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El día veinte de agosto finalmente llegó y Seungcheol lo sintió pasar muy lento.

Se levantó pasado el medio día, cuando el reloj marcaba las trece horas. Tomó una larga ducha, preparó algo para comer y guardó una porción que terminó en el refrigerador.
Se vistió lo mejor que pudo y... Necesitaba renovar un poco su armario.

¿Hace cuánto que no compraba una prenda nueva?
Sus zapatos más nuevos los había comprado antes de mudarse a Seúl, los jeans estaban desgastados y ya no recordaba si era el diseño de la tela o si era por el uso. Las camisetas perdían el color con cada lavado y comenzó a entender las sutiles miradas que recibía de quien era su pareja.

Retrocediendo hasta llegar a la cama soltó un suspiro y recordó: Jihoon había sido la única persona que no lo juzgó al ver su estado.

En silencio se dejó caer sobre el colchón y regresó al pasado, hacia los días de secundaria.
Jihoon no había cambiado mucho desde aquel entonces y su forma de ser seguía siendo lejana, pero Jeonghan había pasado de ser despreocupado a estar pendiente de cada detalle. No lo culpaba, ser enfermero lo volvió de esa manera.
Los abrazos de Jihoon eran cálidos como los imaginó; los abrazos de Jeonghan eran fríos y se volvían cálidos con los segundos.
Con Jihoon no tenía que adivinar o sospechar cuando le sonreía; con Jeonghan tenía que prestar atención al mínimo detalle en cada sonrisa.

Respirando profundo decidió levantarse y buscar entre las divisiones del armario, allí encontró la caja pequeña que buscaba. Las viejas fotos con el grupo escolar estaban allí.
Sentado en el escritorio de Jeonghan rió por los buenos recuerdos hasta que llegó a la última fotografía, era una en familia. El padre que le decía que estaba bien, pero que nunca puso un límite para protegerlo; la madre que a su manera intentó que creciera bien; el hermano que creció sin conocer la historia familiar; y los abuelos que fingían quererlo.

Había amado a esa familia y creyó que ya no le afectaría recordarlos, pero no fué así. Lloró inconsolablemente con cada recuerdo, con traer nuevamente la voz de los ancianos que le reclamaban no haber nacido niña, tanto que no se dió cuenta en qué momento salió del departamento y comenzó a correr.




Jihoon amaba a sus amigos y disfrutaba de la compañía que le brindaban, pero también amaba escapar del ruido que hacían en la hora libre. Entre más tardara en regresar al departamento, sería mejor.

Fué así como se encontró en la farmacia más lejana. Saludó a Momo y pidió una pequeña lista de medicamentos, entre los que estaban: para el resfriado, dolor muscular, dolor abdominal, malestar general, cólicos. Y, porque ahora Jeongyeon también parecía vivir con él, un paquete extra de toallas sanitarias.

Jihoon había crecido rodeado de mujeres: su madre, a quien los primeros años en Seúl sólo veía en la noche; y la vecina llamada Seohyun, que solía cuidarlos durante el día.
A eso podría agregar que las hijas de ésta ya eran mayores y que cuando cumplió díez años decidieron enseñarle a realizar ese tipo de compras; quizás fué la mejor decisión. Sooyeon se casó un mes después de su décimo cumpleaños y Saerom se fué a estudiar al extranjero seis meses después.
"Un verdadero hombre no se avergüenza de esas cosas", le había dicho Seohyun cuando Chaerin fué a hablar con ella para agradecerle.

—¿Tienes una marca en específico?

La risita de Momo lo trajo a la realidad provocando que se sonrojara.

—No, no hablo de los preservativos. Hablo de las toallas.

Sintió su rostro calentarse, en realidad no había notado los paquetes de condones. Sólo se había quedado mirando a la nada.
Como pudo respondió con torpeza para salir lo más rápido de allí.

¿Había un drama en la que sucedería una escena así? No lo sabía, pero estaba seguro que sería buen material de comedia.

Murmurando maldiciones regresó al departamento y se encontraba abriendo el ascensor cuando sintió un fuerte abrazo por la espalda. Asustado intentó soltarse, dejando caer la bolsa de compras.

—Por favor...

La voz era demasiado baja para reconocerla y más entre sollozos, pero el perfume no se podía confundir.

—Solo un momento.

Jihoon supo que no iba a soltarlo y suspiró. No odiaba a Seungcheol, pero seguía molesto por el susto que recibió.

Nuevamente terminaron en las escaleras del edificio. Seungcheol no habló, y Jihoon no preguntó.
Seungcheol no lo soltó en ningún momento, y Jihoon, extrañamente, no estaba incómodo.
Seungcheol lloró hasta quedarse dormido, y Jihoon, en silencio, se tomó todo el tiempo para grabar en su mente cada detalle del hombre entre sus brazos.

Jihoon creció rodeado de mujeres, algo que le enseño a ser un poco más empático y paciente con quienes lo rodeaban. Lo único que le pareció molesto fué que Choi pesaba mucho para su gusto.






Cuando Jeonghan puso un pie en el departamento fué recibido por el silencio, las luces estaban apagadas y no había rastro de Seungcheol.

Creer que estaba en el trabajo fué su primer pensamiento, pero de inmediato recordó que era su día libre. No le importó que la puerta quedara abierta y las maletas en el camino; quizás Joshua tenía razón y debió llamarlo.
En los cajones del armario había pocas prendas y no estaban los viejos zapatos que Seungcheol amaba. Por primera vez en mucho tiempo sintió miedo y su pecho dolió ¿Seungcheol lo había abandonado?

Las primeras lágrimas cayeron. Estaba tan concentrado en su dolor que no escuchó el ruido de alguien tropezando y cayendo en la sala, mucho menos como pasos torpes se acercaban a la habitación.

—No quiero reclamos porque mis calcetines quedaron en la sala.

Ver a Seungcheol sollozando por el dolor fue lo más hermoso que vió Jeonghan. No disfrutaba del dolor ajeno, pero era el alivio que necesitaba su alma.

—¿También te caiste? Deberías encender la luz, no es la primera vez que te golpeas con algo.

Un Cheol haciendo puchero mientras se sentaba en la cama era mucho mejor. Y a Seungcheol no le importó el dolor de rodilla cuando Jeonghan se lanzó a sus brazos.

—Creí que me habías dejado.
—No podría hacerte eso.

Y la sonrisa que tenía al besar los cabellos de Yoon se borró poco a poco; tal vez, solo tal vez, tenía que hablar con Jeonghan.
Le tomó un par de horas descubrir que no podía mantener distancia con Jihoon, y un par de horas más para aceptar que, inconscientemente, estaba comparando a su novio con quien fué su primer amor.

Cuando Jihoon (2JiHanCheol)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora