En un mundo dividido, el odio que consumió el alma de una joven es la gota que derramó él vaso, Desató y terminó a la fuerza, una guerra sangrienta termina por llegar al límite de todos los involucrados, no pueden seguir, pero la desconfianza y des...
Con ojos llorosos, Sam se abalanza hacia mí y me da un beso, marcando mi primer beso. A pesar de su pequeño tamaño, encuentra la manera de besarme. Puedo sentir sus labios moviéndose junto a los míos, aunque solo tocan la punta de mis labios. La diferencia de tamaño tal vez sea incómoda, pero el sentimiento que nos une en el beso es grande.
Poco a poco, sin separar nuestros labios, me acerco a la cama y acuesto a Sam en ella mientras profundizo el beso. Siento cómo la pequeña pata de Sam me acaricia la mejilla, hundiendo sus garras en mi pelaje con delicadeza, acariciando mi piel.
Nuestras respiraciones se entrecortan con la emoción, el beso se vuelve más apasionado jugando con nuestras lenguas, soy cuidadosa de no hacer movimientos bruscos para no lastimarlo o incomodarlo. Puedo sentir el fuerte latir de su corazón retumbando en su pecho.
—Sam... —Corto el beso al verlo con una cara muy graciosa, sonriendo con ojos desorbitados, sonrojado y jadeando por la emoción.
Al sentirme lejos él sale de su trance —¿Misa? ¿Pasó algo?...
—No, solo, nunca pensé que besaras tan bien —Digo al mirarlo con amor, sonrojada y con una respiración acelerada por la emoción.
—Ahhh, ¿en serio? Pero es mi primera vez haciéndolo, la tuya también, ¿no? —Dice emocionado, sus escamas se pusieron rojas por la vergüenza, elevando su temperatura, parecía que se iba a prender fuego.
—Sí, jajaja. —Acaricio su rostro con mi pata, evitando que mis garras lo hieran— ¿Ya estás llegando a tu límite?
Él me mira confundido hasta que bajo mis ojos con un juego de miradas, haciendo que él me siga con la suya. Al bajar, él nota cómo tiene una pronunciada erección. Siendo una lagartija, sus genitales suelen estar ocultos, pero la emoción del beso provocó en él una gran excitación que sin darse cuenta le dio una erección.
—Creí que eras mujer —Digo burlona— Después de todo, solo podía ver una pequeña abertura, no creí que tenías esto oculto de mí.
Se sonroja enojado por mis palabras. —Oye, soy andrógino, pero sigo siendo... —Detengo su hablar acercándome a su entrepierna y lamiendo delicadamente su miembro— ... Un hombre.
Una gran lamida le quita su voz, dejándolo caer quedando boca arriba, tapando su boca para evitar soltar un gemido. —Sí, ya veo. —Relamo mis labios.
Para su sorpresa, lo tomo con mi cola y me subo a la cama, lo acuesto en una almohada, él estaba delante de mí, viendo cómo mi rostro estaba cerca de su pene palpitante de emoción. —¿Puedo? —Pregunto sonrojada.
Él, sin emitir palabra, acepta con la mirada.
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Era mi primera vez, pero eso no me hacía ignorante del tema. Sabía lo que hacía, ¿cómo? En el infierno solo hay un lugar prohibido para los menores de edad, ni siquiera se tiene permitido nacer ahí, Hablo del anillo de la lujuria.