De los nubarrones que antes habían opacado el cielo sobre la necluda ya no quedaba ni pista, más que los pequeños charcos que se hacían entre los recovecos de las piedras del camino. El sol ya se iba escondiendo y la curiosidad de la chica por descubrir esa aldea de la que Link hablaba y de la que venía, la consumía. Casi iba por delante de él, camino arriba de la colina. Al mirar atrás, dejar la playa le provocaba una punzada de melancolía infantil, como si desde entonces solo le tocara esperar el momento en que pudiera regresar.
A la cima de la colina, un camino de tierra bien delimitado les dio la bienvenida a Hatelia. Junto al petricor, un aroma a manzano inundó las fosas nasales de ambos. Conforme avanzaron, estos árboles se hicieron notar, así como unos pequeños faroles de fuego azul que llamaron especialmente la atención de la joven. Link le observaba de reojo, con el mismo interés.
—¿Esto es... tu aldea? —preguntó ella en voz baja. Observó con intriga la construcción solitaria en forma de faro y también de casa que se alzaba en un alto monte al final de una de las desviaciones del sendero. Se sentía como estar viendo una novedad.
—Sí... Esto es Hatelia. —asintió él, bien interesado en cada una de las inflexiones del rostro de Illyria. Como si con eso pudiera prevenir el advenimiento de cualquier recuerdo que pudiera recuperar. Pero nada se evidenciaba en su rostro más allá de la conmoción.
La calma que la pelirroja había llegado a sentir en la costa había pasado. Los sentimientos se arremolinaban dentro suyo conforme más se adentraban en Hatelia. Las fachadas de barro de las casas. El aire. Los rostros de la gente que pasaba al lado de ellos, saludando a Link sin falta, con asentimientos de cabeza o con la mano. No reconocía a nadie, y aun así, todo le era familiar. Illyria le miró responder a los saludos y cuando Link sintió su mirada, los nervios la invadieron. Ella sintió sus mejillas enrojecerse, se le revolvieron más los interiores. Apretó la capa de Link, que aún llevaba a los hombros.
—Parece que eres... muy popular —murmuró, volviendo a perder la mirada en el pueblo tan pintoresco. Aunque no supo si realmente hacer eso la tranquilizaba más. Link alzó los hombros.
—Esta no es una aldea muy grande... Todos se conocen.
—¿Y dices que es aquí donde creciste? —Pasaron junto a un manzano especialmente frondoso. Su aroma le causó un escalofrío. De repente se estaba sintiendo mareada.
—Es aquí donde crecí... —afirmó Link finalmente. Un deje nostálgico en la voz—, donde crecimos...
No era la temperatura, que era templada a comparación de la playa. Algo en ella se estremecía con cada paso que daba. Era todo... tan extraño... y tan familiar. Sentía que en cualquier momento una manada de niños conocidos saldría a retarlos a duelo con espadas.
Sentía que en cualquier momento iba a oler el aroma de la sopa de calabaza cocinada por una persona que no recordaba.
Sentía como si ya hubiera estado ahí.
Y aun así, tenía que esforzarse en mantener la compostura. Eso no podía ser. Debía solo estarse sugestionando... Tenía que ser eso...
—E-es... bonito... muy bonito.
Link la observó con cuidado, ante lo que sintió como una respuesta muy escueta y temblorosa. El rostro de la chica casi nervioso, casi colapsante. De pronto sintió que eran señales de lo que estaba esperando.
—¿Sólo eso?
—S-sí... —asintió ella, con dificultad.
De repente un tornado de voces resonando en su cabeza. Voces de gente que no conocía, ecos extraños. Y del pasado. Del jefe, de sus compañeros. Formando un vaivén desesperante y contradictorio en su cabeza.

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Pertenecientes || BotW Link
FanfictionLuego de un año entero de preparación, tomando su tiempo, fortaleciéndose y con la intención de poner su destino sobre sus hombros, Link está listo para recoger la llave fundamental que le guiará en pos de sus metas: la Espada Maestra. Aquella que r...