4

107 18 6
                                    

—Te vas a ir, ¿verdad? Algún día, a ese castillo. Dejarás Hatelia.

Los ojos de ambos estaban puestos en la distancia. El castillo de Hyrule se veía a lo lejos. Su fachada de piedra blanca casi parecía reflejar la luz del sol de mediodía y extenderla a cada rincón del reino.

—Sí —asintió la voz joven de Link, pero con tono incrédulo. Hacía años, posiblemente desde que tenía memoria, que poseía mucha curiosidad y expectativas sobre la ciudadela de Hyrule; esa de la que tanto hablaba todo el mundo y que solo había sido capaz de contemplar desde la colina más alta de Hatelia, su aldea natal. Y ahora que habían descubierto su papel, habiendo sido capaz de cargar y portar la gran Espada Maestera, su viaje hacia allá estaba prácticamente asegurado. Aunque aún no tenía una fecha predestinada—. ¿No es genial? Voy a poder conocer más del mundo... ¡Incluso veré a los reyes y a la princesa, en persona! Soy el héroe elegido... ¡Yo soy el héroe elegido!

La chica a quien había dirigido la respuesta tardó un poco en responder. Estaba sentada apenas un poco por delante de él, con las piernas colgando de la colina. El gesto en sus labios se debatía entre una sonrisa y una mueca inconforme, que por sobre todo, buscaba disimular.

Cuando giró su rostro hacia él, el viento sopló, ondeando su cabello color cereza al aire. Link arrugó un poco los ojos y escupió, dado que al tener la boca abierta en una sonrisa, algunos mechones habían acabado dentro. Ella amplió su sonrisa con diversión, pero él notó sus ojos tristes.

—¿Qué? ¿Por qué estás así? ¿No estás feliz?

—Bueno... es genial que mi mejor amigo sea el héroe elegido... Pero... no quisiera que te fueras —admitió, su sonrisa se resquebrajó. Sus ojos verdes se comenzaron a cristalizar—. ¿Me prometes que, aunque te vas, seguirás siendo mi amigo? Que aún así vas a hablar conmigo. Promete que no te irás por siempre.

—Ojalá pudiera traerte conmigo —Fue lo único que pudo decir él—. ¡Seríamos el mejor equipo, Illy! Combatiendo monstruos y salvando a Hyrule en lo que se aparezca.

—Eso me encantaría... Yo quisiera poder ayudarte. Que siempre estemos juntos...

Link se abría paso por entre las lianas y las bromelias de la región de Farore, con destreza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Link se abría paso por entre las lianas y las bromelias de la región de Farore, con destreza. Saltaba los baches en el suelo y procuraba no resbalarse con las piedras mohosas de la jungla, aunque sin preocuparse demasiado por cómo el lodo le manchaba las botas, o la capa. Su mente, en el poema incompleto que guiaba su camino.

«Eran venidos del bosque, leales amantes, uno con alma celestial, otra sin serenos instantes. Se juntan, se unen, donde hadas convergen y la selva se cierne...»

Había asumido de inmediato que debía tratarse de Farore. No había otro lugar en Hyrule tan selvático como aquel, donde la humedad empapaba la piel y era más común ver tormentas eléctricas que al mismo sol. Y con las hadas, la única pista que tenía era la fuente de Malanya, situada cerca del lago Faroria.

Se dio cuenta pronto en el camino que había acertado, cuando su tableta sheikah, aparato tecnológico creado por la tribu y cedido a él por la princesa Zelda, comenzó a vibrar. Símbolo de que cerca había un santuario, el destino final de toda prueba del héroe.

No se distrajo demasiado con la vistosa fuente, aunque las fuentes de las grandes hadas eran especialmente fascinantes para él. Siguiendo el marcapasos de la vibración que expedía la tableta, no tuvo que avanzar mucho más hacia el norte de la fuente, cuando comenzó a dar con lo que parecían ser señalizaciones. Un rumbo de pequeños letreros de madera humedecida, pegados a la corteza de los árboles y algunas palmas.

«...Se teje un lazo eterno de amor y coraje sin final, en la epopeya de dos almas que se entrelazan en un ideal...», rezaba el pimer cartel que pudo leer. Antes de ese, uno por encima, lo que parecía ser una oración ilegible por el moho y el tiempo.

Continuó siguiendo el vibrar de la tableta, Link avanzó por un sendero lleno de arbustos y fruta podrida. Aunque el camino estaba marcado en el suelo, el crecimiento de los helechos evidenciaba su abandono. Pronto otro letrero hizo su aparición:

«El héroe valiente, de noble corazón templado, se alza con su espada, al mal ha desafiado...», delante de ese, apenas distinguible: «La doncella misteriosa, de aura y encanto sutil... la llama que alumbra su sendero más vil...»

Alzó las cejas con intriga. ¿Sería la continuación del poema que Erie le había recitado? ¿Era alguna especie de leyenda?

A pocos metros, otro letrero, caído al suelo, leía:

«Juntos enfrentan la oscuridad con valentía, cruzando mil peligros en su lucha y travesía»

Más adelante, un último par de letreros reposaban a unos metros de la ubicación del santuario, que se alzaba mimetizado y amparado entre árboles y enredaderas.

«Que la melodía de su amor, como la flauta del viento, encante al mundo y sea un eco constante y ferviento...»

«... pues del héroe y la..., la vidente y el héroe, su unión es eterna. Como los lazos que los unen, los pertenecientes de Farore, de corazones compartidos, así como el cometido...».

Link se acercó más al letrero, trató de descifrar las partess ilegibles como pudo, pero no pudo desencriptarlas. El verdín se había tragado ya la mayor parte de la madera, ni rasgando podía rescararse el verso entero. Frunció el entrecejo.

Más que a una sonata o un poema, esas inscripciones sonaban a una leyenda. Estaban mencionando su rol y a alguien más... No podía descartar que fueran solo palabrería, puesta e inventada apenas con la intención de guiarlo eventualmente a ese lugar, algún día. Pero tampoco sentía que pudiera no darle importancia...

De corazones compartidos, así como el cometido... ¿Indicaba que tenía que compartir su misión como elegido, con alguien más?

Jamás había ponderado la posibilidad de que eso pudiera siquiera ser posible. ¿Pero quién se propondría a aceptar ayudar directamente una tarea como lo era la del héroe elegido? Hacerlo por deber divino era una cosa, pero elegirlo conscientemente, era más bien una locura.

Aún así... No sabía porqué..., en el fondo, al soltar ese letrero viejo y proponerse ponerlo de vuelta al piso, no pudo olvidarlo. Ni al poner un pie en el primer peldaño del santuario, tampoco una vez estando dentro para superar su prueba. Ni sus pensamientos encontrados, ni los versos recién leídos dejaban de resonar. Como un eso. Atronador incluso.

Mucho menos dejó de ondear en su mente lo que parecía ser la imagen de una cabellera rojiza. Unos ojos verdes, cristalinos.

Un recuerdo recién desenterrado, de tiempos en los que ni siquiera él pensaba más.

El recuerdo de alguien que seguramente llevaba años muerta y que apenas hubo superado la prueba,  finalmente se volvió a esfumar; volvió a su tumba, de nuevo, como si nunca hubiera existido.

.
.
.
.
.

N/A: Sé que la fuente de Malanya no tiene hadas pero por cuestiones del lore de la historia necesitaba que la fuente estuviera en Farone 🤙🤙🤙 y sí pensé inventarme otra fuente de la gran hada ahí, pero pensé que sería demasiado xdxddd pido perd0n

Pertenecientes || BotW LinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora