En un mundo dividido, el odio que consumió el alma de una joven es la gota que derramó él vaso, Desató y terminó a la fuerza, una guerra sangrienta termina por llegar al límite de todos los involucrados, no pueden seguir, pero la desconfianza y des...
Las tardes en la mansión Tzachi transcurrían en una calma engañosa, pues el ruido de los anillos del comercio que se desata fuera traen un eco incómodo. Pero ya caída la noche, con el ajetreo más calmado, Grim y yo aprovechábamos esos breves momentos de tranquilidad, compartiendo nuestras preocupaciones y sueños entre los casi infinitos papeles de informes y planes de nuestras respectivas responsabilidades.
Mientras me recostaba en la cama, con mi vientre cada vez más prominente, Grim, agotado tras su jornada, acariciaba mi abdomen con una ternura que contrastaba con la dureza de nuestras vidas.
—No puedo esperar a conocerlos —dijo con esperanza—. Me pregunto si se parecerán a mí o heredarán tu fortaleza.
Asentí en silencio, aunque sabía algo que él ignoraba: nuestros hijos no sobrevivirían. Jugábamos a imaginar un futuro para ellos, pero yo, con un pensamiento más frío, ya había aceptado su destino. Aunque esta camada estuviera condenada, la experiencia nos prepararía para la siguiente. Cada pérdida era una lección, un sacrificio necesario.
Grim aunque era igual de joven que yo, él había aceptado más rápidamente el rol de futuro padre. Mientras yo me enfocaba en lo que vendría después. Sabía que la ilusión de un futuro perfecto se desvanecería, pero por ahora, esos momentos juntos eran lo único que nos mantenía a flote, aun cuando todo estaba destinado a un final inevitable.
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—Amor, ¿no me veo gorda, verdad? —pregunté mientras me arreglaba para la reunión familiar kitsune.
El tiempo había pasado volando, pero no sin dejar huella. De tener una apariencia normal para mi edad, altura y peso, mi vientre comenzó a destacarse, adquiriendo un tono rosa pastel que casi parecía tener el aroma de una tarta de fresas con leche.
—No, amor, solo te ves como una bella madre —dijo Grim con una sonrisa tranquilizadora, tratando de consolar mis inseguridades.
Su tono suave y su mirada llena de ternura me dieron un poco de alivio, pero las dudas seguían persistiendo en mi mente. El reflejo en el espejo mostraba más que solo cambios físicos; representaba un nuevo capítulo en mi vida, uno lleno de incertidumbres y expectativas. A pesar de sus palabras, la imagen que veía no era fácil de ignorar.
—Gracias, amor. A veces me preocupa que no sea lo suficientemente buena para este nuevo rol —admití.
Grim se acercó y me rodeó con su pata, su calor era reconfortante.
—No te preocupes por eso. Eres increíble tal y como eres. Y esta reunión es solo el comienzo de una nueva etapa para nosotros. Todos están ansiosos por verte y ver cuánto han crecido —Dice tocando mi vientre con delicadeza.
Asentí, encontrando un poco de calma en su apoyo. Me preparé para enfrentarme a lo que el día me deparará.
Usando las sombras de manera moderada, logré transportarnos a la reunión. Como era de esperarse, las mismas caras largas y llenas de soberbia estaban presentes, especialmente ahora que los espías que Hatdia tiene desplegados por todo Sernia fueron entrenados en magia de ilusión por la mayoría de los miembros de esta familia.
