38: Amor de madre

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Aviso: Este capitulo ha quedado bastante más largo de lo normal. (3600 palabras)

El carraspeo de su capitán explotó la burbuja en la que el príncipe y el pirata habían estado los últimos minutos encerrados

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El carraspeo de su capitán explotó la burbuja en la que el príncipe y el pirata habían estado los últimos minutos encerrados. Hongjoong a su lado, tenía una media sonrisa de burla, aguantando claramente las ganas de soltar un comentario sarcástico que hiciera a ambos enterrar la cabeza bajo la tierra.

Jisung miró a su alrededor, de repente siendo muy consciente de la multitud de la que estaban rodeados, todos ahora testigos de aquel reencuentro que se había sentido tan íntimo y privado.

Se escondió en los brazos de Minho, escuchando como los capitanes de ambas tripulaciones amigas, estallaban en risas.

— Jisung — Chan paró en seco las bromas, llamando la atención de su amigo con una pequeña sonrisa aún en los labios. — ¿Terminamos del todo con esta noche para el olvido?

— ¿No ha acabado ya? — El príncipe se aferró a la cintura de Minho, temiendo que aun quedase algo que alargara su sufrimiento, estaba completamente agotado, física y emocionalmente. La pelea con su padre, el duelo contra el almirante, Jeongin envenenado, Minho desaparecido, la muerte del rey. Hacía muchas horas que había superado su límite.

Chan, con un suave movimiento de cabeza señaló a la madre de Félix, aun en su forma bestial, frotando su frío hocico escamoso contra el cuerpo de su hijo, soltando pequeños quejidos lastimeros. Estaba llorando, probablemente porque en esa forma era incapaz de abrazar al hijo al que llevaba toda la vida intentando salvar de lo que ella creía una terrible maldición.

— ¿Alguna idea capitán? — Preguntó Minho, apartando la mirada de esa escena. Hacía unas horas, la imagen de los dragones le hubiera sido ajena, sin embargo ahora, con la sombra de su madre muerta a la que jamás conocería, dolió.

— San, mi navegante, ha ido a buscar entre los prisioneros a la bruja o brujo que lanzó el hechizo. — Respondió Hongjoong en su lugar. — Si no está muerta aún, podría revertir el hechizo.

Su última frase golpeó fuerte en el pecho del principito. Jisung miró a la pequeña multitud tras ellos, un grupo de niños, ancianos, hombres y mujeres de aspecto moribundo. Todos estaban cubiertos por barro y sangre, sus ropas, viejas y rasgadas apenas los protegían del frío, por lo que muchos se abrazaban entre ellos, en los huesos, débiles y frágiles. Despojados de su humanidad, arrancados de la calidez de sus familias, habían pasado por el peor de los infiernos, viendo morir amigos, compañeros y familiares encerrados junto a ellos, todo por culpa de ningún otro hombre que su propio padre.

El brujo del Horizon volvió junto a su capitán negando con la cabeza, con expresión derrotada en el rostro. — La bruja que lanzó el hechizo tenía una magia muy rara, murió hace algunos años, nadie conoce el hechizo, y aunque lo supieran no me lo dirán, no mientras estemos del mismo lado que el hijo del monstruo que los apresó. — San se giró a mirarlo, con una disculpa reflejada en los ojos. — ¿Puedes hablar con ellos? Solo tu puedes hacerles entender que no eres tu padre.

La Princesa Y El Gato De MarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora