Capítulo 8

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Neela:

Los amigos de mi hermano están todos abajo y él me mira como si me quisiera matar. Mi hermano es muy celoso. Busco con la mirada, se me es imposible no buscar a ese hombre, no está, no está ¿En serio pretendía encontrarlo? me recrimino mentalmente.

Cuando voy a media bajada, las puertas se abren dejándolo ver. Me quedo sin aliento ¿porque me tiemblan las piernas ¡Dios! dime por qué?

Está vestido completamente de negro, ese color le queda tan bien, tan bien como esos pantalones ajustados y ese suéter de cuello alto, como se marcan sus músculos cunado la tela se pegan a su torso definido mientras camina.

Logro terminar el recorrido de escalones encontrándome a mi hermano y a ese hombre a los pies de la escalera, ambos con el rostro desencajado. Eros tensa la mandíbula y las venas de cuello se marca ¡Dios! pero este hombre es perfecto ¿Cómo con esa pose pude estar mucho más guapo? Me pregunto si una de esas chicas puede ser su novia.

- ¿De dónde carajos sacaste ese vestido? -pregunta mi hermano, al parecer no está muy de acuerdo jiji.

-Del almario-le regalo una sonrisa encogiéndome de hombros, como si fuese más que claro. 

-Neela no estoy para juegos.

-Ni yo, no montes una escena cuando el vestido seguirá en su lugar-recorro mi cuerpo con mis manos-nada logrará que me lo quite, ni tu hermanito ¿Podemos irnos ya?

El suspira asistiendo. Eros continúa mirándome de una manera tan profunda que me hace estremecerme. Sus ojos están tan oscuros, pero endemoniadamente hermosos, tanto que no puedo apartar mi mirada del ellos, él es tan oscuro, pero endemoniadamente perfecto.

-Apresúrense-nos recrimina mi hermano desde el umbral de la puerta. 

Me apresuro, no quiero quedarme demasiado tiempo a solas con él. Al pasar de largo siento un ruidito proveniente de él y eso provoca un cosquilleo ahí donde nuca algo así había estado, por lo que contoneo mis caderas, sintiendo su fuerte respiración entrecortada. Me gusta provocarlo.

El club es alucínate, aunque nunca había ido a uno. Mis estudios y esfuerzos a ser la mejor de la clase, unidos a los cuidados de mi madre y mi afán de ayudarla en todo, no me dejaban tiempo ni para respirar. Aunque no me arrepiento de nada, la atendí mejor que cualquier enfermera. Un solo segundo con mi mama vale más que miles de noches de fiestas.
Nos llevan a uno de los que me imagino son reservados y un joven nos pregunta que deseamos. Mi hermano me pide un mojito afirmando que me encantará, es un trago cubano. 

-Vamos a romper un poquito con el ambiente-dice Mariana -ahora vuelvo.

La loca corre por toda la estancia bajo la atenta mirada de Eric, creo que se le caerá la baba y no me puedo creer que ellas los cojan para sus juegos. Llega acompañada por el chico con dos botellas wiski y seis cervezas.

- ¿Qué es eso? -pregunta uno de los chicos que no conozco, ya olvidé su nombre.

-No lo ves, cerveza con a Wiski, anqué yo lo prefiero llamar el cewiski mitad cerveza, mitad wiski-no podemos evitar reírnos, ellas hacen un cirulo triple de trago en todo el borde de la mesa.

-Reto o verdad -dicen al unísono las gemelas.

-No puede ser, tengo treinta y tres años para ese juego -habla el mismo chico. 

-Calla-lo vuelve a cortar Mariana y no puedo evitarlo una risita se me escapa-hasta que todos los tragos estén terminados el juego no termina, eso sí tenemos nuestras propias reglas, al que le toque bebe dos veces, antes y después de lo que elija.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora