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El aire soplaba por las colinas de Hatelia, trayendo consigo el aliento fresco de la mañana. El color del cielo se debatía entre el morado y el azul, el sol brillaba en el poniente. Sus coletas se agitaron con el aire frío, mientras salía de casa, lo menos cabizbaja como podía mostrarse.

Cuando vió a Link y a su padre hablar algo entre ellos, enlistando las cosas que tendrían que llevar para su viaje y para la estadía de Link en la ciudadela, tuvo que contener un suspiro. La madre de Link, que estaba al lado suyo, puso una mano sobre su hombro. Le acarició cariñosamente, tal vez presintiendo su estado de humor. Por más que intentaba ser discreta, no podía evitar poner los labios tensos.

Era su imagen contra el sol naciente. La valija en su mano, repleta de cosas que necesitaría para quedarse en la ciudadela de Hyrule. Su uniforme a mallas de aprendiz de caballero, que desde el día en que su padre lo había traído, portaba con mucho anhelo. O serían sus cabellos rubios, que despeinados e indómitos como solían ser, eran el margen de un rostro extático. Por eso no se atrevía a decir nada, a pesar de que sentía un vacío en el estómago, que pegaba vuelcos cada vez que recordaba su pronta ausencia. Él se veía tan contento. Sabía, desde que eran pequeños, que entrar en el entrenamiento de la guardia real era algo a lo que aspiraba; y había sido al fin admitido. Naturalmente, pues su padre era un espadachín ejemplar.

—Despídete de tu madre y de Illy —sonrió el padre de Link, una vez constataron llevar consigo lo más esencial. Link se giró hacia ellas, su sonrisa, brillante.

Abrazó a su madre, quien le besó la cabeza y le deseó muy buena suerte, apretándolo fuerte. Le advirtió también que no se metiera en problemas, que reservara los espadazos solo para los monigotes.

Cuando se giró hacia Illyria, sin embargo, fue cuando su sonrisa flaqueó un poco. Ella trató de forzar la suya, pensando que podría ser que su semblante se había notado demasiado conflictuado. Y lo ́ultimo que quería era parecer infeliz por su sueño.

—Entonces, por fin te vas —medió ella—. Te voy a extrañar.

—Sólo será por la semana... volveré para pasar cada fin de semana con ustedes —Le abrazó él. De repente sintió una opresión en el pecho. Algo que no creía que sentiría, o que le afectaría tanto. Pero a pesar de estar contento por irse, también hubiera preferido no separarse de ella.

Illyria le asió con fuerza por algunos segundos.

—Es tu sueño, ¿no...?

—Siempre lo ha sido.

Illyria suspiró

— Creí que tu sueño era ser un cocinero —Link se rió un poco, imaginándose la sonrisa de la chica—. Pensé que abriríamos un restaurante, aliados con la posada de Hatelia. Se te da tan bien, que seríamos ricos.

—Eso era solo un plan B. —sonrió de lado, separándose finalmente, pero no soltando así una de las manos de Illyria. Sosteniéndola. Haciendo circulos incompletos en ella, con sus dedos—. Lo que yo quiero, es ser el guerrero más fuerte de Hyrule. Quiero ser grande y valeroso, como el héroe de las leyendas.

—Pero eso ya lo eres... —asió su mano entre las de Link. Link se rió, pero el rostro de la chica evidenciaba vehemencia—. Eres la persona más fuerte y valiente que conozco. Tal vez lo eres demasiado.

Link volvió a abrazarla una última vez, en agradecimiento a sus palabras. Pero aunque sabía que tenía ciertas facilidades porque había entrenado desde muy joven, eso no lo hacía ni de cerca el más fuerte.

—Sólo..., prométeme que no cambiarás, ¿sí?

—Jamás lo haré —obvió él, separándose de nuevo y ofreciendo su meñique pulgar como prueba. Ella lo enlazó con el suyo, aceptando su promesa—. Nos veremos el fin de semana. Te contaré todo... Papá dijo que piensan hacer una excursión a Los Bosques Perdidos la tercera semana.

Pertenecientes || BotW LinkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora