Capítulo 16

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Neela:

Niego de inmediato, me avergüenza decirlo, él ha estado con cientos de mujeres.

-Es que yo...-tartamudeo- yo nunca... nuca...-abre muchos los ojos y se separa como si le quemara, como si hubiese cometido un delito.

- ¿Nunca te han tocado? -niego apenada- ¡Dios mío! -se atusa el cabello- ¿Eres virgen? -su tono es áspero, cortante. Asiento cerrando los ojos.

- ¡No puedo! -al escuchar esas palabras abro los ojos, se mueve de un lado a otro, tirando de su cabello nervioso.

- ¡No puedo! -repite nuevamente y la tristeza se apodera nuevamente de mí. Porqué me duele tanto que me diga eso, que me rechace por eso.

- ¿Por qué, porqué soy virgen?

-Simplemente no puedo, es peor de lo que pensaba. No puedo, me deje llevar, no estaba pensando bien, fue un error-no puede ser, esto no puede estar pasando.

- ¿Que es peor? Yo, yo soy el error, mi error es que nadie me haya tocado nunca-el me mira negado.

-Es que...

- ¿¡Es que!? ¿Que, no sé qué tengo, porqué me haces esto? Te acercas, me ignoras y ahora esto ¿Qué hay de mal conmigo, que es lo que hago mal para merecer este comportamiento, dime, que es lo que hago mal? -siento las lágrimas picar, cuando mis ojos se cristalizan.

Viene de inmediato dando trompicones hasta donde estoy, sujetándome fuerte, conectando intensamente mi mirada con la suya.

-Joder tu eres perfecta, no hay nada mal en ti, eres con lo que cualquier hombre sueña.

- ¿De seguro tú no sueñas? -se ríe sin ganas.

-Todas y cada una de las noches y estás en todos ellos, pero eso no significa-agita la mano entre los dos- que esto esté bien.

-No lo justifiques más, simplemente dímelo, pero no des más rodeos, está montaña rusa de sentimientos me está matando-siento mis mejillas mojarse-simplemente dime que no me quieres cerca, que no te gusto.

Me avienta nuevamente a la cama quedando muy cerca, sintiéndolo. Simplemente me olvido de todo y eso me da tanta impotencia que mis lágrimas siguen cayendo.

-Lo que no comprendes es que es más que gustar -siento su respiración en mi
rostro-pero no te puedo arrastrar conmigo, un descuido y tu vida cambiará para siempre. No te puedo condenar, por más que quiera estar a tu lado, no puedo hacerlo.

- ¡No es cierto! Siguen siendo solo excusas, justificaciones, si fuera cierto nunca te alejarías-trato de alejarlo de mí, pero se me hace imposible, es muy grande.

- ¡No me arias sentir así! -le grito- ¡No me arias esto! -el control se esfumo de mi sistema, la rabia y desesperación están bullendo en caudales.

-¡Tengo VIH!-confiesa gritando, me quedo estática, sin palabras, no sé qué decir. Su rostro se pierde en mi cuello y suspira-no puedo arriesgarte, un error y no hay vuelta atrás.

-Eros -saca su rostro del escondite y me mira directo a los ojos de una forma tan intensa, con miedo, un rechazo inmenso a sí mismo.

-No puedo arriesgarte, no puedo arrastrarte conmigo, no puedo condenarte-porque se autodestruye de esa manera.

-No es una condena-niega y yo le sujeto el rostro para que me preste atención- la condena es no tenerte cerca.

-No sabes lo que dices, un error Neela, un puto error fue lo que me trajo hasta
aquí, el cordón se rompió y mi vida cambió, solo una vez y todo se arruinó.

Su cuerpo esta tenso, como si estuviese recordando y le asqueara, como si sintiera asco de sí mismo.

- ¿Porque me culpaste? -su expresión se decae mucho mas ¿como si fuese posible?

-Estaba alterado, tú no...

- ¡Dime porqué! -mi voz suena demandante, quiero saberlo.

Cuando comienza a contarme no me lo puedo creer. Ahora entiendo por qué reaccionó así, técnicamente tuve la culpa.

A pesar de cuatro años no ha podido aceptarse a sí mismo, cuatro años auto inculpándose constantemente, cuatro años que él ha visto como una condena. No puedo evitar sentirme culpable, sentirme responsable, porque para él esto ha sido eso, una condena y ahora recuerdo y entiendo perfectamente aquello que me dijo es cierto, para él es cierto, le salvé la vida para condenarlo, porqué para él eso es la vida, tiene cadenas.

-Lo siento -mis ojos se cristalizan.

-No lo sientas, no te disculpes, tú no tienes la culpa de nada, mis errores y mis malas decisiones me llevaron a esto, no tú. Tú eres la luz de mi camino, mi luz Neela, mi luz -eso último me hizo sentir tan bien.

-Entonces no me alejes, no lo hagas por favor-ruego, lo hago porque simplemente lo amo.

-No puedo, a pesar de que el tratamiento funciona a la perfección, que mi carga
viral es indetectable, por más que me han dicho que no se lo transmitiría a otra
persona, no puedo. No creo resistirlo si te contagiase, no puedo correr el riego, el VIH no solo se transmite de manera sexual, no puedo arriesgarte.

- ¿Por qué? ¿por qué conmigo no y con alguien más sí? -le recrimino y el niega de inmediato.

-Llevo sin relacionarme con una mujer cuatro años. No he tenido sexo durante
cuatro años, no podría hacerle a alguien lo que me hicieron a mí. Una llamada

Neela, una llamada diciéndome que la consecuencia de esa noche había sido el VIH y luego nada, solo un largo pitido en la línea. Mi mundo cambió, porque esa chica no me lo dijo, porqué un puto cordón se rompió, no le haría eso a alguien más, tendría que saberlo todo de mí, saber el riesgo, tú...-tomo su rostro entre mis manos haciéndolo callar.

-Me lo acabas de decir-tomo sus labios y un gemido se le escapa, para acompañarlo luego de un fuerte suspiro, mientras muerde mi labio inferior.

-No sabes lo que me haces sentir-susurra mientras humedece mis labios
estremeciéndome-creo que ni siquiera yo mismo lo sé.

Mi respiración se vuelve errática cundo esos perfectos labios enredan mi mentón, lo sube para dejarme ver como los frunce alrededor.

-Cuando te tuve entre mis brazos-me rodea con sus brazos, cubriendo por completo mi cuerpo con el suyo-cuando me llegó tu fragancia creí morir Neela-acaricia mis labios-cundo probé tus labios, Dios, cundo te beso estoy en el cielo.

Enreda mis labios con los suyos de forma necesitada, mis manos van a su nuca descendiendo por su espada y gruñe en respuesta. Acaricio su cadera con mi pierna haciéndolo gemir, bajo por sus fuertes brazos mientras tiro de su labio inferir.

-Aléjame, porque soy incapaz de hacerlo-une su frente con la mía-tantos intentos fallidos, he intentado alejarme, pero es que no puedo Neela, ayúdame porque no soy capaz de hacerlo solo.

Sus labios se unen nuevamente con los míos, pero esta vez están temblando como si fuera en contra de su voluntad, como si simplemente no pudiera resistir la tentación y estuviera rendido a ella, a mí, pero se castiga de igual forma.

-No lo haré- rompo el beso susurrado sobre sus labios, los acaricio con los míos-no me importa nada más, te quiero a ti, nada lo impedirá.

Lo empujo contra mis labios con un beso tan urgido, tan profundo que me deja
sin aliento, asiéndome agonizar. No sé qué es esto y quiero averiguar si este sentimiento puede ser superado, si esta necesidad puede ser mayor.

-No te vallas, quédate conmigo-ruego.

Eros Donde viven las historias. Descúbrelo ahora