Jisung se paseaba de un lado a otro, aguantando las sonrisas falsas y los discursos hipócritas de los nobles que había sido obligado a invitar, tratando de acomodarse la molesta chaqueta beige con ostentosas costuras doradas de su incómodo traje.
— Alteza, no sabe lo felices que estamos de que haya logrado librarse de esos asquerosos piratas... Debe haber sido un alivio el volver a casa después de tan horrible experiencia. — Jisung sentía como le hervía la sangre, quería acorralar a esa duquesa de voz irritante entre su espada y la pared de la sala de baile, desearía poder hacerla temer por su vida hasta que retirase aquel venenoso comentario sobre sus amigos.
— En realidad no, viví muy feliz junto a mis amigos en alta mar, a ellos les debo la vida sin duda y agradecería que pensase de nuevo en sus palabras si no quiere tener problemas con la casa real. — Los ojos de la mujer a través de la mascara reflejaron un terror muy similar al que había visto en los delincuentes de Bangkok cuando Minho puso su puñal contra su cuello. Era agradable haber aprendido a usar el poder que conllevaba ser el príncipe heredero de su reino y las miradas asesinas del vice capitán.
Sonrió a la pareja de duques, dándoles una última reverencia, marchándose, escuchando a la mujer entrar en pánico con su marido, su voz chillona mostraba el terror que Jisung había logrado infundir en ella, quizás no tenía una espada como los piratas, pero sus palabras eran tan afiladas como una.
Se acercó a una de las mujeres del servicio, sonriéndole con amabilidad mientras tomaba una copa de vino dulce, recibiendo una sonrisa similar de la joven.
— Su majestad ¿Me concede esta pieza? — Jisung se giró emocionado, reconociendo la voz del pirata que tanto había extrañado. Minho estaba allí frente a él, en un elegante y sencillo traje negro, las mangas de la camisa recogidas hasta los codos y una mascara muy sencilla y elegante, también de color negro.
— Por supuesto — El chico le tendía la mano y Jisung no dudó en tomarla, sintiendo como el pirata lo arrastraba hasta la pista de baile. — ¿Primera vez en el palacio de Incheon caballero?
— Lo es, estoy impresionado con la belleza del lugar... — Minho le seguía el juego, tomando su cadera con una mano, acercando el cuerpo del príncipe al suyo, tratando de recordar las intensas sesiones que había tenido con Chan y Changbin, quiénes les habían enseñado al resto de sus amigos a bailar antes de llegar a la fiesta. — Aún que he oído que nada en todo este reino es comparable con la belleza de su príncipe. — Susurró él en su oído, notando un leve sonrojo en Jisung bajo su máscara blanca y dorada.
— Tonterías, además, el corazón del príncipe ya tiene dueño, dicen que se trata de un muy poco temible gato de mar. — La risilla de Jisung rompió la fingida seriedad del momento, y dejó caer la cabeza sobre el hombro del pirata.
— Disculpe su majestad, este gato de mar es temido y respetado en todos los mares del océano pacífico. — Minho tomó el mentón de Jisung, haciendo que levantase la mirada hasta que chocó con la suya, disfrutando del hermoso brillo de sus ojos oscuros mirándolo con emoción.
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La Princesa Y El Gato De Mar
FanficJisung no se sentía querido, sentía su vida perder el sentido por momentos, encerrado en esa jaula de oro en la que siempre había vivido. Para un pequeño grupo de piratas que por casualidad se enteraron del problema del príncipe, la solución se veía...