Nohelia seguía su vida de madre y esposa, cada día atendía a Sergio con todo el amor del mundo, lo amaba y había estudiado para atenderlo personalmente, continuó aplazando el regreso a Ecuador.
Un años más había pasado, y como cada día se levantó y lo primero que hizo fue ir a la habitación de Sergio.
—Buenos días mi amor, hoy nuestra hija va a su primer día de clases, si la vieras, está muy feliz.
Acarició sus cabellos, y empezó con la rutina diaria de aseo.
—Listo mi vida, guapo y perfumado como siempre. —dio un beso en sus labios y salió.
Ahora estaba preparando el desayuno para Arielle de cuatro años, estaba lista para su primer día de clases en el kínder.
—¡Apúrate mi vida! O llegaremos tarde a tu primer día.
—Ya voy mami, voy a despedirme de nuestro príncipe durmiente.
Arielle fue como cada mañana a darle los buenos días a Sergio, entró en la habitación, se acercó a él, pasó sus manitas por el rostro de su padre y dejó un beso en su mejilla.
—Buenos días mi príncipe durmiente, ¿No te cansas de dormir? Yo quería que hoy tú y mami me lleven a la escuela, despierta papito, deseo jugar contigo.—Arielle se puso su manita sobre la de su padre y de pronto sintió un leve movimiento en uno de sus dedos. Arielle lo miró fijamente y corrió a ver a su madre que preparaba su desayuno.
—Mami, nuestro príncipe movió un dedo. —Nohelia dejó caer el cubierto de las manos y muy sorprendida miró a su hija.
—¿Qué estás diciendo, princesa?—preguntó muy sorprendida.
—Papi movió un dedo, yo le dije que despertará para que me lleve a la escuela y movió un dedo.
Nohelia corrió a la habitación mientras marcaba al médico, y luego a Marisa.
En menos de cinco minutos ya estaban Marisa y Alexander junto al especialista valorando lo.
—Tenemos que trasladarlo a la clínica, debemos monitorear cada reacción que tenga.—explicó el Galeno y Sergio fue trasladado al centro neurólogo.
Cada día tenía una reacción más pronunciada de motricidad, el tumor había sido extirpado, y ahora estaban a la expectativas de la recuperación.
Una semana había transcurrido y Sergio por fin había abierto los ojos.
Su mirada era fija, sus signos vitales eran estables, los resultados de cada uno de los exámenes eran satisfactorios.
—Doctor, ¿mi hijo tendrá una vida normal?—pregunto Alexander teniendo sentimientos encontrados.
—Han cinco seis años en coma, el tiempo de recuperación es lenta, y está evolucionando muy bien, le he llamado a unos colegas especialista y en una hora vendrán a valorarlo un kinesiólogo, para ver cuándo empieza con las terapias,
—¿Y en que se especializa ese doctor?
—Se especializa en el movimiento del cuerpo y en la prevención de tratamiento de lesiones y trastornos musculoesquelético, también en la rehabilitación física , Sergio a pasado muchos años sin moverse, a pesar de las terapias recibidas necesita un especialista así mismo un neurólogo y un especialista en fonoaudiólogo, también lo estarán evaluando, como el habla, así estaremos alternando con el psicólogo, fonoaudiólogo, se necesita valorar la evolución del diagnóstico y tratamiento del trastorno que a generado, con el lenguaje y la voz.
—Lo importante es que se recupere, no importa el tiempo que se lleve con cada especialista.—manifestó Marisa., llorando de felicidad.
Nohelia tenía sentimientos encontrados, estaba feliz de ver a Sergio despierto y a la vez sentía temor su reacción al saber quién era ella en su vida. Caminó a paso lento y entró a la habitación con el permiso del médico.
Se paró frente a él y por primera vez miró el color de sus ojos, eran azules, ella sintió que su corazón dio un vuelco en su pecho en el momento en que el la miró.
Su mano temblorosa, se acercó a la de Sergio y la rozó.
—Despertaste mi príncipe durmiente, no sabes lo feliz que me hace ver tus ojos.—pronunció en un susurro inaudible para los demás.
Sus lágrimas rodaron por sus mejillas, y apretó sus labios formando una línea en ellos.
Marisa entró a la habitación y Nohelia se dispuso a salir.
—No hija, no te vayas. —La detuvo por el brazo.
—Tengo miedo Marisa.—respondió aguantando sus enormes ganas de llorar.
— Tranquila hija, yo estaré contigo siempre, y Alex nunca te dará la espalda, yo también cometí errores y tengo que afrontar las consecuencias.
—¿A qué se refiere Marisa? ¿De que errores habla?.
—Algún día lo sabrás.
Caminaron y se acercaron a Sergio.
Los días comenzaron a pasar entre las terapias del kinesiólogo, fonoaudiólogo, neurólogo y el psicólogo..
Cinco meses habían pasado desde que Sergio abrió los ojos, y durante ese tiempo de las terapias, estas ya estaban dando resultados.
—Mami, puedo faltar hoy a clases, quiero ser yo quien de el paseo con papá. —pidió Arielle, para estar presente en la terapia de la caminata.
—Está bien mi amor, le hablaré a la maestra, ahora vamos a cambiarte para salir.
A Nohelia se le había pasado el temor del rechazo, ayudó en cada una de las terapias y ahí estaba entregando su amor en cada detalle y cada día se unía sentimental mente más a Sergio.
—¿Listo para el paseo? —preguntó muy sonriente Nohelia.
—Si, estoy listo. —Respondió Sergio articulando palabras entrecortadas.
Los días siguieron pasando con la rutinas de terapias alternadas y ahora estaban en el centro neurológico.
—Muy bien señores Bright, aquí están los resultados, y todo va muy bien.
— Doctor, y la pérdida de memoria, ¿La va a recuperar?.
El Galeno miró a los tres, mientras Sergio estaba aún en la cama y no podía escuchar.
—Señores, en este momento no puedo decir que va a recuperar la memoria, es como el estado de coma, es impredecible, el tardó cuatro años en despertar, como no pudo hacerlo, así es ahora, puede que recupere su memoria como no la puedo recuperar.
—Bueno doctor, lo importante es que despertó, y que sea lo que dios quiera.
Salieron del centro neurológico y fueron a la mansión.
Las semanas pasaron convirtiéndose en meses, y ya era un año de terapias y exámenes para ver su evolución cada semana. Sergio se estaba recuperando muy bien, ya hablaba fluidamente, cómo podía desenvolverse solo.
Ahora estaban en el cumpleaños de Arielle, cinco años y este era el primero en el que estaba presente Sergio.
—¿Estás feliz mi amor? —Preguntó a su pequeña abrazada a él.
—Es el cumple más feliz papito, en este estás aquí y no durmiendo.
—Sergio, vamos es hora de cantarle en cumpleaños a Arielle.—dijo Nohelia y el la detuvo por el brazo.
—Espera Nohelia.—ella se estremeció ante ese toque, se giró y quedaron frente a frente y mirándose fijamente.
—Dime Sergio.—respondió Nohelia sintiendo su corazón salir por su boca.
—¿Por qué mi esposa está distante conmigo? —Suelta de una, y eso sorprendió a Nohelia, no se esperaba aquella pregunta, parpadeó y respondió algo temerosa, aún se sentía en el limbo, Sergio no sabía cómo era en origen de su familia, y no sabían cómo empezar no como contar esa historia, por qué tenían a su reacción y que fuera perjudicial para su recuperación.
—Cuando termine la fiesta hablaremos, ahí responderé a todas tus preguntas.Sergio la acercó más a él, y esa era la primera vez que cercanía era para dejar un beso, un roce de labios entre ellos. Fue sorpresa para Nohelia, sintió sus piernas debilitarse y su cuerpo temblar, parpadeó, y fue cuando Sergio terminó por unir sus labios a los de ella. Nohelia sintió un estallido en su interior, su corazón latía tan fuerte, y poco a poco cedió la entrada a esa lengua que deseaba explorar su cavidad, Sergio se abrió paso en esa boca y profundizó ese beso tan anhelado por Nohelia.
Nohelia tímidamente se separó de el, y Sergio nuevamente beso esos labios y volvió a responder ese tan anhelado beso, Sergio exploró nuevamente su cavidad bucal y su dulce sabor lo embriagó, sus lenguas se encontraron y sellaron ese encuentro entre ellas.
Se separaron por la falta de aire en sus pulmones, Sergio unió su frente a la de ella mientras la miraba.—Quiero a mi esposa junto a mi en todos lo sentidos.—pronuncia con voz ronca.
—Sergio, hablaremos más tarde.
—Claro que si, necesito saber por qué mi mujer sigue en otra habitación. Le habló al oído, mordiendo su lóbulo, descargando un conrrientazo en todo su cuerpo.
Nohelia caminó como pudo, toda ella era de gelatina, llegó a dónde estaba Marisa y ella la recibió abrazándola, pues había presenciado la escena del beso, y estaba feliz por su hijo
—Marisa, yo.. yo...
—Tranquila hija, habla con él.
—¿Le cuento cómo inició todo?
Marisa pensó que aún no era tiempo.
—Después Nohelia, aún está en recuperación y no sabemos.
—Me preguntó por qué estamos en habitación separadas.
—Dile que es por su recuperación, así ganamos tiempo para decirle la verdad.—Nohelia asintió y continuó atendiendo a los invitados.
La fiesta continuó toda la tarde, todos compartieron felices, Sergio no dejaba de mirar a Nohelia, que hablaba muy animada con el terapeuta.
—Estás más tranquila y despejada ahora que Sergio, está totalmente recuperado.
—Así es, estoy más tranquila y gracias a mi profesor, soy una terapeuta profesional.—expresó entre risas.
—Con permiso, pero me llevaré a mi mujer.—habló Sergio abrazando a Nohelia.
—¿Te pasa algo Sergio?
—Si, pasa que me molesta ver a mi mujer riendo con otro, y no se acerca a mi a menos que yo les busque.
—Tenemos invitados y hay que atenderlos.
—¿Así muy sonriente? tienes mucho tiempo hablando con el. ¿Crees que no me doy cuenta?
Nohelia sonrió y acunó su rostro entre sus manos.
—Mis ojos no miran a nadie más que no sea al padre de mi hija.
—Lo siento, sentí celos y me dejé llevar. Vamos a continuar con la fiesta.
Sergio y Nohelia caminaron tomados de las manos, y estuvieron juntos hasta despedir al último invitado.
—¿Por que todo se terminó tan rápido, mami? mi fiesta fue muy divertida y falta mucho para la próxima.
Todos rieron al escuchar la inagotable Arielle.
—Así es mi niña, y en todo ese tiempo que falta , tienes que crecer un poquito más.
—Siiiii, estaré más grande.
Todos estaban reunidos en la sala de Star junto a ese pequeño terremoto llamado Arielle Meylin.
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Un hijo para el CEO
RomanceSergio Bright, eterno enamorado de Julianne Ferrari, cumple su más anelado sueño, casarse con la mujer que ama, olvidando por completo la enfermedad que lo debilita día a día. Un día menos esperado se ve obligado a alejarla de su vida, pues el médic...