CAPÍTULO 38. REENCUENTROS

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Jean Carlo soltó la noticia, y justo en ese momento en la sala de Star hacía, presencia Julianne y Jordan que llegaban por el llamado de Mericci que una hora antes le había hecho.
—Sergio Bright no murió, vive, está casado, tiene hijos y es el socio con el que me reuní hace semanas en
Rusia. —retumbó una y otra vez en sus oídos, miró a Jordan y luego a los demás uno a uno, caminó despacio y se quedó frente a Jean Carlo.
—¿¡Que estás diciendo Jean Carlo!? Repite lo que acabas de decir.
Jean Carlo tragó el nudo en su garganta, miró a Jordan quien le hizo un movimiento de negación.
—¡Repite lo que dijiste Jean Carlo!  —exigió Julianne sintiendo su corazón aceleradamente desbocado en su pecho.
—Sergio vive, está casado, tiene hijos y es el socio con el que me reuní hace semanas en Rusia. —repitió mecánicamente y Julianne miró a todos, su confusión la reflejaba en su mirada confusa, sus lágrimas rodaron por sus mejillas y se dijo así misma.
—Esto es una locura, Sergio no puede estar vivo, el nunca... y como es eso de que tiene esposa, eso no puede ser y tener  ¿hijos?  Marisa no pudo mentir con algo tan serio, con la vida de Sergio.
Julianne camino de un lado a otro, su rostro era un matiz de confusión, dolor y de fuerte impresión. Miró a Jordan y vio en su mirada desolación. Se acercó a él y lo miró fijamente.
—Tu lo sabías, ¿Cierto? Sabías que Sergio está vivo y no me lo dijiste.
Jordan no pudo pronunciar palabras, simplemente se dio vueltas y salió de ahí para marcharse sin saber dónde.
El regreso de Sergio sorprendió a todos.
—¡Julianne! ¿Te puedes controlar? —habló Fabrizzio.
—Padre, ¿Acaso no te das cuenta? Mi matrimonio con Jordan no es válido.
—Pero esa no fue la impresión que le diste a Jordan ni a nosotros.
—¿Qué estás diciendo padre?
—Que Jordan pensó lo mismo que aquí todos. Que te dolió saber que Sergio tiene esposa y también hijos
—Padre, mi sorpresa es saber eso, como se casó si yo jamás firmé esos documentos, y después me dijeron que murió, Marisa nos mintió a todos.
—Incluso a él, hermana. —dijo Jean Carlo, y terminó de contar toda la historia que Sergio le había contado.

Jordan manejó y en su mente esas palabras seguían  martillando.

"Esto es una locura, Sergio no puede estar vivo, el nunca me... y como es eso de que tiene esposa, eso no puede ser  ¿hijos?  Marisa no pudo mentir con algo tan serio, con la vida de Sergio.
—¡Joder! —golpeó el volante y lo apretó tan fuerte que sus nudillos se tornaron blancos, apretó sus dientes tan fuertes que dolieron, llegó a la playa bajó del auto y caminó mirando al horizonte con mil y una idea en su cabeza.

Por otro lado.
Sergio vio despertar a Nohelia, estaba desorientada, miró a todos lados y vio la habitación desconocida.
—¿Dónde estoy? —Preguntó mirando a Sergio con una sonrisa  ladeada y seductora moja bragas.
—Te traje al purgatorio, donde se expían, para que veas el perdón de  los pecados y saldré de aquí libre de culpa y entonces tú aceptarás ser mi esposa, por qué te amo Nohelia, no hay nadie más que tú en mi corazón.
—Sergio. —pronunció en un susurro y Sergio silenció esos labios con un profundo beso. Fue desabrochando su blusa, mientras ella lo hacía con su camisa, y sin darse cuenta en que momento estaban jadeando del placer que sentían en cada embestida que el hacia y ella salía a su encuentro profundizando sus penetraciones.
Mientras el bebía de sus pechos, ella pronunciaba su nombre pidiendo más y más.
—Sergio, te amo, eres mío solo mío.
—Todo tuyo mi vida, tuyo en cuerpo y alma y para siempre.
Sellaron su promesa de amor llegando juntos al clímax.
—¡Aaaah! Sergio. —dijo su nombre entre gemidos.

Mientras Sergio y Nohelia, se entregaban a su amor, Julianne salió en busca de Jordan, no sabía dónde encontrarlo, estacionó su auto a la orilla de la carretera y recordó los lugares que visitaban para estar a solas
Recordó un lugar solitario en la playa, y entonces fue con la esperanza de encontrar lo ahí.
Manejó lo más rápido que pudo y a lo lejos vio el auto, miró y pudo verlo sentado mirando el anaranjado atardecer
Estacionó el auto, bajó y caminó descalza por la tibia arena, llegó a su lado y se sentó.
—Hermoso nuestro atardecer. —habló sin mirarlo.
Jordan se giró la miró y una leve sonrisa se dibujó en sus labios .
—¿Cómo supiste que estarías aquí?
—Nuestra conexión es tan fuerte que te siento mi amor, nuestra conexión es tan fuerte que ni un pasado mal concluido la romperá.
—Júlian..
—Sergio no significa nada en mi vida, será una amistad si él la desea pero no más, ya se está agilizando los papeles de mi divorcio  con el, y legalizar nuestro matrimonio.
Jordan se giró y la miró fijamente a los ojos.
—De pronto me sentí como un niño, un niño al que le quitaban lo más valioso.
—Jordan, mi amor, nada ni nadie me alejará de ti, nunca, jamás, no podría vivir sin ti, tu eres mi verdadero y único amor. —le dijo sentándose a horcajadas sobre el, acunando su rostro entre sus manos y hablando sobre sus labios.
Jordan rodeó sus caderas uniendo sus labios y explorando esa boca como siempre lo hacía. Bajó por su cuello y llegó a sus pechos quitando la blusa que se interpone entre esa piel ardiente por sentirse otra vez.
En un movimiento estratégico, Jordan la dejó debajo de el, la miró, acarició y masajeo  sus pechos, quitó su camisa y siguió su recorrido de besos, quitó su pantalón, y luego se entregaron a su amor sellando con besos, caricias y la promesa de amarse  por siempre.

Sergio y Nohelia después de su apasionante entrega, se fueron al baño, se ducharon, y cambiaron para salir a la cita que tenían con los Ferraris, cita  que Jean Carlo había organizado.
Toda la familia estaba reunida, en el jardín de la mansión. Los pequeños corrían de un lado a otro, todos estaban ansiosos y a la expectativa de la llegada de Sergio y Nohelia.
Amalia estaba feliz, por fin vería a su prima luego de años sin saber de ella.
El auto de Sergio llegó al estacionamiento, bajó del auto y lo rodeó para abrir la puerta, Nohelia lo miró extendió su mano y salió.
—¿Nervioso? —preguntó Nohelia.
—Mentiría si digo que no, claro que estoy nervioso, ellos me creyeron muerto por muchos años.
Jean Carlo salió a recibirlo y tras de él una impaciente Amalia.
—¡Nohelia! ¡Hermanita! —gritó muy emocionada y Nohelia corrió al encuentro con Amalia.
—Amalia, por fin te encuentro, no lo puedo creer, no tienes idea de cuánto sufrí en silencio creyendo te desaparecida.
—Y yo, traté de buscarte aquella noche cuando volví y no te encontré, creí lo peor cuando descubrí cual era  ese trabajo al que nos involucraron.
—Lo importante es que en el final eres feliz, y tienes una familia.
—Y tu también la tienes, y me sentí inmensamente feliz al saberlo.
Sergio miraba sonriente a Nohelia, verla feliz por el reencuentro con su prima.
Jean también sonreía al ver a Amalia feliz por el reencuentro, ese anhelado encuentro  de aquellas dos mujeres que fueron arrancadas de sus sueños con una triste realidad. Amalia Carrissi, pasando las peores cosas que jamás imaginó, y entre aquellas cosas que no imaginó también, estaba encontrar el amor de una de los Jean Ferrari, su esposo y padre de sus hijos el cual vivió una y mil cosas para descubrir, cual de ellos era el padre de sus hijos.
Al igual que Nohelia, que ahora estaba ahí acompañando a su esposo a enfrentar un pasado que Marisa dejó inconcluso entre él y su ex esposa.
Todos pasaron al centro del inmenso jardín y todos miraron con sorpresa y felicidad a Sergio.
—¡Sergio, hijo! No tienes idea de lo mucho que dolió saber que habías ...no quiero ni decir esa palabra, ya Jean Carlo nos contó, y estoy... todos estamos felices por ti. —expresó Mericci abrazando a Sergio, acarició su rostro y dejó un beso en la frente.
—Gracias Mericci, así como ustedes se impactaron con esa noticia, también fue fuerte para mí.
—Me imagino hijo. ¿Esta hermosa mujer es tu esposa? —preguntó mirando a Nohelia muy sonriente.
—Si, es Nohelia Kartson Carrissi, la mujer de mi vida y madre de mis hijos. —reafirmó mirando fijamente a los ojos de Nohelia.
—Sean felices mis amores, se lo merecen, te lo mereces cariño. —le dijo a Sergio.
Fabrizzio también se acercó y abrazó a Sergio, deseando felicidad y sintiendo alegría de saberlo con vida.
Así todos saludaron y fueron presentados cuando todos quedaron en silencio y se giraron al ver a Jordan, Julianne y a sus hijos llegar, Sergio se giró y se encontró con la mirada de Julianne que no pudo descifrar, sentía su corazón latir tan fuerte que podía escucharlo, por un momento el mundo a su alrededor desapareció, y solo fueron ellos dos.
Todos estaban estáticos ante ese duelo de miradas, entre Sergio y Julianne, todos alternaban sus miradas entre ellos dos. Nohelia apretó sus labios formando una línea en ellos, su corazón latía tan fuerte al ver a Sergio mirar fijamente y con una sonrisa a Julianne.
Lo mismo Jordan, sintió su mundo temblar ante esas miradas que estaban llenas de incógnitas para todos.
Y fue justo en ese momento en que Arielle, miró fijamente a Sergio y lo reconoció.
—¡Tío Sergio! Viniste a verme, cumpliste tu promesa. —gritó Arielle, corriendo para abrazar a Sergio  y el poniéndose a su altura para responder a ese eufórico abrazo, dejando a todos muy impresionado.
¿Cómo es que Arielle recibe así a Sergio, si nunca antes lo vio.? Era la pregunta que todos se hacían  mientras veían la escena entre ellos dos.
—Hola pequeña hermosa ¿Cómo has estado?
—Muy bien tío guardé nuestro secreto, no le conté a nadie que vendrías.
—Me alegra muchísimo de saber que tengo una sobrina, quien me guarda los secretos.
Arielle L'Blank abrazó nuevamente a Sergio y luego se dirigió a sus padres.
—No es extraño ¿Cierto? El dijo que eran amigos. —preguntó Arielle a sus padres que por fin salían de su impresión.
—¿Desde cuándo conoces a Sergio? —preguntó una sorprendida Julianne.
—Desde hace mucho mami.
Julianne miró a Sergio y ambos avanzaron a paso lento para mirarse fijamente a los ojos.
—Sergio, por dios.
—Mi mujer bonita. —habló en un susurro audible solo para ellos dos.

Un hijo para el CEO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora