Capítulo 13: "Emociones abrumadoras".

31 2 0
                                    


Esa noche, Ámbar le pidió el número de teléfono a Alexander y se despidieron en la esquina de su casa.

Más tarde, entró a su vivienda (algo tambaleante) y descubrió que había una sombra en la puerta del comedor.

Se asustó y prendió la luz con torpeza.

—¿Matías?

La única que respondió fue Hojita, que entró corriendo a recibirla con alegría.

—Hola, mi amor ¿Estás solita?

Ella se echó panza para arriba, para que le rascara la barriga.

Una vez que saludó a su perrita, recorrió la casa en busca de su esposo. Su intención era decirle que ella había leído los mensajes...

Se sentía valiente y ebria. La conversación con Lucero y con Alexander le había servido.

Para su decepción, notó que él no había vuelto.

Se acostó en la cama grande junto a Hojita y la abrazó. En el fondo de su alma, deseó que él no volviera jamás.


* * *


Unos días más tarde —el veintitrés de abril—, volvió a encontrarse a Alexander en el parque. El vestía un pantalón negro, una camisa blanca y un abrigo gris.

Qué tipo hermoso.

Ella había estado algo decepcionada porque él no le había escrito desde aquella noche.

Por otro lado, Ámbar tampoco lo había hecho. Había estado llorando porque extrañaba a sus padres, había estado actualizando en Booknet y había estado pensando en cómo enfrentar a su esposo —porque todavía no se había atrevido a hacerlo. Le provocaba dolor de cabeza de sólo imaginarse la escena.

Hojita se soltó de su correa y salió disparada hacia el guapísimo Alexander Samaras. Él la atrapó y ella se echó panza para arriba para que él la rascara.

—Creo que sos su persona favorita. Se alegra más de verte a vos que a mí.

Alex sonrió.

—Eso debe ser porque está acostumbrada a tu presencia. Seguramente si no te ve en dos días, te saludará muy alegremente.

—No aguantaría dos días sin ella ¡Me sentiría demasiado sola!

Sin siquiera pensarlo, terminaron caminando juntos por el parque. Hablaron de trivialidades como el clima —que se estaba poniendo cada vez más fresco—, hablaron de lo que hicieron durante el día y finalmente, terminaron conversando sobre las cosas realmente importantes:

—No puedo evitar preguntarme: ¿Por qué trabajas en la metalúrgica si tenés la chocolatería en Bariloche? ¿Por qué estás en Buenos Aires? Yo en tu lugar estaría disfrutando del lago Nahuel Huapi o preparándome para esquiar.

Se tocó el reloj de manera involuntaria ¿Acaso le había incomodado la pregunta?

—No me gusta tener mucho tiempo libre. Si estuviera en Bariloche, sólo podría ir a supervisar las fábricas, y esa sería toda mi labor. La temporada de esquí todavía no ha comenzado, y hace mucho frío para salir a pasear. Por eso prefiero estar acá en Capital, trabajar como si realmente necesitara el dinero para subsistir, acostumbrarme a los horarios rotativos y tratar de vivir una vida plena y tranquila.

¿Tranquilidad en Capital? ¡Tranquilidad podría tener en medio de la naturaleza! A pesar de pensar diferente, fue comprensiva con él.

—Entiendo. Si te acostumbraste a trabajar desde muy joven y encima viviste bastante aislado del mundo, debe resultarte difícil estar de gusto. Está bueno que mantengas tu cabeza ocupada. Te hago una pregunta ¿Tenés algún proyecto a futuro?

MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora