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Tamborileaba los dedos, cada vez más lentamente. De pronto cerraba los ojos y se sentía caer lento en el ensueño... Parpadeaba rápidamente, sacudía su cabeza que cada vez se sentía más pesada e hinchada. Tenía sueño, tenía tanto sueño... cabeceaba de nuevo. Lo único que quería era cerrar los ojos y dormir, estaba tan cansada... Pero no debía, no podía. Debía estar alerta, debía... resistir... estar siempre presente. El enemigo podría aprovecharse... podía... debía...

No se dio cuenta cuando cerró los ojos, se dejó caer finalmente en la placidez del sueño y no se enteró sino hasta que unos ruidos la fueron trayendo de vuelta. El lejano crujir de la madera, luego unas voces.

—Illyria... Illyria...

—Oye, Ced, ¿estás seguro de que sí es así el nuevo plan?

—Que sí, que sí...

Una sacudida bien fuerte en el hombro la terminó de espabilar.

—¡Illyria! —un murmullo casi gritado, ella pegó un respingo.

—¡Ah, déjame! ¡No importa que seas tan guapo! —gimió ella, retrayéndose, casi yéndose de de espaldas al suelo, pensando que sus enemigos estarían frente a ella.

Aunque era difícil ver en la oscuridad tan hermética, no pudo distinguir en las dos siluetas frente suyo a Link, a Impa o nadie que hubiera visto hasta el momento. Pero se notaba que eran unos hombres sheikah; con sus ropajes bombachos y su porte oriental. Pronto su vista se adaptó y vió que el más alto de los dos se quedó con un gesto extrañado, aunque no precisamente ofendido. El otro era más ancho, se río de forma boba. De repente ambos se le antojaron muy familiares.

—Le gustas a la novia del jefe, Ced.

—Hmp, lástima que ella no dé la talla para mí —replicó el alto, de manera altanera. Se puso las dos manos en la cadera, en pos de reproche—: ¿Qué haces aquí todavía, atada y encima dormida? ¿No te ha enseñado nada el clan?

Reconoció sus voces, definitivamente no eran Sheikahs. Eran Ced y Rolko, sus compañeros de equipo en el clan Yiga.

Ella les observó con sorpresa ya cuando el sueño se le había espantado por completo. A pesar de la oscuridad, observó el rostro alargado y ovalado de Ced, su cabello en forma de tazón imparejo verde oscuro, sus facciones aguzadas y delgadas y sus ojos más pequeños, estrechos y amarillentos. Rolko, por otra parte, era de rostro redondo. Con una nariz de grano combada y corta, unos ojos grandes color aguamarina y un cabello corto, puntiagudo de color castaño. Sus mejillas rosáceas y sus orejas pequeñas resaltaban.

—¿C-Ced... Rolko? ¿Son ustedes? —preguntó ella finalmente con la voz entrecortada, sin saber si estaba viendo bien. Conocer sus rostros era impresionante, con la máscara siendo un requisito obligatorio en el clan, nunca los había visto antes.

El más alto hizo un gesto desdeñoso.

—Pero claro que sí, ¿qué no ves?

—Pero... ¿Qué hacen aquí, vestidos de Sheikah...? ¿Han venido por mí?

—Eso era al inicio, quería que te lleváramos de vuelta, pero Ced dice que...

—Hubo un cambio de planes repentino —terminó el de pelo verde, con una sonrisa tensa. Carraspeó, disimulando su gesto—: El jefe Kogg me informó a mí en la mañana que ahora solo quiere que te digamos lo que tienes que hacer.

—¿Lo que quiere que haga...? ¿Cómo te lo dijo?

—Pues por el comunicador... Obviamente... —repiqueteó con el pie, comenzando a frustrarse, alzando el brazo derecho con desgana para señalarle el bracero que apenas se alcanzaba a ver entre sus ropajes; un artilugio de tecnología avanzada, creado para el rastreo, seguimiento y comunicación remota de las misiones. Mucho mejor que enviar cartas.

Pertenecientes || BotW LinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora