Hacía días que Tailandia había quedado atrás. Félix, que había crecido como el aprendiz del curandero en su poblado, se encargó de coser la herida de Minho, sin embargo el vice capitán debía descansar, aún no estaba fuera de peligro, las costuras podían abrirse y la herida aún podía infectarse.
— Jisung ¿Crees que los hombres de tu padre nos dejen en paz? — Preguntó Chan en su despacho con un mapa extendido sobre el escritorio, de nuevo, Seungmin y Jisung lo ayudaban a trazar su ruta.
— Por ahora. Los soldados son fieles a Jaehyun, y por muy soldado que sea, él me es fiel a mi. Me habrá hecho caso y habrá puesto rumbo de nuevo a palacio, probablemente se corra rápido la voz de que yo he decidido estar aquí. — Jisung suspiró, dejándose caer sobre uno de los sillones del capitán. —Mi padre probablemente encarcele a Jae y le de el mando a alguien más, y con el próximo general no voy a poder hacer nada... Jaehyun nos ha criado a Jeongin y a mi, por eso he podido pararlo, el próximo no va a tener piedad. Por ahora estamos a salvo, pero no se por cuánto.
Chan y Seungmin se miraron con preocupación, quizás habían cantado victoria demasiado pronto.
— Nuestra proxima parada será Malasia, y daremos aquí la vuelta por el lado opuesto del archipiélago Indonesio, nos ayudará a poner mar y tierra entre las tropas reales y nosotros... — Seungmin llamó a Jisung para que se acercara al escritorio para aprobar o no aquel plan. — Para cuando lleguemos a Indonesia, el padre de Jisung ya debería haber enviado más hombres, y lo último que saben de nosotros es que estábamos en Tailandia, así que irán hacia allí.
— ¿Y después de Indonesia? — Preguntó Jisung, alternando la mirada entre sus compañeros.
— Después buscaremos la tierra sumergida. — Chan dejó salir el aire de sus pulmones, sin poder contener su sonrisa de emoción ante la idea de una aventura tan magnífica. — Buscaremos un buen médico en el camino para Minho, tenemos que llegar los ocho allí.
Con esas últimas palabras del capitán, la pequeña reunión quedó disuelta, Chan tomó el lugar de Minho en la cocina, bajo las órdenes de Félix, Seungmin regresó al timón, ajustando el rumbo hacia el sur, y Jisung de alguna manera terminó en el camarote que Minho y Seungmin compartían, con un botecito de cristal en la mano, que contenía el majado de hierbas que Félix le había pedido que le pusiera al chico en la herida.
Al abrir la puerta, Jisung vio con horror como Minho trataba de ponerse de pie y corrió adentro para obligarlo a quedarse en la cama.
— ¿¡Qué haces idiota!? — Gritó él empujando de sus hombros hacia abajo. — ¡Félix dijo que no podías moverte en unos días!
— ¡No puedo quedarme sin hacer nada! — Gritó el vice capitán tratando de levantarse de la cama, ignorando al chico.
— ¡Tampoco puedes morirte!
Minho dejó de oponer resistencia y soltando un pesado suspiro, se dejó caer sentado en su colchón. Jisung le quitó las vendas, y arrugó el gesto al ver el horrible aspecto de la herida, que había necesitado muchos puntos para poder cerrarse.
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La Princesa Y El Gato De Mar
FanfictionJisung no se sentía querido, sentía su vida perder el sentido por momentos, encerrado en esa jaula de oro en la que siempre había vivido. Para un pequeño grupo de piratas que por casualidad se enteraron del problema del príncipe, la solución se veía...