Capítulo 27

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Eros:

Esta entre mis brazos, completamente desnuda, no puedo borrar de mi mente lo que me hiso sentir, no tiene comparación, su entrega, sus estremecimientos, temblores y jadeos me marcaron para toda la vida, viviré eternamente para amarla y complacerla, es todo lo que necesito.

Mi rechazo la estaba alejando y no podía ocultar más lo que deseo, todo mi ser la necesita, incluso ahora muero por hacerla nuevamente mía, hacerle el amor, como nunca se lo había hecho a nadie, simplemente porque no lo creí posible. Nunca había compartido esta conexión y este inmenso amor, no sabía que podría ser posible que una persona se convirtiera en el centro de mi existencia.

El miedo siempre estará presente, no me perdonaría ser yo quien arruine su vida, quien la encadene.

Se remueve y veo entre sus mulsos las mismas manchas rojas de mi condón, nunca había estado con una virgen, sé que es doloroso y sangró demasiado, no sé si la dañé, me aseguró que no, pero la inseguridad está ahí.

Me separo vistiéndome rápido, envuelvo su cuerpo desnudo en la sábana y retiro la manchada. Lleva sus manos a mi nuca besando mi cuello y joder todo mi cuerpo se estremece con una corriente tan placentera que me hace suspirar, recorro su rostro con mis labios dejando un beso en su mejilla.

Llegamos rápido a mi penthouse, la dejo delicadamente sobre la cama desasiéndome rápido de mi ropa para acompañarla, se me acurruca de inmediato haciéndome cosquillas con su reparación.

Cuando me despierto en la mañana me quedo maravillado viéndola, su cabellera esta esparcida por toda la cama, veo las marcas de mis besos esparcidos por su cuello, senos, abdomen, inclusos en la parte interna de sus muslos, sonrío recordando que es solo mía. Sus labios están tan rosados parecen fresas, tanto que se me hace imposible no posar los míos sobre ellos, provocando que sus claros ojos se abran y llene de luz a los pozos negros que poseo.

-Buenos días-quiere lanzárseme encima, pero una mueca de dolor se dibuja en su rostro.

- ¿Te duele? -me muevo de inmediato acariciando su vientre- ¿Te hice daño?

- ¡Estoy bien! -me besa los labios para apoyar su rostro sobre mi hombro, besando mi cuello.

-Te amo-confieso serrando los ojos, dejándome acariciar.

-Yo te amo más -una risita se me escapa, mirándola a los ojos.

-No lo creo, pero mejor lo dejamos en tablas-ahora es ella quien se ríe- ¿qué quieres hacer hoy? - digo pasando mi labio por todo su cuello, sacando control de lo más profundo de mi ser, para no aventármele encima, está adolorida me repito unas cuantas veces.

-Podríamos ir a visitar a mi hermano.

-Mmmmm-digo aspirando su aroma.

-Eros-me regaña-me haces cosquillas.

-Anoche no te importaba-veo como un rubor comienza en su pecho, corriendo por sus mejillas, terminando en sus orejas, provocándome una carcajada, toco sus mejillas.

-Eres tan linda-me da un manotazo mirándome mal-pero violenta.

Su rostro cambia abrazándome y cuando nuestros cuerpos desnudos se tocan, gemimos por la corriente que se esparce, como si quisiera que estuviésemos unidos de por vida.

Se levanta dirigiéndose al baño, la sigo con la mirada hasta que se pierde dentro. Me gustaría tanto ir con ella, enjabonar su cuerpo, pero no puedo, joder, huelo las sabanas que tienen ese maldito olor suyo que me descontrola y suspiro esperando para realizar la misma rutina suya, dejando sobre la cama uno de los tantos vestidos que compré para ella.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora