Capítulo 3

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Neela:

Las gemelas y yo llevamos barias horas tratando de escoger mi atuendo para mañana, pero todo lo que traje es informal, muy de fiesta, veraniego o simplemente inapropiado. Nunca imaginé que en este tiempo entraría a trabajar en una empresa.

- ¿Podremos visitarte? -curiosea Mariana.

-Siempre y cunando se porten bien-dejo claro mirándolas serio, pero no me contengo y una sonrisita floja tira de mis labios.

-Nosotras siempre nos portamos bien-responde Mariam con una gran sonrisa en los labios.

-Claro-digo de forma irónica provocando que nos carcajeamos.

-Deberías estar emocionada, no todas tienen la oportunidad de estar cerca de su amor platónico de la infancia-contrataca haciéndome enmudecer momentáneamente.

- ¿Por qué? -me encojo de hombros restándole importancia- sí, se quedó ahí, en la infancia-termino nerviosa y balbuciendo.

-Deberías pedirle que te haga el favorcito-la miro mal.

-Morirás virgen-termina la frase su hermana, aaaaa las odio y más cuando terminan las frases de la otra. Dan miedo.

-Yo, yo las mato-me aviento sobre ellas.

- ¿Pero por qué? el tipo esta para comérselo ¡Dios eso si es una delicia! -continúa Mariana mirando al cielo, eso sí que no lo puedo soportar, comenzamos a reír sin parar.

-Hola-dice una tímida voz.

-Entra Natalia-la invita Mariam.

Ellas tienen esa facilidad de relacionarse fácilmente, de charlar con las personas como si se conociesen de toda una vida, con apenas minutos de conocerse.

-Creo que no han encontrado nada-dice medio sonriendo al ver el desastre de ropa esparcida por la habitación.

-No tengo nada apropiado y es muy tarde para salir de compras.

-Podemos ver si algunos de mis vestidos te quedan, son bastante elegantes.

- ¿En serio?

-Claro, vamos a mi habitación.

Las tres bajamos de la cama siguiéndola. Para nuestra sorpresa no duerme con Marcelo, ni siquiera están en la misma planta, sino que está a dos puertas de la mía, la habitación es amplia y juvenil. Se nota que la decoraron tomando la mía de referencia.

Aquí está pasando algo raro, tengo que enterarme, de seguro Mariam lo notó y está en proceso de investigación, porque se ve bastante familiarizada con ella.

Mi hermano también debe saber algo, aunque ya no vive aquí, aceptó quedarse por mí, solo vivirá aquí durante el tiempo de mi estadía en Nuw York. Liam tiene su propio apartamento desde los dieciocho.

Natalia abre las puertas dejándonos ver un gran armario repleto de todo tipo de ropa, en su mayoría aun con la etiqueta de nuevo en ellas.

-Guao-me quedo con la boca abierta-al parecer lo usas poco.

-No me gusta ir tan arreglada por casa-confiesa encogiéndose de hombros.

- ¿No trabajas? -pregunto curiosa, no parece el tipo de esposa florero.

-Ya no, soy arquitecta, pero en cuanto me casé deje de hacerlo.

-Pero te gustaría retomarlo-ella suspira y por su expresión deja claro que le gustaría.

-Por lo que has visto mi relación con tu padre no es del todo normal, por ahora no puedo exigir más de lo que tengo-su rostro no me rebela nada, tampoco sus palabras, pero cuando miro a sus ojos veo un dolor y una resignación inmensa.

-Me imagino que el por qué, no puedes decírmelo-toma una profunda bocanada de aire.

-No, no puedo.

-Sabes que te podríamos ayudar en lo que sea-dice Mariam.

-Sea, lo que sea-apoyo a mi prima-mi tío es arquitecto te conseguiríamos trabajo, podemos ayudarte.

-Desgraciadamente por ahora no puedo, pero no descartaré la idea-siento como muchas de sus paredes se derrumban, como si no creyese lo que está pasando, como si nunca nadie la hubiese ayudado, siquiera intentado.

-Estaremos esperando, para cuando estés preparada seguiremos aquí-le aseguro mirándola directamente a los ojos, para que entienda que hablo con sinceridad.

- ¿Qué color prefieres? -desvía el tema.

-Verde-dicen las gemelas al unísono.

-Con mi cabello rojo pareceré una zanahoria-ellas se ríen, pero saben que amo el color esmeralda.

-En realidad tengo uno que te quedaría perfecto. Tus ojos son de un azul verdoso muy claro, te verás preciosa.

Comienza e rebuscar entre las perchas hasta que encuentra el que buscaba. Es precioso, es cierto se parece mucho a mis ojos, cae al estilo princesa, en la cintura hace unas formas muy bonitas, dejando espacios sin tela y el escote es en forma de corazón.

-Es perfecto-digo emocionada- ¿me quedará?

-Pruébatelo, puedo hacerle algunos ajustes-me informa Mariana. Ella estudia diseño y Mariam arquitectura. Creo llegaran a los treinta sin graduarse, pero a pesar de no contar con un título son muy buenas.

Voy al baño para ponérmelo y la verdad es que me queda un poco grande de busto y cintura, Natalia está más dotada que yo.

- ¿Podrás? -Mariana me mira, tomando las medidas como puede.

-En dos horas estará listo-me asegura sonriendo.

-No creo que mis zapatos te queden-dice mirándome los pies- ¿qué número usas?

-Treinta y seis. Tengo unos que se verían bien.

-Los color crema, son los únicos que te vendrían bien- dice mi prima que continúa midiendo con sus dedos-vamos necesito medirlo bien y darme prisa, ya es muy tarde.
La pobre de Mariana estuvo hasta muy tarde haciendo los arreglos, nos quedamos con ella hasta que terminó, es muy, muy buena, además diseña hermoso. Por suerte tiene talento natural y no necesitan esforzarse porque la verdad esas gemelas no tienen gran interés por nada, solo les gusta divertirse, pasarla bien y engatusar hombres.

En ocasiones me compadezco de ellos, caen tan fácilmente en sus encantos y la verdad que no es para menos, mis primas son hermosas se parecen mucho a su madre, no sacaron nada de mi tío. Sus ojos son pardos en cambio los de su padre son grises, su cabello es dorado, el de él es azabache, su piel es blanca, mi tío es moreno. Son una fotocopia de su madre.

Me preocupa Natalia y por qué está en esta casa, no creo que sea por algo bueno. Sé que no debo inmiscuirme en sus asuntos, si nos pidió tiempo es porque lo necesita, pero me preocupo, parece ser una chica estupenda.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora