Capítulo 24

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Neela:

Siento los brazos de Eros rodearme y como me atrae más a su cuerpo, miro un poco desorientada a mi alrededor, lo último que recuerdo es haber estado en su antigua habitación de la casa de su familia. La habitación donde estoy es amplia, negra y gris, las cortinas del gran ventanal se abren, se puede apreciar el mar.

-Tranquila lucecita estás en mi penthuose, te quedaste dormida anoche y te traje conmigo, no podía separarme de ti-deja un pequeño bese en mi cuello haciéndome estremecer-te amo-susurra sobre la delicada zona provocando que toda mi piel se erice, me remuevo incomoda y él sonríe.

-Te compré un cambio de ropa, si quieres puedes bañarte.

Me asegura, pero no afloja su agarre, ni despega su boca de mi piel, forcejo hasta liberarme y salgo corriendo oyendo su risa. Me despojo de uno de sus pulóveres que me cubre, deshaciéndome del tanga para entrar bajo el chorro de agua.

Una gran pared de cristal es lo que protege que el agua se escurra, todo huele a canela y limón, como el, todo huele a él y en mi se enciende ese deseo de comprobar si todo su cuerpo huele de esa forma.

- ¡Dios eres preciosa! -pronuncia el detrás del cristal mirando atentamente como enjabonaba mi cuerpo-a la mierda-entra tomándome de los muslos y dejándome sobre su hombro.

-Eros-me quejo entre rizas, mi cabello está mojando el suelo, me avienta sobre la cama.

-No te muevas-prácticamente me ordena, lo veo tomar una de sus corbatas negras tirando de ellas entre sus manos - ¿confías en mí? -asiento sin pensármelo dos veces.

Se coloca sobre mí, su fino shorts de franela marca perfectamente su erección y me parece aún más grande que las anteriores veces, lleva mis manos sobre mi cabeza atándolas a una de las argollas de la cama, lo miro directo a los ojos.

-Prometo que te gustará, confía en mi -su voz es ronca y excesivamente sexy, provocándome un cosquilleo tan placentero ahí abajo, abre mis piernas.

-Esto sí que es precioso-toca mi clítoris y un gruñido se me escapa dibujando orgullo en su mirada, una de sus rodillas queda entre mis piernas tocando fuerte mi intimidad.

Toma mis labios, su lengua de inmediato irupé en mi boca provocando que la mía luche con ella, tirando fuerte de mi labio inferior, haciéndome gemir por la exista sensación.

Sus besos bajan mordiendo fuerte mi mentón, para hacerme gemir deseosa cuando comienza a esparcir besos por toda mi garganta, sigue su descenso llegando a mis senos y cuando se lo lleva a su boca un temblor se apodera de mis piernas, al notarlo sus manos las acarician hasta que una de ellas llega a mi intimidad.

-Joder lucecita, sí que me necesitas-sus dedos se llenan de mi humedad regándola por todas partes, cuando sus dientes aprieten mi pezón mi espalda se arquea y siento como algo entra en mí.

-Eros-pronuncio en un suspiro.

-Tranquila, seré cuidadoso, no romperé tu himen-su dedo entra un poco más y yo tomo una temblorosa bocanada de aire, se siente un poco raro, pero tan jodidamente bien a la vez, lo mueve lento asiendo que agonice y cuando otro se abre camino, me pierdo en la sensación, haciendo que mi cabeza de vueltas cuando aprieta fuerte mi clítoris.

-Eros-pronuncio con el corazón en los labios.

- ¿Te gusta? -jadeo sin control- respóndeme Neela ¿te gusta?

-Si, si, Eros-sus movimientos se vuelven rápidos -aaaaa, much... mucho.

-Joder lucecita tu coño es una delicia-se inclina sobre mi-solo pienso en hacerte mía-los vuelve hacer lentos hasta que los retira-quiero follarte Neela, no sabes cuánto lo deseo.

El cielo se abre frente a mi cuando veo un condón entre sus dedos largos y llenos de mis fluidos, retira su short dejándome ver lo que tiene entre las piernas por primera vez, joder es precioso nada que ver con lo que veía en mis clases, es tan grande y grueso.

- ¿Te gusta lucecita? -su mano va a mi intimidad que chorrea, siento que la humedad se escurre por todas partes- ¡mucho, te gusta mucho!

Siento como pasa su miembro por toda mi intimidad, de mi clítoris a mi entrada provocándome un temblor que me enciende la piel.

- ¿Nunca habías visto un hombre desnudo Neela? -trato de balbucear un no, no uno fuera de mis clases, pero solo logro emitir un gruñido-¡Claro que no!-asegura mientras me golpea con su pene-¡Soy el primero y el último lucesita!-ahora su tono es tan posesivo que me hace temblar.

-Deseo tanto estar dentro de ti-siento como hace círculos en mi entrada llevando llamaradas de palpitaciones a mi núcleo-que grites mi nombre mientras te doy duro, ver tu sangre rodear mi polla cuando destroce ese coño apretado, hasta que pierdas el conocimiento y te olvides de tu propio nombre.

-Eros-jadeo por sus palabras, son sucias, pero me existan aumentando las increíbles ganas de que lo haga, de tocarlo, siento como mete la punta de su miembro haciéndome gritar su nombre.

-Eros aaa Eros-los espasmos y tembloso me llevan corriéndome al instante.

-Eres perfecta, joder completamente perfecta-se pone a mi costado, separado de mí, con las ultimas secuelas del orgasmo, veo como su mano llena de mis fluidos sube y baja sobre su miembro, y como continua un par de veces hasta que el semen llena el condón, sus ojos se cierran respirando fuerte, su cara de placer provoca que mi centro lata dolorosamente, entreabre sus labios tratando de controlar su respiración errática.

Se acerca desatando mis manos-Ahora vuelvo.

Volteo mi rosto, ni siquiera lo veo marcharse, siento tanta impotencia, en cada momento desee tanto tocarlo, sentir su piel, ni siquiera he podido verlo completamente desnudo. Esto es tan frustrante, las lágrimas se escurren de mis ojos, cada vez que terminamos me deja esta sensación de ser utiliza y rechazada, es el hombre que amo, pero también es la persono que me hace sentir peor en el mundo.

Me acurruco entre las sabanas a pesar de que mis muslos están cubiertos de esos fluidos que solo él ha logrado sacar a la luz, me siento tan indefensa y sollozos comienzan apoderarse de mi cuerpo.

- ¿Neela amor que sucede? -se me avienta encima tratando de acariciarme me separo de golpe.

- ¿Neela que sucede? -tarta de acercarse, pero me separo más, todo mi cuerpo me pide lejanía.

-Lucecita nunca estuviste en riesgo, sabía que con lo que hice por ningún inconveniente el condón se rompería-eso solo siembra más decepción en mí. Tiene tratamiento, aunque se rompiera no me lo transmitiría y de igual forma me importaría poco hacerlo si al final del día lo tengo a él, lo tengo completamente a él.

-No es por eso-el suspira.

- ¿Dime por qué? -su voz suena ansiosa.

-No te quiero cerca-en su rostro veo tristeza-simplemente no te me acerques, por favor.

Doy la vuelta tratando de consolarme a mi misa, tratando de sacar esta sensación que me invade porque él es lo que más amo y lo necesito conmigo, pero no puedo tenerlo.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora