CAPÍTULO 34. VUEVE EL PASADO

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—Nikolay, abre los ojos, soy yo Nohelia. ¿Qué te hicieron?—llamó Nohelia, Nikolay escuchó a lo lejos su voz  y abrió los ojos, la miró y sonrió.
—Hola mi chica hermosa. —pudo articular palabras.
—Nikolay, vamos ponte de pie come un poco y saldremos de aquí.
—Huye mi linda, trata de salir de aquí.
—Claro que saldré de aquí, pero contigo. Vamos levántate.
Nikolay se puso de pie, la herida en su pierna le impedía caminar, su temperatura era alta, y como pudo Nohelia lo ayudó a salir de ahí.
Caminando por el pasillo el encuentro fue inevitable.
—¿Quién carajos eres tú? ¿Y con qué autorización sacas a mi prometido de la celda? —habló furiosa Liuba, y Nohelia quedó estática al ver frente a ella a su hermana.
—¿Tu prometido? Dices tu prometido, ¿y lo tratas así?
—Tengo mis razones para tenerlo donde está, así que a devolverlo a su celda.
—No lo haré, si tiene que pagar lo que hizo, lo hará, pero no en estas condiciones.
Liuba se acercó a Nohelia y quedando frente a ella se miraron fijamente y sus miradas destellante eran las de Liuba llenas de celos y rabia, y las de Nohelia eran de indignación por estar en contra del hecho de tratar así a Nikolay.
—Me haré cargo, es mi novio.
—Suelta lo, lo llevaré al hospital para que lo atiendan y tú no me lo impediras.
Nohelia salió con Nikolay seguida por Liuba, al área del hospital.
Horas después mientras Nikolay estaba recuperándose.
En la mansión Manccini hacia presencia Mikhail y su padre.
Tratando con Noah la disolución de ese acuerdo matrimonial.
Nohelia bajó las escaleras en compañía de Sergio y sus pequeños.
—¡Tío Mikhail! Que bueno que viniste. —habló Arielle y corriendo a los brazos de Mikhail.
—Hola mi pequeña, me alegra mucho volver a verte.
—Papi vino por nosotras ya nos vamos a nuestra casa.
—Eso es bueno, y me pone contento.
Sergio me alegra que encontraras a tu familia, esta vez cuida de ellos.
—Con mi vida Mikail, y gracias por cuidar de ellos todo ese tiempo.
—Siempre para los amigos, y no lo digo por ti, lo digo por Nohelia que es una gran mujer y de buen corazón. —Mikhail miró a Nohelia tomó sus manos y dejó un beso en ellas.
—Perdonaste todo el mal que te hicimos. —dijo mirándola a los ojos.
—No hay nada que perdonar, ese era el camino que el destino tenía para mí, ustedes me traería al amor de mi vida y a mi padre, y si el resultado es el mismo, lo volvería a vivir. —expresó mirando a sus hijos.
—Vales oro Nohelia. —dijo Mikayl.

Los días pasaron y Nikolay estaba fuera del hospital, Nohelia estuvo ahí todo ese tiempo pendiente de él, al igual que Liuba.
—Nohelia, gracias, por estar a mi lado.
—¿Cómo no estar? si tú estuviste a mi lado cuando necesité de un amigo.
—Un amigo, que te agradece, gracias por enseñarme el sentido del verdadero amor, jamás te voy a olvidar mi hermosa, siempre serás mi hermosa ilusión perdida.
—No digas eso Nikolay, Liuba es muy hermosa, ella está dolida por lo que tú le hiciste, pero si te das el tiempo de conocerla verás que es una gran mujer.
—No la amo Nohelia.
—Sergio no me amaba, amaba a Julianne y ahora míralo, él me ama y ella es un recuerdo en su vida.
—Nohelia, mi Nohelia, se feliz mi hermosa, y si algún día Sergio ....
—Eso no sucederá Nikolay, Sergio y yo nos amamos y nuestro amor es fuerte.
—Adiós mi Nohelia. —pronunció besando su mejilla.
—Adiós Nikolay. —respondió dando un abrazo, que para Nikolay sería un abrazo eterno.
Los días pasaron convirtiéndose en semanas, tres semanas pasaron y Sergio estaba organizando una cena.
—Está todo listo señor Bright.—informó Thresa, asistente de Sergio, que había retomado nuevamente su trabajo en la corporación.
—Perfecto. —respondió mirando la hora para estar justo a tiempo en la reunión con los nuevos socios italianos.
—Señor, el socio de Italia está retrasado por un inconveniente,
—No voy a esperar a nadie Thresa, si no está aquí a la hora acordada quedará fuera de la sociedad.
El teléfono de Thresa sonó y era la asistente del italiano  para anunciar que ya estaban llegando.
—Ya están aquí señor.
Sergio caminó a la sala de reuniones donde esperaban los otro socios, tomó los documentos y se puso a  hojear y vio en nombre del socio italiano, era Jean Carlo Ferrari.
Sergio volvió a su oficina y ordenó a Thresa hacerlo pasar primero ahí,
Jean Carlo Ferrari entró al ascensor junto a su asistente y marcaron el dígito del piso número treinta y dos donde se encontraba la sala de reuniones y presidencia.
Las puertas metálicas se abrieron, Jean Carlo salió y Thresa lo guio.
—Buenos días señor, el presidente lo espera en su oficina antes de pasar a la sala de juntas.
—Muchas gracias. —respondió la asistente de Ferrari y fueron tras de Thresa,  abrió la puerta e informó.
—Señor, el señor Ferrari está aquí.
Sergio hizo señas les con la mano para que pasaran mientras el estaba parado frente al ventanal mirando como quien dice al pasado, que en ese día y sin imaginar se estaba haciendo presente en ese momento. Escuchó los pasos de Jean Carlo y escuchó la voz de su amigo
—Me disculpo por....—Sergio se giró y Jean Carlo quedó de piedra a ver parado frente a él a Sergio Bright, el hombre que todos creían muerto.
—¡Sergio! ¡Sergio Bright! Estás vivo hermano, es un milagro. —habló con mezcla de euforia alegría y desconcierto. Ambos dieron un paso y se abrazaron fuertemente.
—Volví de la muerte hermano, y aquí estoy,
—¿Pero el hombre con el que me reuní?
—Es el gerente general de las empresas, en ese momento estaba pasando por mucho y el estaba a cargo de todo.
—¿Por qué nunca nos dijiste Sergio? ¿Por qué decir que moriste? Juliann, ella...

—Mi recuperación total fue hace casi dos años, y han pasado muchas cosas, desperté y me recuperé, fui por Júlian y la vi felizmente casada y con hijos, no le vi sentido hacerme presente en su vida.
—Pero ella cree, bueno todos creímos que habías muerto.
—Estuve en coma por muchos años, y en ese tiempo pasaron muchas cosas, y ha sido una lucha hasta que por fin logré alcanzar la verdadera felicidad.
Sergio y Jean Carlo pasaron a la reunión, firmaron contratos de alianzas comerciales y después salieron.
Sergio contó a Jean Carlo todo, y cada uno de los detalle de lo que había sucedido con él, después de desaparecer involuntariamente de Italia.
—¿Y cuando piensas presentarme a tu familia hermano, crecimos juntos y no es justo que no conozca a mis sobrinos.
—Esta noche, organicé una cena y será el momento para que mi mujer te conozca y también conozcas a mis hijos.
—Me  alegro por ti Sergio, nos dolió mucho saberte muerto hermano, todos te guardamos luto y sentimos tu ausencia. —expreso con emoción y se abrazaron.
—A Júlian, no fue mi intensión hacerla sufrir, pero me alegra que Jordan haya estado ahí para apoyarla.
—Fue duro para ella también.

La hora de la cena llegó, Nohelia estaba vestida con un hermoso vestido color de vino tinto, su cabellera rubia y sus ojos verdes hacían verla resplandeciente y su sonrisa encantadora que brindó cuando Sergio y Jean Carlo aparecieron en la sala de Star.
—Mi amor, buenas noches. —saludó dando un beso a Sergio y mirando a Jean Carlo.
—Un gusto en conocerte Nohelia, no sabes la alegría inmensa que tengo de saber a mi hermano con vida y mucho más con una familia. —expresó mirando fijamente a Nohelia.
—Muchas gracias señor Ferrari.
—Nada de señor, Jean Carlo, somos familia, no con el ADN pero si de corazón.
—Si, Sergio me contó. Mira ella es nuestra hija Arielle Maylin y él es nuestro pequeño Alexander.
Jean Carlo miró a Arielle y luego a Sergio, y Nohelia entendió.
—Yo escogí el nombre de mi hija, y resultó que también la hija de Julián lleva ese nombre.
—Así es, y tienen casi la misma edad.
—Voy a cumplir ocho años, ¿Te invito a mi fiesta.? —dijo Arielle.
—Y yo estaré puntual aquí. —respondió Jean Carlo poniéndose a su altura.
La cena pasó entre charlas y risas, estaban en la sala de Star cuando llegaron Noah y Rosellia.
—Rosellia, Noah, vengan les presento a uno de mis mejores amigos, bueno mi hermano, Jean Carlo Ferrari.
—Mucho gusto señor Manccini, señora.
—Rosellia, Rosellia Carrissi.
—¿Carrissi? —expresó con sorpresa al escuchar el apellido.
—Si, Carrissi, pareces sorprendido, ¿te llamó la atención mi apellido?
—Nohelia Kartson Carrissi, y Amalia Carrissi ¿Serán familia.?
Nohelia abrió los ojos como plato al escuchar el nombre de su prima casi hermana, siempre vivió enviando detectives para encontrarla en toda Rusia y jamás la encontró.
—¿Cómo sabes de ella? ¿La conoces?
—Así es, y es madre de un hermoso barón y unas trillizos hermosos de apellido Ferrari.
Nohelia hizo una O mayúscula en su boca al escuchar que su prima estaba felizmente casada con uno de los trillizos Ferrari, llamados los tres por en mismo nombre, Jean Ferrari
—¡Dios! Que emoción  tan grande, madre, la tía debe estar feliz, Amalia debió encontrar a mi tío... madre, tu hermano.
—Dejemos esto, PARA OTRA  HISTORIA y continuemos con esta por favor.
Nohelia y Sergio pasaron toda la velada hablando y riendo hasta que jean se despidió con una nueva sociedad para  sus empresas y con la promesa de un pronto reencuentro.
—Espero pronto nos visites hermano.
—Pronto estaré ahí, Jean Carlo, y por favor, deja que sea yo quien me presente y le explique a Julián.
—Será un impacto para ella.
—Lo sé, pero aún no puedo ir, necesito solucionar mucho aquí.
—Solo avísame cuando vayas, debo contarle a Jordan primero, y será él quién se lo diga a Julián.
Dos días después, Jean Carlo se  despidió de Sergio y todas la familia, con la promesa de Sergio de ir y enfrentar ese pasado que estaba lleno de dolor y felicidad, una mezcla que dejaba un resultado de nostalgia para Sergio.
Nohelia lo vio distante y lejano en sus pensamientos, sintió doler su corazón al pensar y sentir que Sergio aún se sentía atado a ese amor del pasado.
—Sergio. —lo llamó casi en un susurro, Sergio se giró y la miró, extendió su mano para que ella se acerque a él.
—Nohelia, ven, acércate, sabes, cuando Slaba me dio los detalles del nuevo socio que tendríamos, quise rechazarlo en su momento, y sin saber de quién se trataba.
—Pero no pudiste ¿Cierto?
—Ellos han sido como mis hermanos, crecimos juntos, y todos allá aún me creen muerto, y eso no es justo para ellos.
Nohelia lo miró y tragó el nudo en su garganta, entendió cual era el final del camino que tomaba esa conversación.
—Ve mi amor, no es justo que en ese lado del mundo crean que no vives.
Nohelia trató de ser lo menos evidente que por dentro su temor creció, sabía que Sergio y Julianne estarían frente a frente.

Un hijo para el CEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora