El precio a pagar.

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Sshell está inquieto, da vueltas sin parar, el trío escaleno, Anwen y él están en la misma habitación. En ella, también están las diablesas Drewsher, Cloushervel y Mayfawert.

_Él siempre consigue lo que quiere. - Drewsher.

_Pues esta vez no. - Dice Adrián.

_Eso no lo decides tú. - Le dice Cloushervel.

_Dulce princesa del mal, tú no me conoces.

_Eres tú el que no le conoce.

_Ninguno le conocemos, y está muy claro que es más poderoso que nosotros. - Dice Sshell.

Adrián suspira, Anwen le mira y le pone una mano sobre su brazo.

_No te preocupes Anwen, no vas a negociar con el.

_¡No decidas por mi!

_Si lo hago, por qué es lo mejor.

_¡Soy libre Elijah! Yo decido por mi, ninguno de vosotros tenéis por qué decirme nada.

_Tú harás lo que nosotros te digamos, aquí los que mandamos somos los reyes, y los príncipes. 

_¿Y el búho?

_El búho está ahí de adorno, pero también hazle caso. 

_¡Cabrón! De adorno estarás tú. - Le regaña Sshell.

_Agdrep está planeando algo, lo que hay que averiguar es el que. - Dice Adrián.

_Él no hace nada gratis, pongo la mano en el fuego y no me quemo, a que ella firmó un contrato con letra pequeña. - Dice Mayfawert.

_Lo conoces muy bien por lo que veo. - Dice Joseph.

_Todas las diablesas y los demonios conocemos a quien fue nuestro rey.

_¿Y no te gustaría que lo volviera a ser?

_No, es un ser cruel. Manipula, daña, vosotros os quejáis de los humanos, pero tampoco lo conocéis a él.

_Está claro que no tiene ninguna intención de marcharse, y que su objetivo principal es Fhengin por lo que se ve. - Dice Elijah.

_¿Pero por qué? Si él ya hizo un trato con ella, Inwayno pasó a ser de la diosa. - Dice Joseph nervioso.

Adrián está tan callado que hace que los demás se queden mirándole fijamente.

_¿Que pasa? - Pregunta él rompiendo su silencio.

_Estás demasiado callado, ¿en que piensas? Es raro verte así.

_No pienso en nada.

_Seguramente, él ya tenga algo en la cabeza para pagarle el favor. - Dice Cloushervel muy seria.

_La pregunta es el que. - Dice Anwen.

_Eso nunca lo sabemos.

Fhengin se levanta de la cama, tiene la expresión seria, sin dejar de mirale. Él no pierde detalle de su belleza, de su piel rosada y perfecta, su pelo morado, liso, largo, y brillante. Sus ojos de color ámbar, y su altura de un metro sesenta.
Fhengin está erguida, clavándole la mirada a Agdrep.

_Me alegro de que hayas descansado bien.

_¿Desde cuándo te preocupas por mi descanso?

_Fhengin, no seas así.

_¿Así como?

_Malhumorada, querida no deberías ser tan borde.

_He sido así siempre, ya deberías saberlo de sobra.

DARK FAIRYLAND.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora