Las semanas pasaron, Nohelia seguía con esa inquietud, y el ambiente entre ellos era cada vez más tenso, Sergio cada noche vivía sus sueños y pronunciaba palabras y ante ellas el nombre de Julianne.
"Nuevamente Sergio en una habitación, escuchaba la misma voz, sentía que era la misma mujer, pero aún no veía su rostro. Sabía que la amaba, sentía esa conexión con ella, y este cuando veía el rostro de Nohelia, cerraba los ojos y era la voz de Julianne la que escuchaba. ¿Qué sucede mi mujer bonita? ¿No puedes dormir? ¿Deseas que te lleve a tu departamento?
¿Qué sucede Julián? ¿Le pasa algo a nuestro bebé?."
—Nuestro bebé. —pronunció en susurros y Nohelia escuchando. Sus lágrimas rodaban al confirmar que no era ella la protagonista de sus sueños y mucho menos su hija la bebé que Sergio en sueños pronunciaba.
Siguió ahí parada frente a él en silencio torturando se escuchando lo que el decía." Nunca te dejaría, eres .. son la más importante para mí, tú y este pequeñín que crece aquí, son todo para mí.
Quiero dormir aquí contigo. ¿Puedo?
Claro que lo deseo y puedes, yo dormiré en...
Ahí en la cama conmigo.
¿Estás segura de que lo deseas, no quiero ser un desquite por sentir despecho. Te amo, y te daré tu tiempo mi bonita.
Julianne, vamos a casarnos pronto, ya.
¿Estás loco?
¡Siii, estoy loco por ti! ¡Te amo! Acompáñame en esta locura.
Sergio..
Dime qué siii. Vamos. Arriesga te, no te arrepentirás."
—Julianne, te amo. —pronunció claramente y el corazón de Nohelia se rompió en mil pedazos, cayó al suelo en un mar de lágrimas y ahogando sus sollozos entre sus manos para no despertar a Sergio.Esas palabras eran algo que no podía soportar más y decidió mudarse a la habitación de huésped.
Silenciosamente salió de la habitación de Sergio y caminó como un zombi por los pasillos abrió la puerta y se encerró ahí, lloró todo el resto de la noche.
El amanecer llegó y Sergio estaba parado frente a ella.
—Tenemos que hablar Nohelia. —habló fríamente Sergio. Y Nohelia sintió un temblor en su cuerpo, cada día vivía creyendo era el último en que Sergio la viera como su esposa.
—Dime Sergio, ¿Qué deseas hablar conmigo?—respondió de igual manera.
Sergio se acercó a ella, y se sentó a un lado de la cama.
—¿Dejaste de quererme? Acaso ya no me amas. —miró a Nohelia fijamente preguntando, y ella no podía mentir con respecto a sus sentimientos. Se sentó y quedó frente a él.
"Sergio, antes de casarte conmigo existió otra mujer en tu vida, y es la mujer de tus sueños " era lo que se imaginaba decirle y sentirse liberada.
—¿Me estás escuchando? —habló Sergio al verla distante.
—¡Eh! Si, si, lo que pasa es que. Sergio...Sergio interrumpió sus palabras acunando su rostro entre sus manos
—Dejaste de amarme. ¿Es eso, verdad? Nohelia, mi amor....
—No, no. Sergio, vamos a darnos un tiempo, yo te amo, tú eres el amor de mi vida. Pero vamos a darnos un tiempo el tiempo que tú necesitas para tu recuperación total.
—Pero deseo estés a mi lado. —pidió Sergio.
—Estaré a tu lado mi amor, pero no compartiremos habitación.
Sergio la miró sorprendido por sus palabras.
—Nohelia. ¿Qué pasa mi vida? No entiendo tu comportamiento?
Nohelia lo miró fijamente, estaba consiente de que no podía y no estaba en condiciones de reclamar nada.
Lo miró, y simplemente respondió.
—Me Alejo de ti, por qué tus sueños son muy perturbadores Sergio. ¿Estás consiente de lo que sueñas?.
Sergio la miró, y recordó el nombre de Julianne, y miró a Nohelia.
—No se quién es Julianne, no se por que sueño con una mujer llamada así.
—¿La ves en tus sueños?
—No, no logro ver su rostro.
—¿Y que sientes cuando sueñas con ella?
—¿Adonde quieres llegar con esas preguntas Nohelia? Yo te amo, y tú estás así por unos sueños.
—Sergio. ...
—Nohelia, cariño, mi mente es un caos, pero mi corazón está seguro de que te ama. No tengo idea de quien la mujer de mis sueños.
Nohelia no sabía cómo llevar toda esa presión, lo único de lo que estaba segura era de que solo era cuestión de tiempo. Sergio pronto recordaría todo.
—Hoy nos tomaremos el día libre y nos iremos a una casa de campo.
—Sergio.
—Ya está todo listo, era una sorpresa preparada pero, ya no lo es ya lo sabes y así que señora Bright, hoy soy todo suyo.
Sergio se tiró encima de ella dejando besos y haciendo cosquillas, Nohelia reía olvidándose por un momento de la presión agobiante del temor que sentía.
Dos horas después, dejaron a Arielle en la escuela y ellos siguieron su camino a la casa de campo.
Llegaron, Sergio rodeó el auto abrió la puerta u la cargo en brazos.
Todo estaba hermosamente decorado con lirios blancos, Nohelia vio todo y una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.
—¿Desde cuándo planeaste esto? Todo está muy lindo.
—¿Por qué crees que trabajamos hasta tarde esta semana,? No quería que el trabajo se atrase y no quería que siguieras así conmigo.
—Lo siento mi vida.
—Ya mi mujer bonita., yo...
Nohelia lo miró fijamente y el quedó en completo silencio, recordó la frase del sueño, y simplemente la soltó.
Nohelia quedó en silencio, no quería arruinar se el momento, pero era algo mucho más grande y no podía con eso, aún así cerró los ojos, unió sus labios a los de Sergio y se entregó a vivir su amor, en esa entrega total hicieron el amor como sino hubiera un mañana, el besó cada centímetro de su piel, probaron sus mieles, y disfrutaron su apasionante amor, cansados y exhaustos Sergio se dejó caer sobre el pecho de Nohelia, escuchando los latidos de su corazón, mientras Nohelia acariciaba sus cabellos y con el pensamiento muy lejano, imaginando como es la mujer que Sergio ama en su inconsciente, cerraron sus ojos y durmieron.
La mañana llegó, eran las nueve de la mañana cuando Nohelia abrió los ojos tocó el lado frío la cama y Sergio no estaba a su lado. Se levantó envuelta en sábanas y miró a todos lados.
—¡Sergio! ¿Dónde estás amor? Sergio.
Llamó sin tener respuestas, miró por la ventana y el auto no estaba fuera.
"¿Acaso fue por algo? —Se preguntó mentalmente, fue al baño su duchó y cambió, preparó desayuno y esperó el regreso de Sergio.
Dos horas después miraba el reloj, y aún sin señales de la presencia de Sergio.
—¡Dios! ¿A donde pudo haber ido? Esto es muy lejos, pero ya es hora de que esté aquí.
Buscó su cartera y vio que su móvil estaba sin batería, se colocó una gabardina y decidió salir de ahí para irse, caminó por mucho tiempo y por fin pudo visualizar un auto negro que paró a la señal que ella hizo.
—¡Por favor! ¿me puede acercar a la ciudad? Llevo caminando mucho tiempo. —pidió al chófer.
—Suba en el asiento trasero señorita.
Nohelia abrió la puerta del auto y sin mirar subió, y vaya sorpresa.
Sus ojos se querían salir de sus órbitas, los abrió como plato e intentó salir del auto pero ya no pudo hacerlo.
—¡Detener el auto! ¡Déjenme bajar!. —gritó desmesuradamente. Miró al hombre frente a ella y este la tomó por las muñecas.—Por fin te encontré, mujer, te busqué por muchos años.
—¡Suéltame! Yo no soy tu mujer, desgraciado, por tu culpa casi muero
—Nohelia, escúchame, te busqué, envié a mis hombres por ti y ya no estabas, yo solo.. —ella desesperada lo interrumpió
—No voy a trabajar en eso, olvídate de mí, ¿si crees que voy a ser una de tus mujeres?, ¡estás equivocado!, soy una mujer casada tengo una hija.
—¿Y quien te dijo que yo te compre? Yo soy... —Nuevamente fue interrumpido por los gritos y desespero de Nohelia.
—General, por favor, te devolveré el dinero que pagaste por mi, pero déjame ir, mi hija me espera.
—¿En verdad tienes una hija?
—Si, por favor, ella me necesita, es muy chica. Por favor. —suplicó con lágrimas en los ojos.
—Sergei, ve a la dirección que te dé Nohelia, vamos a dejarla ahí.
Nohelia se sorprendió por lo que escuchó y no pronunció más palabras que la dirección que pidieron.
El trayecto fue en completo silencio, Nohelia sentía los nervios a flor de piel, frotaba sus manos entres si, cuando el Soto se detuvo frente a los portones de la mansión Bright.
—Gracias, gracias por comprender mi situación, y prometo que en cuanto tenga el dinero lo pagaré todo, lo juro.
—Tranquila, no me debes nada, ahora ve por tu familia y por tu hija.
Nohelia salió del auto lo más pronto posible, no podía creer que el hombre que la golpeó hasta morir, fuera ese que tenía frente a ella, se giró y lo miró nuevamente y este levantó una ceja y le dio una sonrisa torcida.
—Si algún día me necesitas búscame.
Dijo extendiéndole una tarjeta. Nohelia la tomó y la guardo en el bolsillo de su gabardina.
—No creo que eso suceda, y de igual gracias por traerme hasta aquí.
Nohelia caminó y los portones se abrieron, entró y cuando estuvo cerca de la puerta lo que escuchó la dejó en shock.
—¡ Júlian es la mujer que amo madre! Y voy a ir por ellas, es mi esposa y mi hija. —Gritó algo molesto.
—No puedes hijo, ahora eso es imposible.
Nohelia cayó de rodillas al suelo llevándose las manos a su boca ahogando un grito desgarrador de su alma que necesitaba liberar.
El temor más grande de ella se había hecho realidad, el hombre que ama ahora no la miraría como hacía unas horas atrás.
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Un hijo para el CEO
RomanceSergio Bright, eterno enamorado de Julianne Ferrari, cumple su más anelado sueño, casarse con la mujer que ama, olvidando por completo la enfermedad que lo debilita día a día. Un día menos esperado se ve obligado a alejarla de su vida, pues el médic...