Capítulo 36

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Eros:

Hace más de cuatro horas esperamos que termine la cirugía, pero nada, todos nos estamos desesperando su familia está de camino. No hay noticias, algunos doctores entran y salen con prisa hasta que al fin el médico de cabecera sale. 

- ¿Son los familiares de Neela D'Angelo?

-Soy su hermano-responde apresurado Liam

-La chica recibió tres impactos de bala, uno en el hombro, otro en el abdomen de los cuales se recuperará perfectamente.

- ¿Del tercer impacto? -pregunto preocupado.

-La herida fue limpia, pero le provocó graves daños en la corteza cerebral, desgraciadamente tuvimos que inducirla al coma.

- ¿Despertará? -no sé porque temo tanto su respuesta.

-No hay seguridad. 

-No, no puede ser-camino de un lado a otro, no puede ser. 

-Cada paciente evoluciona diferente a los tratamientos, es un milagro que este viva, lo ha hecho muy bien-me importa poco lo que ese medico trata de explicar, es probable que no despierte. 

Salgo apresurado, oyendo como Liam y Elena me llaman, mi cuerpo está cubierto de su sangre provocando esa sensación de culpabilidad y asco de mí mismo.

Esos hombres me esperan fuera, sabía que estaría aquí, me adentro en unos de los autos sin decir palabra, arrancan llegando a la base, busco rápido lo que me pertenece, que está atado con grilletes en las manos, le sonrío con maldad.

- ¿Murió? -pregunta con suficiencia haciendo que me hierba la sangre-por tu cara parece que si -lo libero, dándole un fuerte golpe en el rostro. Sacude la cabeza buscando equilibrio-fuiste muy tonto si pensaste que no tenía vigilancia en la zona-me sonríe con los dientes manchados de sangre- tú mismo la condenaste.

-No me gusta dañar a nadie que no pueda defenderse-traga fuerte. 

- ¿Es cierto lo que dicen de ti? Fuiste el último dragón, el último Bushi (samurai/caballero armado) el líder de la liga de asesinos-estoy seguro que ese paso hacia atrás que dio es debido a mi cara de psicópata. 

-No es la gran cosa-digo restándole importancia con un ademan de mano-no es importante haberlos matados a todos, necesitaban disciplina-lo estudio de arriba abajo-como la necesitas tu-me deshago de mi camisa, con mi torso cubierto de la sangre de la mujer que amo-un dragón sabe cuándo sus soldados son una pérdida de tiempo, ellos lo eran.

De las nuevas generaciones de soldados elegían 200, nos entrenaban y preparaban durante años, pero los entrenamientos eran a muerte hasta lograr los soldados perfectos, 24 en mi era y yo era el mejor, el líder, pero el problema es que incluso los asesino teníamos normas y ellos no las respetaron, tuve que encargarme, los mate a todos.

-Si logras matarme eres libre, ellos-apunto a los miembros de la Yakuza -te dejaran marchar. Cuando quieras-digo abriendo los brazos.

Lo veo correr hacia mí, tratando de darme un golpe, pero lo esquivo como si fuese una pequeña hormiga, lo intenta barias beses, pero nada, hasta que se decide a tomar una de las espadas.

Me muevo a su alrededor sonriendo, he necesitado esto, salir del rol del hombre perfecto de negocios, sentir la adrenalina, estar al filo de la muerte, sentir como el destino de alguien depende de mí.

Corre a mi encuentro, tirando directamente hacia mi cabeza, giro sobre su espalda cortándolo con la espada que sujeta, provocando que se queje por la herida en su brazo. 

-Joder-limpio mis manos-no me gusta mancharme-las miro con desagrado-en realidad lo odio, mi oyabun siempre me dijo que era porque muy en el fondo me causa remordimiento-se me avienta en sima nuevamente y con su propia mano le hago varios cortes más- ¿crees que siento remordimiento Marco? -se tambalea con el hombro caído.

-No eres más que un sádico psicópata de mierda, no sientes nada-continúa con sus intentos fallidos de ataques.

-En realidad me sentía culpable de la muerte de tu hija, la vi morir, por primera vez veía en esa situación a una persona que no se lo merecía, no sabes cuánto me afectó-no miento. 

-Cállate-me grita histérico, con puro odio en su mirada.

-Pero tú-le quito la espada en un rápido movimiento-le hiciste daño a lo que más amo, a una persona que, si es totalmente inocente, porque tu hija estaba muy empapada en esta vida, búscate venganza en una chica de 24 años, mucho más joven de lo que era tu hija al morir.

-Yo-cae arrodillado.

-Tu nada, no pudiste conmigo y la búscate a ella, querías venganza, pero tendrás algo mejor -lo tomo del cuello, tirándolo cerca del galón de combustible-te podrás reunir con tu hija-digo burlándome-tal vez Neela nunca se levante de esa cama, tal vez nunca vuelva a ver sus ojos, pero tú no veras otro amanecer.

Vacío el galón de gasolina en su cuerpo, me pongo a su altura mirándolo a los ojos.

- ¿Sabes?, siempre cubría mi rostro cuando le quitaba la vida alguien, solo dejaba ver mis ojos-me rio-aunque claro eso solo era hasta tres minutos antes de morir, porque les daba el tiempo para que me estudiaran, luego les arrancaba los ojos para finalmente acabar con su vida, pero tú eres diferente. Me había jurado a mí mismo no hacer esto nunca más, me lo pusiste difícil García, sobre todo porque no te quiero arrancar los ojos, quiero que mires, quiero que veas como prendo el encendedor, como me marcho sin voltearme, porque tu vida me importa una mierda y lo más importante, tu estarás sufriendo arrodillado mientras yo siempre seguiré de pie, porque así es la vida, algunos como tu nacen para estar de rodillas, otros como yo nacemos para estar en la sima.

Hago exactamente lo que le digo, pero no me siento mejor, no lo haré, aunque vuelva a la Yakuza reclute una nueva liga de asesinos y me decida a matar a todo el mundo, no, no, no me sentiré mejor, no lo haré porque la necesito a ella, solo a ella.

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