Barrax formó a los soldados, cerrando el camino por el que habíamos llegado. Colocó a los de infantería justo detrás del rey, mientras él, como comandante, se posicionaba a su lado derecho. Caminaba junto a Aemond, vigilando la zona y esperando la llegada de los ángeles.En el horizonte, un resplandor celestial precedió la llegada de los ángeles. Una luz cegadora se expandió, pintando el cielo con tonos dorados y plateados. Los soldados demonios, acostumbrados a las sombras y oscuridad, se vieron momentáneamente deslumbrados por el fulgor divino que anunciaba la presencia de los seres celestiales.
Los ángeles descendieron con una gracia y majestuosidad que eclipsaron la oscura figura de los demonios. Sus alas desplegadas irradiaban una blancura como la nieve, en marcado contraste con los oscuros pelajes de los demonios. Algunos ángeles tenían plumas que brillaban como la luna llena, mientras que otros desprendían destellos iridiscentes que reflejaban todos los colores del espectro.
El rey ángel Rafael, con la imponente figura de un águila, lideraba el desfile celestial. A su lado, el comandante antleres, un viejo uapití, emanaba una sabiduría que solo el tiempo podía conferir. Ante la presencia de los líderes demonio, los reyes Farjam y Barrax, ambos mundos se encontraron en un paréntesis de belleza y respeto.
—Rey Farjam, comandante Barrax, es un honor estar en sus dominios. La paz es un camino difícil, pero el deber nos llama a explorarlo juntos. —dijo el rey ángel Rafael, su voz resonando como una armonía celestial.
—El honor es mutuo, rey Rafael. Que este encuentro marque el comienzo de una nueva era en la que nuestras razas puedan coexistir en paz. —respondió el rey demonio Farjam, inclinando levemente su cabeza.
Barrax y antleres intercambiaron saludos y gestos de respeto, marcando el inicio de un diálogo que se desarrollaría con la delicadeza propia de dos razas que, a pesar de sus diferencias, buscaban un entendimiento común. Los soldados de ambas facciones recibieron la señal para interactuar de manera neutral, y poco a poco, los campos se llenaron de conversaciones entre seres que, por tanto tiempo, habían sido enemigos. La esperanza de una paz duradera se materializaba en cada palabra y gesto compartido.
Entre la multitud de sonrisas y apretones de manos, mi presencia se mantenía distante. Observaba con ojos afilados cada gesto de cordialidad, cada muestra de camaradería entre ángeles y demonios. Pero para mí, esas interacciones no eran más que una burla, una farsa que insultaba la esencia misma de nuestro ser.
La voz del rey ángel Rafael resonaba con suavidad, proclamando un nuevo comienzo mientras extendía el pergamino. Sus palabras caían como gotas de miel sobre los oídos de muchos, pero en mi mente solo resonaba el eco de una traición disfrazada de paz.
Farjam, con su pluma majestuosa, estampó su firma al lado del ángel Rafael, como si sellara un destino que no todos estábamos dispuestos a aceptar. Barrax, en su posición de comandante, asentía con solemnidad, pero yo sentía que mis tripas se enredaban en un nudo de frustración y desconfianza.
Las sombras de la noche avanzaban, pero mi corazón ardía con una llama oscura. Los intercambios amistosos entre ángeles y demonios no hacían más que avivar mi ira. Cada sonrisa, cada risa compartida, eran puñaladas en la lealtad que había dedicado a la causa demoníaca.
Aemond, a mi lado, notaba mi descontento. Susurros de inquietud escapaban de los labios de los presentes, pero yo permanecía inmóvil, un espectro entre la multitud en busca de verdades ocultas.
La firma en el pergamino podía representar un nuevo capítulo para muchos, pero para mí, era la clausura de un oscuro pacto. Barrax, al percatarse de mi postura, me lanzó una mirada llena de comprensión. Sin embargo, mi corazón estaba envuelto en espinas de desilusión, y sus gestos de pacificación caían en oídos sordos.
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Demon within
FantasyEn un mundo dividido, el odio que consumió el alma de una joven es la gota que derramó él vaso, Desató y terminó a la fuerza, una guerra sangrienta termina por llegar al límite de todos los involucrados, no pueden seguir, pero la desconfianza y des...