Nohelia fue a su habitación, se acostó en la cama y mirando a la nada, a su mente llegó un recuerdo del que sería su padre, Artur Kartson, nunca le demostró el amor de padre para una hija, y eso le dolía cada ves que recordaba a Artur.
Sergio llegó a su mente y anheló tenerlo ahí con ella.
—Sergio, pronto estaremos juntos mi amor, tu, yo y nuestros hijos.
El amanecer llegó y Nohelia no pudo conciliar el sueño, fue al baño y bajo la lluvia artificial dejó que el agua se llevara un poco de su angustia.
Salió y se cambió, fue a la habitación de Arielle y Alex, y no esperó ver la escena de el hombre que la secuestró y maltrató en un inicio.
—Tienes muchos caballos. —preguntó Arielle sentada sobre la cama mientras Noah cargaba a Álex haciéndole pucheros.
—Si mi princesa, y los veremos cuando tú desees y tu mami te de permiso.
—¡Siii! Mami si me dejará ir, abuelo, quiero ver a papi. —Nohelia quedó en shock al escuchar a su hija llamar abuelo a Noah. " niños" —pensó y siguió ahí escondida escuchando a su hija hablar con un padre que apenas conoció.
—Ya fueron a traer a papá mi vida, pronto estará aquí con ustedes. — dijo Noah acariciando sus cabellos rubios.
—¡Yupiii! Papi vendrá a vernos pronto. Abuelo gracias, ya no quiero que papi esté lejos de nosotros.
—Nunca más mi amor, nunca más estarás lejos de papi y mami.
Nohelia tocó la puerta para llamar la atención de Noah y Arielle, y entró a la habitación.
—Buenos días mis amores. —Saludó cogiendo en brazos a Álex y mirando a Noah.
—Buenos días señor Manccini.
—Buenos días hija, ¿sabes? Estoy muy feliz de saber que eres mi primogénita, mi orgullo, y mi guerrera. —habló Noah sintiendo orgullo de ver el fruto de ese amor que sintió en el pasado.
—Yo, yo no sé que decir y cómo actuar frente a ti, crecí.. —sus palabras se quedaron atragantadas en su garganta.
—Lo sé mi amor, y créeme que si yo hubiera sabido, jamás, escúchame bien, jamás las hubiera dejado.
Nohelia sintió estrujar su corazón, sintió la necesidad de un apoyo verdadero de un padre que la amara y le demostrará su amor, cosa que jamás recibió de Artur.
—Tómate tu tiempo, no te obligare a que me aceptes y me digas padre.
—Gracias Noah, solo espero que esta vez no le rompas el corazón a mi madre.
—Eso no volverá a suceder jamás, hija mía, dedicaré el resto de mi vida hacer feliz a mi Susan.
—Protegerla, por favor, tu mundo es un poco agitado y no quiero saber que mi madre está expuesta al peligro.
—Lo prometo hija, la protegeré con mi vida de ser necesario.
—Gracias por todo, por mandar traer al padre de mis hijos.
—Deseo ver a mi hija y mis nietos felices, y gracias a ti por darme la dicha de ver mi descendencia.
Nohelia miró a Noah y dibujando una sonrisa en sus labios se acercó a él y dio un abrazo que fue correspondída con todo el amor que le trasmitía esa hija que apenas conoció.
Noah salió de la habitación y Nohelia arregló a los pequeños y luego se dispuso a bajar.
—Petra, por favor cuida de mis hijos, tengo que hablar con mi madre.
—Si señora, no se preocupe. —respondió la nueva Nana de Álex y Arielle.
Nohelia fue a la habitación de Rosellia y no la encontró, bajó nuevamente y buscando fue a dar a la que era la oficina de Noah donde estaba Tulio dando órdenes a los guardias y justo ahí estaba el guardia que maltrató a Nohelia.
Nohelia tocó y un pase la autorizó a entrar a la grande oficina.
El guardia la miró sorprendido y luego a Tulio, sintió su corazón latir tan fuerte al escuchar las palabras de Tulio dirigiéndose a Nohelia.
—Sobrina, adelante, ven tienes que conocer al personal de seguridad asignado por tu padre.
—No creo que sea necesario, pronto nos marcharemos de aquí. —dijo Nohelia mirando fijamente al guardia.
—Tu, Milton serás el custodio personal de mi sobrina. —Nohelia lo miró y parpadeó.
—No, no quiero a ese hombre cerca de mí. —Habló Nohelia mirando a Tulio y luego a Milton.
—Está bien sobrina, pero por ser la hija del jefe tendrás custodios tu, y toda tu familia.
—Lo sé, pero no quiero a este hombre cerca de mi. —ordenó Nohelia a Tulio.
Nohelia salió de la oficina, no quería seguir viendo al hombre que la maltrató tanto verbal como físicamente.
Fue al jardín donde estaba Rosellia y Noah con los niños.
—Madre, ¿Cómo amaneciste hoy?
—Muy bien hija, ¿pero que te sucede?
—Deseo irme pronto de aquí madre, no me gusta estar en medio de tantos guardaespaldas y hombres armados.
Rosellia miró a Noah y sonrió, Noah hizo un asentimiento cerrando los ojos y Rosellia entendió.
—Hija, Noah tiene algo que decirte.
Nohelia miró a Noah y esperó por la noticia.
—Hija, ¿Ves esa cabaña al final de la arboleda? —preguntó Noah señalando el bosque lleno de árboles donde apenas se divisaba una lujosa cabaña.
—¿Qué pasa con esa cabaña?
—Es toda tuya.
—No quiero nada de usted Noah.
—Solo deseo que la explores y me digas si te gusta para vacacionar.
—Lo único que deseo es irme de aquí
—Solo un vistazo hija, no pido nada más. —pidió Noah en forma suplicante.
—Está bien, pero no creas que por eso me quedaré aquí .
—No pretendo obligarte, si algún día tu quieres verme como lo que soy, seré el padre más feliz del mundo.
Nohelia sonrió, y caminó a las caballerizas montó uno de los caballos y se dirigió a la cabaña.
Cabalgó y diez minutos después estaba desmontando el caballo, caminó por el jardín, se adentró un poco más y lo vio, Sergio estaba esperándola.Sergio.
Tiempo atrás.
Sergio fue llevado a una gran habitación de una cabaña y le quitaron la venda de los ojos.
—¿Dónde estoy? Yo quiero hablar con Mancini, quiero a mi mujer y a mis hijos. —gritó furioso por no ser llevado con el jefe.
—Tranquilo, pronto se te dará lo que quieres, y déjame decirte eres muy arriesgado, no cualquiera enfrenta a los Mancini de la forma en que lo hiciste, exponiendo su nombre en público.
—No lo hice por diversión, lo hice por qué quiero a mi familia.
—Ya Romeo, pronto verás a tu Julieta, no te apures.
Tulio salió de la cabaña y se fue a la mansión, llegó a la oficina donde estaba Noah.
—Listo, el pichón aguarda en el nido.
—Perfecto, tu organiza personal de seguridad para mi hija y mis nietos que yo iré con Susan a darle la noticia de que Sergio está aquí.
Noah salió de la oficina y fue al jardín donde estaba Rosellia.
—Mi vida, ya está aquí. —Rosellia miró a Noah y luego a Arielle y guiñó un ojo y sonrió.
—Que felicidad, mi hija por fin estará con su esposo.
Sergio hizo todo lo que el guardia le ordenó, y la muchacha de servicios preparó la mesa y entonces el entendió.
Una hora después estaba Sergio desesperado mientras caminaba por el jardín esperando a Nohelia.
Escuchó los trotes del caballo y la vio, corrió a su encuentro y ahí frente a Nohelia no supo que decir, se miraron en silencio, y solo corrieron y se entrelazaron en un abrazo fuerte, Sergio dio vueltas con ella y unieron sus labios en un beso apasionado y esperado.
—Al fin juntos amor, no sabes todo lo que deseé este encuentro. —susurró Sergio sobre los labios de Nohelia y acunando su rostro entre sus manos, y volviendo a devorar esos labios.
Mordió suavemente esa boca con un deseo desbordante, que hacía arder sus cuerpo en deseo por tenerse nuevamente, sus lenguas tenían esa danza erótica que encendía su deseo, Sergio la tomó en brazos y caminó con ella al interior de la cabaña, se separaron por la falta de oxígeno en sus pulmones, dejándola en el suelo, cerrando la puerta tras de ellos, y en una urgencia de amar se despojaron sus prendas, Sergio besó sus labios nuevamente, bajando por su cuello y llegando a su hombro, mordió muy suave y volvió a su boca, la tomó por la cintura y la empotró contra la pared y su cuerpo.
Nohelia enredó sus piernas al rededor de las caderas de Sergio, mientras él bebía de sus pechos.
—¡Aaasgh Sergio, te amo, te amo. —susurraba entre gemidos, estaban embriagados de pasión y deseo, Sergio se apuntó en su entrada y de una estocada estuvo dentro de ella, las penetraciones eran profundas y fuertes, mientras Nohelia se hundía en su mástil erecto él seguía bebiendo de sus pechos.
Sergio caminó con ella empotrada en él y llegaron al sofá, donde fueron cayendo lentamente al gran sillón, besó su cuello, bajó por sus pechos succionando sus pezones, siguió dejando besos y mordidas suaves por su vientre y llegó a su entrepierna, besó y se abrió paso en esos pliegues empapados de ese elíxir que era el resultado de deseo contenido por mucho tiempo.
Se abrió paso con su lengua, causando sensaciones electrizantes en Nohelia que se retorcía del deseo y placer, sus movimientos de caderas eran urgidos y Sergio lamía y mordía suavemente su intimidad.
—¡Aaah! Sergio. —decía entre gemidos mientras empuñaba sus cabellos y lo aprisionaba más
quedando el entre sus piernas, mientras el con su dedo pulgar jugaba y apretaba su clítoris, Nohelia se estremecía, sintió contraer su vientre y sus piernas se tensaron sintiendo ser poseída por un fuerte orgasmos.
—¡Sergio! —pronunció su nombre entre gemidos fuertes mientras se corría y el bebió de su manantial con sabor a paraíso y gloria. Continuó con sus dedos mientras subía y se posesionó entre sus piernas, se apuntó en su entrada y de una sola estocada estuvo dentro y en lo más profundo de ella.
—¡Aaaah! Sergio sigue, sigue. —pedía, salió de ella y la volvió a penetrar tan fuerte y profundo, acelerando sus penetraciones y Nohelia salía a su encuentro haciendo que sus movimientos sincronizados, les causara el placer más intenso.
—¡Aaaah! No pares, sigue, más, más. —pedía entre gemidos.
—Dámelo todo mi mujer bella, eres mía toda mía.
Sergio aceleró las embestidas mientras mordía el lóbulo de su oreja y susurraba palabras a su oído, luego succionó fuerte sus pezones, y siguieron entregándose hasta que sintieron tensar sus cuerpos, Nohelia sintió su vientre contraerse, una sensación electrizante recorrió su cuerpo y se entregó nuevamente al clímax más intenso.
—¡Aaasgh! Por dios Sergio. —clamaba, y Sergio siguió penetrándola, hasta que él también sintió la llegada de su clímax y se vació dentro de ella, sus respiraciones aceleradas y sus cuerpos perlados del sudor, no dejó lugar a la duda de que juntos se habían entregado a la pasión de ese desbordante amor que sentían.
Sergio acostado sobre su agotado pecho escuchaba los latidos fuertes de su corazón, al que el tiempo atrás había roto en mil pedazos, y ahora besó su pecho ahí entre ese par de sus montículos de miel que lo invitaban a probarlos.
Y nuevamente se entregaron al amor y deseo que sentían.
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Un hijo para el CEO
RomanceSergio Bright, eterno enamorado de Julianne Ferrari, cumple su más anelado sueño, casarse con la mujer que ama, olvidando por completo la enfermedad que lo debilita día a día. Un día menos esperado se ve obligado a alejarla de su vida, pues el médic...