—Ve hija ve.—respondió Lalita sintiendo la felicidad que todos vivirían ahí., con la llegada del bebé.
Nohelia salió de la cocina y fue a la oficina donde estaba Alexander y Marisa.
—Buenos días, señores Bright. —Saludó sonriente y tanto Marisa como Alexander se miraron al verla diferente.Nohelia caminó a paso lento, se abrazó a si misma, se sentía extraña, saber que dentro de ella se está a formando un pequeño ser, la hacía sentir grande, llegó a la puerta, dudo tocar, pero se resolvió y lo hizo.
—¡Adelante! —respondió Marisa.
Nohelia entró y los miró fijamente.
—Buenos días señores Bright. Necesito decirles que......
—¿Te sientes mal hija?—interrogó Marisa levantándose de inmediato.
—No, bueno, si, ¡ay!, no sé si estar en estado es sentirse mal, pero creo que el resultado del procedimiento dio positivo, me siento mal, bueno, o enferma pero si muchas nauseas y mareos.
Marisa miró a Alexander y sonrió, se levantó de la silla y caminó hasta llegar a dónde estaba Nohelia.
—Hija, ¿mi nieto ya está aquí.?—preguntó muy emocionada tocando el vientre de Nohelia.
—Creo que sí, le dije a Lalita y ella me explicó cómo es que se siente estar embarazada.
—Pues para salir de las dudas vamos al hospital. —propuso Alexander y se dispusieron a ir al médico que hizo el procesamiento.
Subieron al auto y salieron, llegaron al hospital y ya el Galeno la esperaba, hizo las preguntas de rutina y realizaron los exámenes correspondientes.
Media hora después estaba dando el resultado de los exámenes.
—Muy bien, el proceso fue todo un éxito, aquí están los resultados positivos. —informó mostrando los a Marisa y Alexander, mientras ellos leían el médico señaló el lugar donde
por último realizaría la ecografía.
Nohelia se descubrió el vientre con la ayuda de la enfermera, aplicó un poco de gel, y el médico empezó a pasar el transductor, el sonido de los latidos del corazón se escucharon , y fue entonces que Nohelia sintió una explosión de emociones en su interior, su corazón latía al igual que el de su pequeño formándose ahí dentro de su vientre, sus lágrimas rodaron y fue cuando sintió la mano de Marisa apretar la suya.
—Mi niña, mi hermosa, no sabes lo feliz que soy de saber que ni nieta o nieto está en camino. Gracias por hacernos tan felices, no tienes idea de lo importante que es para nosotros este momento, escuchar los latidos del corazón del hijo de mi Sergio.
Marisa abrazo a Nohelia abrazó al que se unió Alexander.
—Tú serás como nuestra hija, de ahora en adelante velaremos por todo lo que tú necesite, si deseas traer a tu madre lo hacemos. —expresó Alexander poniendo sus manos en sus hombros y mirándola fijamente a los ojos.
Nohelia vio sinceridad en ellos y aún así negó el ofrecimiento.
—Muchas gracias, ustedes han sido lo mejor que me a pasado después de tanta maldad vivida, eso me hizo cree que no habían personas de buen corazón, y ustedes me demostraron lo contrario. Pero muchas gracias, prefiero que el embarazo llegué a terminó y así poder decirle la verdad a mi madre, estoy segura de que no lo verá con buenos ojos.
—Bien mi niña, será como tú digas.—respondió Marisa.
—¿Desean comer algo especial?;—preguntó Alexander. Y Nohelia apretó sus labios deseando saborear una cassata.
—¿Deseas algo Nohelia? —preguntó Marisa mirando la, y continuó.
—Cuando yo esperaba a mi Sergio se me antojaba mucho la cassata siciliana, una delicia.
Nohelia sonrió y los miró.
—Si, justo era lo que se me antojaba, mi madre hacia una deliciosa.—habló con voz apagada.
—Vamos, acá hay una pastelería italiana y las hacen muy ricas. —Dijo Alexander.
Todos fueron al auto y salieron en dirección a la dulcería.
El resto de la tarde pasó entre compras y complacer a la nueva y futura madre.
Volvieron a la mansión Bright y fueron al área Este dónde estaba Sergio.
—Señores. —dijo el Galeno a modo de saludo al verlos entrar.
—¿Doctor, podemos pasar a ver a mi hijo?—preguntó Marisa.
—En un momento, las auxiliares están haciendo cambios.
Media hora después estaba Marisa en la habitación de Sergio. Lo miró como siempre, aún, sin un ápice de conciencia y cambio, tomó su mano entre las suyas y dejó un beso.
—Hijo mío, tienes que despertar, tienes que ver a tu hijo, tienes que conocer a ti hijo que viene en camino, por favor vuelve, vuelve a nosotros, tu hijo te espera.
Marisa lo vio dormir sin hacer un gesto, ni señal de que la escuchaba, deseaba tanto que eso sucediera.
Marisa salió de ahí como cada día, con la esperanza de que algún día Sergio despertara.
Nohelia, luego de que llegaran del paseo que fueron fue a su habitación, se duchó y se acostó, durmió por el resto de la tarde, su sueño era inquietante,
"Caminaba feliz con su hija de la mano y de pronto no la veía, la pequeña se perdía en la niebla.
—¿Dónde está mi hija? ¡Hija! ven a mi lado ven por favor. —gritaba caminando de un lado a otro, y mirando a todos lados.
Luego se veía riendo y feliz en los brazos de la mano de un hombre al cual no le veía la cara, y otro que la sujetaba fuerte.
—¡Suéltame! Déjame ir a buscar a mi hija. —Luchaba por zafarse
—Mi hija es mía y será a mi lado y a lado del amor de mi vida que ella crecerá. ¡Lárgate de mi vida, no te quiero, no te amo."
—¡Noo! —Nohelia despertó bañada en sudor, su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo, y su respiración era tan agitada que su pecho subía y bajaba tan rápido. agitada.
—¡Dios! que sueño tan perturbador.—Nohelia pasó sus manos por su rostro, se levantó y fue al baño.
Marisa al escucharla entró a ver lo que sucedía.
—Hija, ¿Sucede algo? Te escuché gritar.
Nohelia miró a Marisa, y un fugaz pensamiento se cruzó por su mente.
—Usted nunca me alejará de mi hijo. ¿Verdad? —preguntó algo temerosa.
Marisa se acercó y la abrazó dándole confianza y la promesa de jamás la alejaría de su hijo eres promesa cumplida.
—Nunca hija, nunca tendría ese corazón, jamás te haría esa maldad, tú eres la madre de mi nieto o nieta y así será siempre.
Nohelia respondió a ese abrazo y sintió tranquilidad.
—Quiero pedirte algo hija.
—Dígame Marisa, ¿en que puedo ayudarle?
—Deseo que visites a mi hijo, que le hables de el hijo que tendrán, no se si te escucha, pero deseo que lo hagas. Por favor.
Nohelia tragó grueso, parpadeó y aceptó acercarse a Sergio, el padre de su hijo.
—Lo haré Marisa, su hijo sabrá que viene un bebé que deseará en su momento jugar con su padre.
Los días pasaron y Nohelia no se acercó a Sergio, no deseaba tener contacto con él, sentía temor de que su sueño se hiciera realidad.
Marisa fue al jardín donde estaba y le extendió la invitación.
—Hija, ya los médicos están advertidos de que te dejen pasar a la hora que desees ver a Sergio.
—Está bien Marisa, si no he ido es por qué siento temor de que él despierte y me corra por lo que acabamos de hacer.
—Cuando mi hijo despierte y vea a su hijo estará feliz Nohelia.
—No sé por qué de pronto tengo dudas.
—Tranquila hija, yo estoy contigo. ¿Vamos? —Pidió Marisa extendiendo su mano a ella.
Nohelia la miró y aceptó tomando la mano de Marisa.
—Ests bien, vamos, estaré a su lado.
Nohelia caminó junto a Marisa hasta llegar al ala Este subió por las escaleras haciendo tiempo para poner sus ideas en orden y no sentirse nerviosa.
Llegaron a la sala de espera y una de las enfermeras de turno se acercó a ellas
—Señorita, señora Marisa. Pasen.
—Yo vendré más tarde, aquí atienda la a ella.
Diana miró irse a Marisa, mientras Nohelia habla.
—Puedo pasar a ver a Sergio, me dijeron que....—Diana la miró despectivamente y respondió de igual forma haciendo gestos de desagrado.
—Ahora está en terapia para relajación muscular, no puedes pasar.
Nohelia miró a Diana y dio vueltas para salir de ahí.
—Gracias, vendré más tarde.
Nohelia salió y tomó el ascensor, llegó a la planta baja cuando vio que recién llegaba el fisioterapeuta, algo que le sorprendió a ella
—Doctor, creí que ya estaba en su hora de la terapia de Sergio.
El Galeno miró el reloj y confirmó su horario.
—Empiezo en media hora, siempre a esta hora y dos veces por semana.
—Gracias doctor, lo tendré en cuenta.
—Incluso puedes estar presente y ver cómo lo hago para que después tu lo hagas, es bueno que tenga estimulación muscular.
—Está bien empezaré hoy mismo, ¿ Que tengo que hacer?
—Vamos, y te explico.
Nohelia volvió a subir junto al Galeno y cuando estuvo frente a Diana la miró fijamente y le habló.
—No vuelvas a negarme la entrada a ver a mi esposo, estás advertida.— aseveró algo molesta, comprobar que Diana le mintió le causó un mal sabor de boca.
—Creí que el doctor estaba dentro me confundí, lo siento.—se disculpa mirando al Galeno ignorando a Nohelia.
—No es a mi a quien tienes que pedir disculpas Diana. Es a la esposa del paciente.—ordenó el médico mirando a Nohelia, algo que le molestó a Diana, luego miró a Nohelia con el rabillo del ojo, suspiró profundamente y se disculpó.
—Lo siento, me equivoqué, señora.
Dijo apretando sus puños dentro de los bolsillos de su uniforme, dio media vuelta y salió de la habitación.
Nohelia se desinfectó, se puso la bata para poder proceder con lo que el Galeno explicaba.
—Muy bien Nohelia, empecemos.
Nohelia prestó atención a cada cosa que el terapeuta hacia, escuchó con atención cada una de las indicaciones que dio, y ella aprendió.
Las semanas pasaron convirtiendo se en meses, cuatro meses pasaron y ella seguía ayudando al terapeuta en sus sesiones, así mismo tratando con la hostilidad de Diana.
—Buenos días, doctor. ¿Puede pasar a ver a mi esposo.—preguntó como siempre antes de ingresar a la habitación de Sergio.
—Por supuesto que sí.
Nohelia pasó y sonrió al ver a Sergio, cada ves se sentía más ligada a él, tomó su mano y la puso en su vientre.
—Buenos días Sergio, aquí tu hijo te saluda como cada día, siente sus movimientos.
Nohelia sentía esa extraña sensación recorrer su cuerpo cada vez que ponía la mano de Sergio sobre ella. Deseaba escuchar su voz, su risa, cada noche cerraba los ojos imaginando, como sería sentir un beso suyo.
Paso tiempo ahí hablándole hasta que el Galeno entró, ella se separó de Sergio dejando un casto beso en la frente, y se dirigió al médico.
—Doctor, ¿será que puedo quedarme a para ayudar en su aseo diario? Quiero aprender para después hacerlo yo.—el Galeno puso su mano en su hombro y sonrió.
—Nohelia, sé lo importante que es para ti, que Sergio se recupere pronto, pero tu embarazo esta avanzando, y debes de cuidar de tu pequeño.
—Hoy sabremos si es una princesa o un príncipe.—expresó Nohelia sonriendo por la emoción que sentía.
—Independientemente de lo que sea, lo mejor es saber que viene sano.
— Si doctor, eso es lo más importante, que venga sanito, a alegrar mi vida.
—Cuando nazca, tendrás mucho tiempo para aprender todo lo que se refiere al cuidado de tu esposo.
—Estaré ansiosa de que llegue ese momento. Ahora me retiro.
Nohelia se despidió, salió de esa área y se dirigió a la sala de star de la mansión Bright.
—¿Lista para ir al médico? —Preguntó Marisa muy sonriente.—Si
Marisa sonrió al ver a Nohelia decir aquellas palabras mientras sus ojos brillaban.
—Cuando ya mi nieto nazca podrás dedicarte a lo que desees hija, por ahora debes cuidarte para que no tengas complicaciones en el parto.
—Así es Marisa, ya lo hablé con él médico, y está dispuesto ayudarme con la enseñanza.
—Y nosotros te apoyamos, si deseas estudiar enfermería, lo puedes hacer.
—Gracias Marisa, señor Alexander, se los agradezco mucho.
Nohelia sonrió y asintió, luego salieron de la mansión para ir al hospital.
ESTÁS LEYENDO
Un hijo para el CEO
RomanceSergio Bright, eterno enamorado de Julianne Ferrari, cumple su más anelado sueño, casarse con la mujer que ama, olvidando por completo la enfermedad que lo debilita día a día. Un día menos esperado se ve obligado a alejarla de su vida, pues el médic...