|| Cap 5 ||

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POV Artemisa

En el trayecto hacia la habitación del príncipe, un mayordomo nos interceptó, reconocí su rostro de la enfermería. Sin mediar palabra, me sujetó del cuello y comenzó a arrastrarme hacia la enfermería.

—Oye, te ordeno que la sueltes ahora mismo. —Gritó Odrek, persiguiendo al mayordomo a una distancia prudencial.

—Lamento desobedecerlo, príncipe, pero ella debe esperar al comandante Barrax en la enfermería. —Dijo el mayordomo, acelerando su paso.

Estábamos a punto de llegar a la enfermería cuando Odrek, al ver que sus órdenes no eran acatadas, optó por morderle la cola al mayordomo. Sin embargo, su pequeño cuerpo no fue rival, y nos arrastró por los pasillos hasta la puerta de la enfermería. Antes de entrar, Barrax intervino.

—¿Príncipe?, ¿Artemisa? Disculpe, ¿Qué está pasando? —Preguntó Barrax al mayordomo, quien me soltó sin miramientos, haciéndome caer bruscamente al suelo de piedra.

—Lo estábamos esperando, me retiro. —El mayordomo soltó la mordida de Odrek con un movimiento de cola, y la fuerza del tirón hizo que Odrek chocara contra un pilar. Sin prestar atención a los niños, el mayordomo se retiró.

—Qué tipo más raro... —Comentó Barrax, observándolo alejarse— Príncipe, ¿se encuentra bien?

—Haré que se lo den de cenar a los caníbales del distrito sur. No sabe quién manda aquí.

—Se lo merece. Por favor, joven príncipe, vaya con la reina. Ahora debo llevarme a esta jovencita con Astaroth Van Helsing. —Barrax se acercó a mí y me ayudó a incorporarme.

Aunque Odrek se veía triste, aceptó la petición. Antes de irse, me sonrió por última vez.

—Fue un gusto conocerte, Artemisa Hellhound. Te prometo nunca olvidarte.

—El gusto es mío, Príncipe Odrek. Le dedicaré mis victorias militares a usted.

Ambos nos sonrojamos, pero la situación empezaba a volverse incómoda. Barrax me dio un leve empujón para cortar el contacto visual y seguir nuestros caminos. Vi a Odrek alejarse dando pequeños saltos de alegría, recordándome a Sam, y me di cuenta de que tal vez había aprendido ese gesto de él.

Caminando a mi lado, Barrax cojeaba notablemente. Parecía que iba a la enfermería por algo más que una visita. Disimuladamente, me adelanté un poco y, al voltearlo a ver, noté que su pata derecha estaba destrozada. Los huesos se fracturaron en varias partes, sin perforar su piel, dando a su pata un aspecto retorcido y multicolor que exudaba sangre.

—Disculpe mi intromisión, pero... ¿Se siente bien? ¿Necesita que volvamos a enfermería? —pregunté cabizbaja.

—No, no te preocupes. Mientras estés con el señor Astaroth, iré a que me echen una pata.

—Hmm... está bien. —Bajé mis orejas y seguí caminando preocupada por su evidente dolor al mover su extremidad.

Al verme triste, me tocó el costado con su cola. —Seguro que quieres saber qué pasó estos meses, ¿no es así? —Ver mi mirada llena de brillo le dio mi respuesta— Ja, bueno, después de que te indujeron a un coma, tuve que volver a la batalla. Hubo intentos de las bestias de retomar territorios, pero los exterminamos. El comandante del ejército de las bestias, Basco el coloso, estuvo ahí. Esa abominación de Lux no pudo ganarnos, pero no se fue sin antes dejarme con una pata tan mal que me veré en la necesidad de amputarla.

—Ohhh, debe ser una bestia muy fuerte. —Dije, intentando imaginarme cómo pudo propinarle una herida no mortal, pero con la capacidad de incluso quitarlo de su puesto como comandante por la limitación física que eso podría significar.

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