1793, Plaza de la Revolución. París, Francia.
Alexander se encontraba junto a Noah en la plaza, viendo cómo el verdugo obligaba a caminar a María Antonieta hacia la guillotina. Ella tropezó y le pidió perdón al sujeto:
—Perdón, señor. No lo hice a propósito.
La muchedumbre que estaba esperando su muerte, algunos abucheándola, otros observándola, expectantes.
—No merece su muerte —protestó Alexander—. Los humanos son unos bárbaros incivilizados ¿No hubiera sido mejor evitar que derrochara dinero antes que asesinarla?
—Así funciona el mundo, Alexander. No la matarán por sus errores, sino por el resentimiento que la sociedad carga contra ella.
Samaras detestaba ver morir a los seres humanos. Sin embargo, debía estar atento para que no apareciera ningún Cazador por allí, intentando robarse su alma a último minuto.
—Dios debería dejar de destinar almas. Es demasiado peligroso —protestó.
—Si las almas no reencarnaran, las futuras almas se irían debilitando, porque irían perdiendo su espiritualidad. Mi primo te hubiera pegado un puñetazo al oírte hablar así.
Alexander revoleó los ojos. Era cierto.
Dimitri era uno de los seguidores más devotos del Reino Celestial. Él y su primo se habían convertido en Emisarios a los treinta años, luego de que la Inquisición acusara injustamente a toda su familia de robo y los llevaran a la horca.
Samaras comprendía mejor que nadie lo que era sentirse desolado y sin esperanzas, sin embargo, no disfrutaba de esto. No podía acostumbrarse a ver humanos masacrados.
—Los Cazadores se aprovechan de la debilidad de las Almas y de la necesidad de Dios de traerlas de vuelta a la vida.
—Ya sabemos eso Alexander. Por eso hemos tenido conflictos milenarios con ellos ¡Atento!
En ese instante, vio cómo el verdugo dejaba caer la guillotina y cortaba el cuello de María Antonieta en dos mitades.
6 de junio de 2019, Buenos Aires.
Ámbar no había dormido en toda la noche. Sólo se tranquilizó cuando Samantha le avisó que Alexander estaba herido pero vivo y en su hogar. Iré a verlo más tarde.
Sin embargo, no podía permitir que los asuntos inmortales interfirieran con su vida cotidiana, aunque estuviera muerta de miedo.
Esa mañana se puso en contacto con la editorial, luego había ido a la entrevista —había bebido dos tazas de café y un energizante para poder ir bien despierta—, y a pesar de su malestar físico y emocional, había conseguido un trabajo de maquetadora de libros.
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MI AMANTE INMORTAL (COMPLETA)
RomanceAlexander Samaras es un ser inmortal que se enamora con facilidad. Ámbar Boyer es una humana con un alma muy especial, y está casada con un hombre que no la ama y no la respeta. Los caminos de Samaras y Boyer estuvieron destinados a cruzarse desde h...