Capítulo 11

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Neela:

Me miro nuevamente al espejo, el vestido blanco me queda hermoso, es ceñido, pero perfecto, como también lo son los tacones de aguja color crema a juego con mi bolso. Las gemelas saben bien lo que me gusta. Me alisé el cabello y hago una coleta alta, me veo tan diferente sin los rizos, pero me encanta y más con ese peinado, suelo llevarlo suelto, maquillaje sencillo, mis ojos se ven sumamente claros hoy.

Me encuentro con mi hermano en el auto y arranca, no sé si es que estoy un poco perdida pero no vamos para el bufete.

-Liam...-no me deja continuar.

-Tenemos la cita con Eros, estamos preparando todo para cambiar las oficinas en una en la que podamos estar ambos. Necesitamos que nos ayudes a buscar opciones, a organizarlas, no se nos da bien, tienen que ser amplias, necesitaremos todo un edificio. Por favor hermanita ayúdame, no sé nada del tema y Eros me exaspera con sus gustos sofisticados, oscuros y remilgados.

Asiento conteniendo una risita, como me voy a negar a ayudarlo. Llegamos rápido, las cosas están muy movidas, al parecer les urge encontrar el lugar, porque los empleados ya están como locos por el cambio.

Entramos al despacho, creo que ese hombre solo debe conocer la palabra perfección. Como siempre vestido de negro y es que le queda tan bien, estoy segura que lo hace porque lo sabe. Es que ese contraste con su piel como la nieve, a juego con sus ojos y cabello lo hace irresistible, además de ese cuerpo esculpido en mármol, con ese tamaño sumamente intimidante para cualquier ser humano.

Mariam tiene razón, esta para tirársele encima, en realidad es lo que quiero, lo deseo tanto.
Me mira de arriba abajo y me sonríe ¿pero y ahora que le pasa al bipolar de mierda? 

-Buenos días -mi hermano le devuelve el saludo, me quedo callada en el lugar-quieren algo para beber, desayunar.

-Estamos bien-sigue la conversación entre ellos, la verdad no estoy interesada.

-Tengo barias opciones, pero debemos estudiarlas bien, no puede haber problemas.

Toca la Tablet que solía usar, nos sentamos y la tomo, hay muchas como dijo mi hermano. Tiene que ser un edificio de barias plantas un de los más grandes de la ciudad y que pronto será una propiedad más de los Hall, por lo que es más difícil, todos son muy bonitos, elegantes y con precios millonarios ¿¡cómo no!?

-Debo irme, un cliente me está llamando, en cuanto termine vuelvo-Liam sale corriendo, las personas se meten en cada lío, la verdad yo odiaría ser abogada.

- ¿Que te parecen? -llevo mi mirada a la suya.

-No se mucho del tema, para no decir que nada, puedo irte leyendo las descripciones y me vas diciendo cuales te parecen mejor, así reducimos la lista y cuando regrese mi hermano pueden tomar una decisión entre los dos.

-Me parece bien-sale de detrás del buró, rodeándome hasta quedar casi agachado a mi lado, es muy grande, sumamente sensual, guapo y esa belleza me aturde, pasa su nariz por mi cuello estremeciéndome en el acto.

-Hueles tan bien-sus labios tocan la piel y mi corazón se salta un latido- sabes tan dulce-su lengua hace un recorrido cerca de mi nuca. 

- ¿Qué es esto? -señala mi lunar.

-Una marca de nacimiento, la heredé de mi abuela-su expresión se vuelve fría, no queda rastro del hombre que intentaba seducirme. 

- ¡Joder, fuiste tú! -expresa enfadado.

- ¿Qué quieres decir?

-Fuiste tu quien me saco del puto lago en Lake Placid ¡joder fuiste tú! -cada vez su voz es más fuerte, voy retrocediendo mientras las imágenes llegan a mi mente.

-Me salvaste la vida-no suena nada agradecido la verdad-me salvaste la vida, para luego condenarme de la peor manera.

- ¡No sé de lo que hablas! -ese día fue confuso para mí, siquiera lo reconocí.

-No, ¿porque, porque no te quedaste? ¿Por qué te marchaste? -choco contra la pared y él apoya las manos a cada lado de mi cabeza.

- ¡Contéstame! -demanda, doy un salto en el lugar ¿Quién es este hombre?

-Yo, yo...-niego tartamudeando-es que yo...

- ¿Tú que joder? ¿tú qué? -da dos fuertes golpes muy cerca de mí, sobre la pared, estoy temblando.

-Quería llegar lo antes posible a Italia -tartamudeo nerviosa. Resopla sin ganas, en un suspiro. 

- ¿Por un puto capricho me arruinaste la vida? -me encojo en el lugar-respóndeme.

Ruge cerca de mi rostro, golpeando nuevamente la pared, pero ahora mucho más cerca de mí, tanto que puede sentir el aire caliente del impacto. En este instante solo tengo un sentimiento hacia él, miedo.

-Mi tía y mi abuela habían muerto-una lágrima corre por mi mejilla y su expresión cambia.

-Lárgate y no regreses. No quiero volver a verte-no me puedo mover- ¡Lárgate! -me grita y yo salgo del chok corriendo por la puerta, dejando todas mis cosas en su despacho.

Salgo lo más rápido que puedo de ese lugar. Camino en dirección a la casa que es el único camino que se de esta ciudad. Treinta minutos en auto caminando con tacones, no son nada agradables, lo único bueno es que tengo tiempo para pensar.

Recuerdo ese mañana, me desperté por los gritos de mi papá y la que era su esposa en ese entonces. Le dijo tantos insultos y ella se los respondía, terminó con la llamada de la zorra dirigiéndose a mi mamá y Marcelo amenazándola y diciéndole del accidenten, que no podía decírmelo, sino acabaría con ella.

Entonces salí en busca de mi hermano, no estaba, me decidí a irme por mi cuenta. Mi cabeza estaba tan mal, solo pensaba en llegar a Italia, ver a mi familia, despedirme de mi abuela, de mi tía, de dos mujeres sumamente importantes para mí.

De camino vi como un hombre forcejeaba en el agua, no podía dejarlo morir, me aventé sin pensarlo y lo saqué, con trabajo, pero lo conseguí. Lo reanimé, su cabello prácticamente cubría su rostro y aunque se lo hubiese visto a la perfección, no lo habría identificado, mi mente estaba muy distante a la realidad, a los pocos minutos un chico llegó y se lo encargué.

No sé porque me reclama, lo único que hice fue sacarlo del agua, salvarlo, que hay de malo en eso, en tratar de impedir la muerte de alguien.
Me dijo: Me salvaste la vida, para luego condenarme de la peor manera. 

¿No sé a lo que se refiere, no sé qué hice mal?
Cuando llego a la casa tomo un poco de dinero y pido un taxi de inmediato, sé que no debo cogerlos en la calle. A los pocos minutos, está frente a la puerta, ya debería estar en el aeropuerto.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora