No debería estar celebrando con sus compañeros?
—Creí ver fuego —la miró fijamente.
Una vez más, notó que él hacía una expresión extraña ¿Acaso era una mueca de dolor?
—¿Cómo lo vio? —preguntó, acariciándose el brazo con incomodidad. La mirada de ese hombre era muy intensa.
—Estaba yendo al baño, miré por la ventana y lo vi. Fue extraño ¿No cree? Aunque ya no hay nada. Espero que no desconfíe de mí.
Ámbar asintió, aún sin estar convencida de lo que él decía. Nunca se había metido un ladrón en su casa porque había vigilancia. Y aunque creía en los espíritus y en la vida después de la muerte, jamás había visto nada sobrenatural.
Se limitó a soltar un suspiro.
—Sé que vivir en Buenos Aires la obliga a ser desconfiada, señora Greco, pero...
—No hace falta que me llame así. Además ¿Quién habla de ese modo hoy en día? Está pasado de moda.
Él esbozó una sonrisa torcida ¿En qué estaba pensando?
—Dígame Ámbar, por favor. Me gusta mi nombre —agregó la mujer, con orgullo.
—Ámbar —repitió él—. Como la piedra semipreciosa.
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MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)
RomanceAlexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta. Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...